Capítulo XVI

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Al otro día cuando me miré al espejo, el moretón de mi cuello aún estaba lejos de desvanecerse.

Suspirando, miré a Katt, quien seguía dormida, completamente ajena a mi tanda de ejercicios. Después de todo, eran las ocho de la mañana y nadie en su sano juicio estaría despierto a esta hora.

Excepto Aiden, que había visto el mensaje que le había enviado hace diez minutos, pero que había respondido con un tierno y muy digno de él "no me molestes, estoy entrenando".

Demasiado para la chica a la que había besado y dejado sin aliento hace solo una noche atrás.

Como si significara algo.

Me miré al espejo, consciente de que se había significado todo.

Aiden se había metido debajo de mi piel, oficialmente y sin vuelta atrás me había hecho quedar colada por él, ansiosa de besarlo una vez y otras mil más, ansiosa de tocarlo y de hacer más, consciente de que mientras yo me desfallecía por él, él se la estaría montando con la chica de turno, probablemente más interesante y menos insoportable que yo.

Y lo odiaba por eso, pero más me odiaba a mí por desearlo tanto. Lo peor de todo era que, sin dudarlo, le daría todo de mí una y otra vez si él lo quisiera.

Si me quisiera.

Peiné mi pelo hacia el lado en donde tenía el moretón, asegurándolo con un broche de flor que había comprado en la playa, evitando que se saliera de su lugar. No cubriría demasiado, pero al menos me ayudaría a cubrir el maquillaje que me había puesto encima, que era más claro que mi color de piel. Serviría hasta que fuera hora de bañarse, lo cual dudaba pudiera hacer sin revelarlo.

Pensando en que tenía que dejar de pensar en ello, le respondí a Aiden, intentando bajarle el perfil a la situación.

Alex <3: Lo siento. Enviaré el trabajo a la noche a Tanner. Cualquier cosa me avisas.

Apagué mi celular y lo dejé cargando junto a mi cama. Me puse shorts y un sostén deportivo y fui a trotar a la playa, intentando despejar mi cabeza de Aiden, pero estaba tan intoxicada que incluso llevando mi cuerpo al límite y el volumen de la música al máximo, no fui capaz de dejar de pensar en él. Era como si hubiera invadido cada célula de mi cuerpo, como si aquel beso hubiera tenido un hechizo del que no podría escapar nunca.

Maldita fuera Aiden Reed y sus labios de ensueño.

Cuando volví a la hacienda ya eran pasado las diez, y las chicas ya estaban despiertas.

—¿Dónde estabas? —me preguntó Katt en cuanto entré a la pieza.

—Trotando —me encogí de hombros—. ¿Qué se teje por aquí?

—Estábamos planeando nuestros outfits para la fogata de hoy.

—Oh. La había olvidado.

—¿Por qué no te apresuras y nos acompañas? Sabes que eres mejor que nosotras en esto.

Me reí y me dirigí al baño, donde tomé una rápida ducha y volví a echarme maquillaje y a hacerme el mismo peinado. Me puse un vestido veraniego y me reuní con las chicas en el casino. Pude avistar a Aiden a lo lejos, sentado en una mesa con Kyle, Gabe, Ashley y otros chicos del sur. Hice un mueca sin poder evitarlo y decidí sentarme dándoles la espalda, así no tendría ideas ridículas.

—¿Qué tienen planeado para la fogata, Alex? —me preguntó Gina.

—No lo sé —me encogí de hombros—. Hoy les toca la organización a Hails y a Katt con la profesora Lily, y no quieren decirme qué es lo que pasa.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora