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TaeHyung miró a su alrededor con miedo, su cuerpo tembló al notar como todas esas personas extrañas lo observaban de pies a cabeza. Muchos de ellos se atrevían a acercarse un poco más a su pequeña figura, la mujer que tiraba de su mano no parecía importarle que le estaba lastimando, jalando de su brazo con sus manos callosas y ásperas.

Las zancadas de esa mujer eran largas y rápidas, todos a su alrededor abrían camino para cederles el paso cuando caminaban, sin embargo. Ella no esperaba y el pequeño niño intentaba correr a su lado, la mujer jaló con fuerza de él y, aunque TaeHyung sollozó por el dolor, ella no se detuvo. Él siguió tropezando con algunos muebles del lugar.

Lo habían llevado a una enorme casa fuera de Seúl, el viaje había sido largo en un pequeño auto, donde sólo habían sido él y el señor Jeon. Lo habían trasladado cuando había caído la noche, por lo que no pudo ver el camino con claridad. Sólo pudo notar por las ventanas del coche, la oscuridad de la noche y las ramas secas de los árboles que golpeaban sonoramente los cristales.

Las paredes de aquella enorme casa se alzaban imponentes a su alrededor, su color amarillento y los muebles añejos que dividían los pasillos y las habitaciones le daban una apariencia vieja y sucia al lugar. Pocos candelabros iluminaban los pasillos y las escaleras rechinaban a cada paso. TaeHyung trató de recordar los pisos que habían recorrido, la idea de perderse en un lugar tan grande lo aterrorizaba.

Cuatro pisos, sólo cuatro pisos contó el pequeño TaeHyung cuando por fin, esa mujer horrible se detuvo.

—Quítate la ropa—. La voz de esa señora era fuerte y su mirada oscura también lo atemorizaba.

—N-No...— Intentó resistirse abrazándose así mismo, envolviendo sus frágiles brazos alrededor de su pecho. No se quitaría la ropa ante una persona desconocida. Su madre le había dicho que él no debía hacerlo.

—No tengo tiempo para tus berrinches. Hazlo ahora—. Volvió a ordenar ella, apretando los dientes para no gritar, el Sr. Jeon la podría oír y no quería ganarse una reprimenda de su jefe.

—¡No! ¡No quiero! —Gritó el pequeño con miedo, su carita sintió el fuerte golpe de esa mujer. Un golpe silencioso y rápido, nadie debía notarlo. TaeHyung llevó ambas manos hacia su rostro y el llanto estalló en él.

—Niño malcriado, te voy a enseñar a respetarme—. Refunfuñó la mujer, sus manos se dirigieron al pequeño cuerpo y comenzó a quitarle la ropa con brusquedad. TaeHyung intentó pelear por mantenerse con sus prendas puestas, pero un pellizco en su brazo izquierdo lo hizo desistir.

Ella lo metió con empujones a la ducha, abrió el grifo y el agua que cayó sobre su cuerpo era demasiado fría. TaeHyung sollozó con más fuerza ante el contacto con el agua helada, pero no pudo seguir peleando, pues la vieja mujer comenzó a tallarlo toscamente con una malla y jabón, lastimando su suave piel. Ello lo limpió con fuerza y apuro, lavó con esa misma malla sus rizos castaños. Prontamente el cuerpo de TaeHyung comenzó a adquirir un fuerte rubor debido al brusco trato de aquella mujer.

TaeHyung cerró sus ojos mordiéndose los labios ante el tacto de la mayor, la voz de su mamá susurró para él, recordándole que él es un niño fuerte, uno muy valiente. Él no debía llorar, él debía ser obediente y no tener miedo, porque su mamá vendría por él, porque él estaba seguro que su mamá no lo dejaría ahí, en ese horrible y aterrador lugar. Entonces, sólo con ella, podía llorar.

Se limpió el rostro con el agua helada y decidió no ser débil, no debía llorar, él era un niño valiente, no debía llorar a pesar del miedo, a pesar de lo aterrado que se sentía al verse rodeado de personas que nunca en su vida había visto y que todos lo tratasen tan fríamente.

No name ❀ KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora