CHAPTER 3

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Cancion: Too good at goodbyes – Sam Smith

El sonido se agudizó al no escuchar respuesta de la persona frente suya. Jungkook bordeaba con sus ojos la cara de Jimin. Se mostraba extrañado ante la repentina pregunta. Sacó su brazo y se incorporó hasta quedar frente a él en su totalidad. Sus dedos buscaban los de Jimin para tener contacto. Sus miradas se conectaron y brillaban al verse a si mismos.

– Te amo más que a mi propia vida.

No hubo dubitaciones ni falsedad. Jimin internamente sabía que Jungkook decía la verdad siempre y cuando lo mirara a los ojos. Ese fue el caso. Pero eso no fue suficiente para él. Quería desistir de su idea de irse completamente lejos si Jungkook le daba una respuesta concreta a sus incontables dudas.

– ¿Cuándo serás solo mío?– Jimin agachó su mirada aterrado por la respuesta que saldría de su boca.
– ¿A qué te refieres?
– Tú sabes, Jungkook. ¿Cuándo me darás el lugar que me corresponde? ¿Cuándo dejaré de compartirte? ¿Cuándo finalmente podré gritarle a todos cuánto te amo?

La desesperación de Jimin bombardeo a Jungkook con preguntas que ni siquiera él sabía. El silencio se hizo presente en el sala que ahora era tan pequeña que solo ellos dos estaban en cuatro paredes de incertidumbres. Jungkook se levantó del sofá caminando de lado a lado. Jimin se escondió entre sus piernas mientras evitaba llorar. Tal vez terminar todo de una buena vez era la mejor solución. Posiblemente dolería menos que solo huir de todo.

– Pronto.– respondío Jungkook sentándose de vuelta.

Fue breve más no llenaba el vacío que sentía Jimin en esos momentos. Jungkook posaba sus codos en sus muslos, tenía la cabeza gacha pensando en lo que acababa de ocurrir. Ambos corazones presentes en la sala latían impetuosamente. Uno porque sentía que perdía a su otra mitad y otro porque sabía que lo tenía que perder o quién terminaría mal sería él. Inevitablemente, ninguno de ellos dirigía sus sentimientos.

– ¿Tú te divorciarías por mí? – Jimin levantó su mirada y se posó en Jungkook.
– Sí.

Una simple pero basta afirmación concluyó con el dolor de Jimin. Dejaría de pensar y actuaría. Jungkook no le miró al responder, se mantuvo con la cabeza agachada con su mirada puesta en el suelo de caoba. Una lágrima bajó del ojo derecho de Jimin, recorrió toda la extensión de su rostro y desapareció sin dejar rastro. Una mentira que terminó por reforzar la idea. El corazón de Jimin estaba complentamente anesteciado, dejó de sentir remordimiento por lo que pasaría si se iba. Su relación inició como una vil mentira y terminará de la misma manera. Park estaba cansado de mendigar por amor y de simplemente amar a medias.

Jimin se acercó al compacto cuerpo de Jungkook. Rodeó sus anchos hombros y le dio un abrazo final. Luego de esa tensa conversación, ninguno dijo otra palabra. Terminaron la película y se dirigieron a la cama de Jimin a descansar. Jungkook abrazó por la cintura al rubio hasta quedar profundamente dormido. La almohada de Jimin se encontraba empapada de lágrimas que salían sin control alguno. No emitía ningún sonido de dolor o sollozo. Su cuerpo estaba completamente quieto, su respiración era errática, su cabeza palpitaba, sus manos transpiraban. Cerraba sus ojos idealizando la imagen mental que deseaba en el futuro. Cerraba sus ojos imaginando una vida donde nunca conoció a Jeon Jungkook. Cerraba sus ojos deseando acabar con el teatro y huir de él.

...

El reloj empotrado en la pared de la habitación donde dormía placidamente Jeon marcaba las 5:40 de la mañana. Jimin, por otra parte, se encontraba en el balcón fumando un cigarrillo. Hace mucho no lo hacía por una petición de Jungkook. Su padre había fallecido de cáncer por fumar excesivamente.

Perder a su figura paterna desde los dieciocho años y cargar en su espalda el peso de dejar de lado su vida adolescente y convertirse en un adulto rápidamente fue sumamente difícil para un joven Jungkook. Una tarea donde debía hacerse cargo de sus estudios y apoyar economicamente a su familia. Cada centavo, en esos tiempos, valía para comer y continuar con la educación de los hermanos Jeon.

El frío traspasó las sábanas despertando en el acto a Jeon. Buscaba con la mirada al rubio que dormía a su lado hace tan solo unas horas. El amargo olor llegó a sus fosas nasales. Caminó hasta quedar frente a la esbelta figura vestída con solo su camisa. Dio pasos certeros, sin hacer ningún ruido, condujo sus brazos y los envolvió en la fina cintura de su amante.

– ¿Volviste a fumar? Pensé que teníamos una promesa, Jimin-ah .– la voz de Jungkook sonaba un tanto dolida.
– Es solo un cigarro, Jungkook.– la cortante respuesta estremeció la piel de Jungkook, separándose del frío cuerpo de Jimin– No es para tanto.– tomó una calada más del casi consumido cigarro.
– Me importa tu salud, Jimin, lo sabes.

Jimin exhaló el humo directamente a la cara de Jungkook. Este comenzó a alejar el humo y toser.

– ¿Qué te pasa, Jimin? No quiero el asqueroso humo de ese cigarro en mi cara.– el menor se encontraba un tanto alterado luego de la acción de Jimin.

Jimin solo volteo su vista hacia la ciudad sin decir ninguna palabra. Quería cortar la comunicación de raíz. Quería acabar mal con Jungkook así reprendería sus ganas de quedarse junto con él. Dolía el comportamiento tan reaceo y rudo por parte del rubio. Era una faceta desconocida y nueva que comenzaba a calar en la mente de Jungkook.

– ¿No me vas a responder?– la insistencia de Jungkook por una respuesta ejercía más presión en él.– Jimin-ah...

Jungkook tomó la barbilla del mayor conectando miradas automáticamente. Mentalmente ambos eran un desastre. Miles de incertidumbres estaban presentes en el ambiente. Pero al mirarse, eran uno mismo. La conexión entre ambos era evidente, era certera, era real, mas era dolorosa, era rota, era secreta. Los ojos de Jimin brillaban por el avistamiento de lágrimas. Ese sería el último momento que tendría junto con él. Quería recordar los buenos momentos y cuánto había aprendido al lado de Jungkook. Tal vez el destino era terminar separados, Jimin siendo el empresario enfocado en su trabajo y Jungkook debía estar con su esposa y formar una familia, la que tanto anhelaba Jimin.

– Bésame, Jungkook.– los rosados labios entreabiertos suplicaban sellar la historia de amor de esa manera.

Sin dudar, los belfos se juntaron, encajando perfectamente como si hablaramos de un rompecabezas. El amargo sabor del cigarro calaba en el aliento de ambos. A ninguno le molestaba aquello. Jungkook aprensó el agarre con sus dos manos en las mejillas de Jimin. Cada segundo que pasaba se volvía más intenso. Paraban de vez en cuando para aspirar aire. Se sentían completos cuando estaban juntos. Jimin deseaba que el momento sea eterno.

Jungkook mordía el labio inferior. Los jadeos del mayor salían de su boca. La pareja del balcón desbordaba pasión con tan simple acto como es el de besarse. La intensidad no podía ser medida. Lágrimas corrían por los ojos del rubio mojando las grandes manos del menor.

– Te amo, Jimin-ah.
– Y yo a ti, Jungkook.

...

Jungkook se colocaba los zapatos en la entrada, se iba otra vez. Jimin, lo miraba atento a sus movimientos. Las despedidas era lo que más lastimaba. Ahora era la definitiva.

– Te escribo cuando llegue, ¿okay?– se incorporó quedando frente a frente.
– Esta bien, maneja con cuidado, por favor.
– Lo haré, corazón.– Jeon se acercó y depositó un último beso en los labios de Jimin.– Cuídate, te amo.
– Yo también.

Salió sin más. Las piernas de Jimin temblaron ni bien la puerta se cerró. Cayó de rodillas sobre el frío piso. Gritaba de dolor y desesperación. La careta de felicidad que llevaba el rubio se rompió. El show había concluído. Estaba frente a la realidad otra vez. El amor dolía como pinchazos sobre la piel. Dolía como golpes de boxeador en la cara. Dolía como cargas eléctricas en todo el cuerpo.

Jimin se preguntaba cuánto más seguiría doliendo.

Weekend LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora