15. Nuestra primera discusión. Apúntalo en la agenda.

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Reiner

Di otro pequeño trago de mi vaso de agua. El líquido corrió por mi garganta, fresco, pero no surgió en mí el efecto que buscaba. Quería alcohol, mi cuerpo lo necesitaba, pero estaba en su presencia y le había prometido algo.

Ella, Artemis Schützend, volvió a dejar escapar aire de manera pesada.

Estaba durmiendo.

En mi cama.

Se removió ligeramente, y su oscuro pelo se desordenó todavía más.

Cuando estaba despierta no la miraba demasiado, pues no quería incomodarla, pero ahora que estaba durmiendo prácticamente parecía que intentaba memorizar cada detalle de cada parte de su cuerpo.

Sus largas pestañas. La multitud de pecas de su rostro, que se concentraban sobre todo debajo de sus ojos. Ese lunar ligeramente más oscuro que lo demás, tan cerca de su redondeada nariz. Sus labios carnosos, esos mismos en los que tantas veces había pensado tanto inconsciente como voluntariamente.

Cerré los ojos, ligeramente avergonzado. Cuando los volví a abrir, mi mirada siguió registrándola.

Ahora mismo llevaba un vestido que antes había pertenecido a mi madre, pero hasta ahora nunca me había fijado en lo mucho que resaltaba las curvas del que lo lleva. O puede que fuesen las curvas naturales de Artemis. A pesar de lo mucho que me hubiese gustado, aún no había podido apreciarlas de cerca, recorrerlas no solo con la mirada.

Inmediatamente, aparté la mirada.

No podía pensar eso de ella. Estaba dormida, indefensa. Solo eran pensamientos, sí, pero no... simplemente no podía. No estaba bien... ¿no?

Suspiré, volviendo mi mirada hacia ella para asegurarme de que seguía dormida.

Efectivamente, sus ojos seguían cerrados, su respiración seguía siendo profunda y tranquila y su postura relajada.

Una de sus manos estaba muy cerca de su rostro, y la otra yacía tendida boca arriba encima de la cama muy cerca del borde. Tenía ganas de darle la mano, acariciarla, pero no lo hice.

Me levanté de la silla que había colocado a un par de metros de la cama para poder sentarme y me dirigí hacia la puerta.

Puede que le hubiese prometido no beber en su presencia, pero mientras ella estuviese durmiendo en mi habitación y yo me mantuviese en cualquier otra parte de la casa, no estaría incumpliendo nada.

En vez de dirigirme a la cocina, cuando casi había llegado al final del pasillo abrí una puerta exactamente igual que las demás. En otros tiempos había sido un estudio funcional, pero ahora que ningún miembro de la familia Braun necesitaba uno se había convertido, simplemente, en la habitación de las bebidas. Seguía llamándose estudio, aún así.

Entré y, haciendo caso omiso de todo lo demás, me dirigí hacia el mueble bar.

Tenía, como siempre, un par de elegantes vasos de cristal encima y las botellas en distintos compartimentos que las clasificaban. Otra cosa no, pero des de que volví a Marley, el alcohol no había faltado nunca en esta casa. Agarré una de las pocas botellas que quedaban en el compartimento de la ginebra y me serví un generoso vaso. Prácticamente me lo bebí de un trago. Me volví a llenar el vaso, maldiciendo la resistencia al alcohol que había desarrollado esos últimos años, y me lo llevé al comedor junto con la botella.

No me malinterpretéis, no era un adicto a la bebida (o eso me gustaba pensar), es solo que bebía cuando algo me hacía miedo, respeto, o simplemente no me veía capaz de afrontarlo.

La guerrera de la banda gris [Reiner Braun x Oc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora