Di uno o dos temblorosos pasos hacia atrás, atemorizada. Pero segundos después la curiosidad pudo conmigo y no pude reprimir la necesidad de averiguar quién era el dueño de aquellos enigmáticos y expresivos ojos. De modo que hice acopio de valor e inspiré una profunda bocanada de aire, enterrando todo el terror que me recorría la piel para representar en mi rostro la expresión más valiente que fui capaz de mostrar.
Fruncí el ceño y me concentré en esa mirada. Pude ver el temor reflejado en sus pupilas, que armonizaban de una manera muy peculiar con el iris de color frágil y apagado. En ese momento mis ojos se acostumbraron a la penumbra de la sala, y pude distinguir el rostro que se escondía tras esos ojos.
- Sácame de aquí -ahogué un grito de asombro al escuchar la quebrada voz de la niña de los ojos grises.
- ¿Dónde estoy? -me acerqué un poco hacia la pequeña- ¿Quién eres?
Se me erizó cada vello de mi cuerpo al escuchar la altiva risa de aquella niña que aparentaba tener no menos de diez años. Me miró con sorna y compasión, lo que me hizo estremecer.
- Ven.
Se esforzaba por emplear un tono de voz tranquilizador, lo que me hizo desconfiar de ella más si aún cabía. Fruncí el ceño y me mordí el labio para mostrar mi desconformidad ante la idea de confiar en ella.
- Tienes miedo. Lo entiendo. Mira en lo que te has convertido. Eres un grito en el vacío, eres un cristal roto, eres unos labios cosidos por el temor y la angustia.
- No sabes quién soy -contesté mirándola con recelo.
- Curioso.
Acompañó sus palabras con una sonrisa cargada de sarcasmo. Y, sin abandonar esa sonrisa, se fue acercando poco a poco hacia donde yo me encontraba. Cien escalofríos recorrieron mi cuerpo y traté de huir a pesar de que no había escapatoria alguna. Y, cuando tenía su pálido rostro a centímetros del mío, mil gritos de agonía bloquearon mi mente y decoraron mi piel con alguna que otra gota de frío sudor.
Sentí su aliento en mi cuello, y con voz susurrante me dijo:
- Sí, definitivamente no sé quién eres.
La rabia me invadió al oír esta insinuante frase, y lejos de contener mi ira, me lancé contra el cuello de aquella criatura.
Retiré mis dolorosos nudillos que sangraban confusión, y ahogué un grito al comprobar que acababa de descargar toda mi furia... contra un espejo.
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Racconti brevi
RandomEn esta sección iré recopilando pequeñas historias de diversos temas (menos abstractos, quizás) en forma de microrrelatos.