Capítulo 14

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-Eh, ¿dónde están Dabi y Hawks?

Aquella pregunta hizo que los presentes levantaran la mirada de su plato, y una sonrisa ladina se asomaba en la cara de cierta pelinegra.

-Ni idea. A nosotras no nos miréis, que estábamos en otra habitación.- Dijo Demon dando un mordisco a su tostada.- Mirad más bien a 9, que él fue quien os ató.

-Así es. De hecho Dabi me gritaba mucho y por poco me quema al ponerle los supresores.- Comentó 9 recordando aquella experiencia.

-Ya la jodiste 9, que sorpresa.- Habló esta vez Akira mientras rodaba los ojos.

-¿Cómo iba a saber que son marineros veteranos que saben desatar nudos? Esto no ha sido mi culpa, yo los até bien.- Se defendió 9 mientras se levantaba.- Supongo que tendremos que parar este agradable desayuno y buscarlos, ¿no?- Abrió los brazos, expectante por la respuesta de los demás, que solo hicieron oídos sordos y volvieron a su comida.

Vanesa suspiró y se puso en pie. -Tendremos que hacerlo, no podemos dejar que se vayan.
Tras estas palabras todos se levantaron y salieron de la sala, dejando a un 9 molesto.

-Ah, ya veo cómo funciona esto, perfecto.

Después de un buen rato buscando todos se sentaron en el sofá vencidos, suspirando. Todos menos las chicas, que sabían perfectamente dónde se encontraban esos dos, y que de vez en cuando se miraban sonriendo.

-Oye Demon, cuando nos encontramos esta mañana y te pregunté sobre Dabi y Hawks me dijiste que los veríamos pronto, ¿sabes dónde están?- 9 se había dado cuenta de aquellas sonrisitas, por lo que preguntó a su amiga con una mirada de desconfianza.

-Claro que lo sé.- La pelinegra le miró sonriendo, para luego levantarse y añadir.- Seguidme.
Las chicas le hicieron caso. Los chicos en cambio se quedaron en el sofá mirándose entre ellos, pero cuando 9 se levantó todos le imitaron.

Demon les guió a una sala, y cuando todos estuvieron en esta vieron como Akira se acercaba a un armario con emoción. Y como para no hacerlo, porque menuda escena les esperaba.
Al abrir el mueble dos personas cayeron al suelo, una encima de otra, lo que provocó que sus labios chocaran y la habitación quedara en silencio.
Ese silencio habría durado más tiempo si no fuera porque se escuchó como la puerta principal se abría, indicando que "el de manos destructoras" entraba a la casa y que todos debían correr a la cocina.

Hawks y el Ying YangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora