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•Encontrar alguien que
te devuelva toda la paz
que alguna vez creiste
haber perdido es como
un regalo del cielo•

•Encontrar alguien quete devuelva toda la pazque alguna vez creistehaber perdido es comoun regalo del cielo•

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Acariciar su piel es como tocar un algodón. Es suave. Delicada. Paso mis dedos por su abdomen, su pecho y finalmente llegó a su cuello donde empiezo a seguir las líneas de su tatuaje, perdiéndome en ellas y volviendo a empezar hasta que pueda lograr al fin completar la forma del tigre sin seguir las líneas en orden porque es imposible. Vuelvo a empezar porque es la manera en que me pierdo durante unos largos quince minutos antes de que él se levante de la cama, teniendo en cuenta el dato de que es la tercera o cuarta vez que el chico se queda aquí buscando compañía o un poco de calor durante las noches frías que lo rodean de vez en cuando. Dejo el tigre de lado y llevo mi mano hasta su cabello empezando a hacerle caricias, quitando los nudos que se formaron mientras dormía con cuidado y volviendo otra vez al mismo proceso tomando sus mechones amarillos entrelazados en mis dedos peinándolo y admirando el color, a él y su forma de verse tan calmado al dormir. Detallando aún más de lo que podría hacerlo teniendo al chico despierto. Adorando aquél lunar bajo su ojo.

—Buenos días —Su voz es ronca. Recién despertó y no podría sentirme más en las nubes que tener el placer de escucharlo en ese tono.

—Buenos días, Kazu.

El chico de adorables ojos ámbar se coloca de lado para quedar de manera más cómoda a observarme, sorprendiéndome por tal cercanía, llevando mi mano nuevamente a su cabello para seguir haciéndole suaves caricias en el mismo. Conozco el pasado de Kazutora y el dolor que lleva en su corazón es enorme pese a los años que han pasado, el hecho de que ha trabajado en mejorar para superar ese dolor y perdonarse a si mismo. Cuando lo conocí parecía estar tan perdido como un pequeño tigre que perdió a su manada y se dedicó a ir solo por el mundo en busca de algo que pudiese devolverle la vida una vez más, cuando nos encontramos fue de una manera que incluso me pareció chocante al inicio pero luego lo entendí todo a medida que fue depositando su confianza en mí y yo en él. Que nos fuimos entregando ciegamente a ambos.

—¿Kazu? —Una pequeña sonrisa a labios cerrados se asoma en su rostro.

—Si puedo. ¿Te gusta más Tora? —Llevo mi mano hacia atrás estirando su cabello liso en la almohada detrás de él y colocando mi mano en su mejilla dándole caricias en círculos lo cual parece gustarle ya que hace la acción de intentar fusionarse con mi mano.

—De cualquier manera esta bien.

Deja escapar un bostezo contagiándome del mismo. Cuando llegue aquí me sentía sola, un nuevo mundo, una ciudad es diferente a un pequeño pueblo y me encontré con este chico en un supermercado. Así nada más. Al inicio creí que era una chica, le dije que tuviera cuidado con su carrito de compras porque casi me hace tropezar con una botella de vodka. Si caía al suelo la tendría que pagar yo. Aquí la situación pareció irritarle de muchas formas a lo que empezamos una discusión en el pasillo de los jugos y bebidas, el escándalo fue tal que nos botaron del lugar sin siquiera dejarnos pagar. Molesta le di las gracias de una forma bastante sarcástica y hubo un cambio de actitud en cuestión de segundos, empezó a seguirme para saber mi nombre, cuando finalmente se lo di solo se limito a decirme "Lo siento, tuve un mal día y no tome en cuenta las consecuencias". Eso me dejo en un estado de shock, ya que parecía del tipo que no asume sus responsabilidades pero fue una idea equivocada. Bueno, no tanto después de saber su pasado. Se que luego de aceptar su perdón, lo cual no basto, fuimos a otro supermercado y en ofrenda total de paz y para dar cierre al asunto él pago todo.

Que galán.

—¿Tienes que irte? —Me acomodo colocando mi cabeza debajo de su barbilla, pasando mi mano por sobre él y así acariciar su espalda mientras nuestras piernas están entrelazadas. Encajando a la perfección cual piezas de rompecabezas.

—Si... Le prometí a Chifuyu que estaría en el turno de él de la mañana —Arrastra las palabras entre pequeños bostezos. Si sigo haciéndole caricias se quedara dormido y llegara tarde, no quiero se que se vaya pero una promesa es una promesa.

—¿Vendrás hoy? —Veo el inicio de las lineas de su tatuaje. Tentador.

—Si, vendré hoy y podríamos ver una seri–...

Doy suaves besos en aquél inicio del tatuaje, buscando armar la forma del tigre ahora con mis labios entre besos que podrían acabar en otra cosa. Somos adultos, adultos funcionales que comprenden este tipo de situaciones y pese a las veces que el chico se ha quedado estas tres o cuatro veces no hemos hecho nada por simple pena. Que anoche por el calor me pidió permiso para quitarse la camisa del pijama, el chico es adorable y suave a su manera, pese a toda las historias que me ha contado, es alguien dispuesto a seguir y seguir mientras en el camino encuentra el perdón hacía si mismo. Me parece algo increíble. Kazutora Hanemiya es alguien totalmente hermoso y no solo hablo de él sino de su forma de ser y ver todo. Llego hasta su cuello y el chico empieza a tener su respiración un poco agitada, debería detenerme y solo ignorar que esto esta pasando pero hay que ser sinceros todos aquí, si me detengo tendré la vergüenza de la vida así que es mejor seguir. No lo se. Paro de darle de aquellos besos y noto mi respiración agitada también y su mano en mi cabello, las mejillas calentándose y la vergüenza saliendo a flote.

—Tienes que irte, Kazu.

Lo que bien podría ser mi voz normal ahora solo es un sonido casi inaudible entre nuestras respiraciones agitadas. Me separa un poco de él tomando mis mejillas entre sus manos y sin darle muchas vueltas al asunto me besa. Y no. No es un beso de esos desesperados por lo sucedido, es uno de esos besos lentos, cálidos y románticos. De aquellos que no quieres que se acaben porque la sensación que te genera en tu cuerpo es incomparable. Se acomoda quedando encima de mi aun con sus manos en mi cara lo que me parece muy tierno de su parte. La respiración faltante y un tono de llamada sonando en la mesa de noche junto a la cama marcando el nombre "Chifuyu" y el emoticón de un gato negro. Se separa de mi mientras la llamada cae al buzón de su teléfono y se queda observando mis ojos tan fijamente que podría incluso leer su alma si lo intentará.

—Traeré la cena y unos dulces. ¿Te parece bien? —Le sonrió mientras asiento a su propuesta.

—Me parece increíble.

Dicho esto el chico se levanta de la cama pero antes dándome un beso en la punta de la nariz haciéndome sonreír aún más. Lo veo vestirse hasta que finalmente se despide soltando un dulce "te quiero y gracias por brindarme un lugar de paz", y eso es lo que me hace bailar al corazón y esperar la noche con mucha felicidad. Porque Kazutora Hanemiya merece tanto cariño como sea posible porque al escuchar esas palabras luego de conocerlo casi en su totalidad llegue a la conclusión de que es lo que él chico de hermosos ojos como una piedra hermosa se merece.

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