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—¿Una subasta? ¿Lo estás diciendo en serio?

Jeon JongJae frunció el ceño al ver la sonrisa ladina de su socio. La idea de subastar a la pequeña joyita no le gustaba, si hacían eso, él no sería la primera persona en tomarlo.

—Recuperaré lo que gasté en Ren—. Explicó Park SeungGo encogiéndose de hombros, debía recuperar su inversión, era simplemente un negocio. Ren era un niño que se había quitado la vida días atrás antes de que pudiera presentarlo a otros hombres, pagó una suma enorme de dinero para tenerlo entre su repertorio, pero el estúpido niño, invadido por el miedo, terminó suicidándose en el baño de la habitación donde ahora TaeHyung dormía. —A muchos les gustará nuestro nuevo juguetito, Jeon. Pagarán bien por él. —Susurró poniéndose de pie.

Park SeungGo era un hombre importante en la política de Corea del Sur, su familia venía generación tras generación ocupando importantes lugares en el poder legislativo, su apellido era sinónimo de orgullo y justicia, ellos hacían las leyes, nadie pondría en duda sus sucios negocios debajo de la mesa.

SeungGo, a diferencia de JongJae, nunca había tocado a un niño de forma inescrupulosa, él no sentía esa atracción enfermiza, pero aprendió a capitalizar con ellos. Compraba a niños de orfanatos alejados de la ciudad, nunca se presentó en esos lugares, pero había personas de confianza que hacían el trabajo sucio por él. Cuando los tenía en su poder comenzaba el adiestramiento, los niños aprendían a comportarse cómo adultos, coquetear y complacer a sus clientes, solía prostituirlos a personas de poder con fetiches bajos y deseos infames, su grupo era bastante cerrado y discreto, pero muy fieles a él y a su familia.

JongJae y SeungGo se habían conocido en la universidad, no habían hablado demasiado en aquellos años, coincidían en muy pocas asignaturas en realidad, pero años después, cuando el señor Park, padre de SeungGo los presentó para realizar una licitación, JongJae descubrió el secreto de la familia Park, fue un error grave que pagaron con su vida varios de sus trabajadores, pero a cambio ganó un socio astuto y despiadado, quién para entonces se había casado con una de las nietas del fiscal de la nación y tuvo un bebé para mantener su imagen limpia ante el público.

Aquella organización clandestina se había beneficiado gracias a Jeon, por lo que le había dado ciertos privilegios dentro del lugar.

—No me digas, ¿quieres ser tú quien le quite la virginidad a ese chiquillo? —Se burló el hombre más viejo de ambos, se apoyó contra el estante y lo miró expectante.

Sus palabras parecieron exasperar a Jeon. —¿No lo has visto acaso? —Preguntó poniéndose de pie también, se pasó ambas manos por sus cabellos negros antes de agregar. —Ese mocoso se ve demasiado delicioso como para no tomarlo.

Los ojos castaños de Park miraron al pequeño TaeHyung, quien se había mantenido sentado en un rincón de su oficina. Ambos habían estado hablando como si el pequeño TaeHyung no estuviera presente escuchando cada una de sus palabras.

—Voy a hacer la subasta y no me interesa si estás de acuerdo o no con ello. —Advirtió SeungGo sin quitar la mirada del menor. —He organizado para hoy una reunión, aprovecharemos para subastarlo. Necesito recuperar la inversión del imbécil de Ren. —Miró como su colega intentó objetar, por lo que, alzando una mano, dijo. —Si te callas y me dejas de joder con este tema, te daré el cincuenta y un por ciento de las utilidades que consigamos del niño. Obviamente restando mi inversión.

Jeon se relamió los labios al escucharlo, desvió la mirada hacia TaeHyung también. Algo que le gustaba más que aprovecharse de niños, era el dinero. JongJae era consciente que conseguirían mucho más por TaeHyung de lo que ganarían con cualquier otro niño, le darían un buen precio por arrebatarle la inocencia. 

No name ❀ KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora