Amigos

657 69 44
                                    

La escuela es el proceso que todo niño y ser humano – en su momento – debe experimentar, por eso mismo Eri en esos instantes estaba frente la primaria '' Kirakiraboshi '' traducido al Español como ''Estrella brillante''. Pues ya poseía la edad indicada para entrar al mundo de los estudios.

Cada niño presente, se despedía de sus familias, dándose algún abrazo o un simple ademán de despedida, algunos ingresaban contentos a las instalaciones, impacientes de reencontrarse con algún amigo o para ver y conocer a sus maestros, otros, parecían tímidos, asustados e incluso algunos no paraban de llorar, aferrándose a la pierna de sus padres. En esos momentos Katsuki agradecía que su hija no fuera de esos, llorones.

La pequeña ojicarmín, tenía puesto su uniforme correspondiente, con una mochila color rojo a sus espaldas y su cabello recogido en una linda y adorable coleta. Al lado de ella se encontraba Jack, el can ahora estaba un poco más grande, aún con su distintivo collar rojo carmesí.

Desde que Eri llegó a su casa, a quien conoció primero – además de sus padres – fue al cachorro Jack, ambos conectaron al instante y se convirtieron en amigos inseparables, pero por esta vez, debían hacerlo.

La pequeña volteó viendo a sus padres.

— ¿Seguros que Jack no puede venir conmigo? – preguntó, una vez más la menor, mirándoles de forma suplicante. Ambos se hincaron frente ella negando.

— lo siento manzanita de caramelo, pero no dejan entrar perros al colegio – habló Shoto, y como si el canino le logrará entender, se acostó en el suelo, colocando una de sus patitas en su rostro mientras chillaba en desacuerdo.

La menor solo suspiró frustrada.

— no te enfades sabandija – dijo el cenizo, desordenado levemente los cabellos de su hija – Ya ahí adentro podrás hacer más amigos...

— ¿Tú crees? – preguntó ilusionada, viendo con un brillo en los ojos a su madre.

— ¡Claro que lo creo! Dime, ¿Que persona no le gustaría ser amigo tuyo? Eres encantadora, además de ser hija mía – opinó el ojirubí, recibiendo una pequeña risa de su esposo.

— ¿Y tú de qué te ríes helado de fresa? – recriminó fingiendo molestía.

Tosió para luego negar — de nada cariño, sólo... Recordé algo gracioso – sonrió.

— ajá, más te vale mitad-mitad – refutó el contrario.

El sonido de la campana resonó por la entrada, a lo que los infantes que aún no entraban fueron corriendo al interior de la institución.

Eri miró a los mayores, para rápidamente darles un beso en la mejilla a ambos en despedida.

— Recuerda sabandija, si alguien te molesta, discrimina o subestima, tienes mi permiso para patearle los huevos.

— ¿Y si es niña?

—... Pues los ovarios! – respondió  de igual manera.

— Princesa – llamó Shoto, atrayendo la atención de la nombrada – No olvides, qué Tú eres valiosa, una niña encantadora y llena de virtudes...

— No dejes que te tomen por alguien débil, hazte respetar, y ten cuidado con los extraños. – interrumpió el rubio, agregando unas palabras más.

— Gracias papás – sonrió – Ahora debo irme, ustedes siempre dicen que hay que ser puntuales... ¿Estarán aquí cuando salga?

— claro que sí mocosa, tú padre vendrá a recogerte y luego se dirigirán a mi restaurante para que almorcemos algo delicioso ¿Qué dices? Y así nos cuentas qué tal tu día – Comentó el cenizo, a lo que Eri sonrió y asintió frenética, amaba la comida de su madre.

→ 𝙍𝙪𝙙𝙚 ← | Tᴏᴅᴏʙᴀᴋᴜ/ Eʀɪ x Kᴏᴛᴀ | ✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora