De repente, sin darse cuenta comenzó a pensar que quería estar con él durante todas las estaciones del año. Un amor tan hermoso, que ni siquiera podría llamarlo... casualidad.
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"Fue una casualidad", Mew había escuchado esos comentarios varias veces, de diferentes personas. Desde adultos mayores que recordaban a sus primeros amores, hasta adolescentes que apenas estaban descubriendo de que se trataba todo el misterio del romance. No es como si él estuviera entre alguno de estos grupos.
Aunque nunca le había pasado algo semejante, se sentía algo ingenuo por pensar en que podría encontrarse de repente a su persona destinada. La palabra destinada sonaba demasiado linda, incluso él se imaginaba que cuando eso ocurriera pasaría como en las películas. Probablemente una suave brisa pasaría y el olor de las flores, que estaban en ese inmenso parque botánico, llegaría hasta su nariz. Vería a una hermosa mujer, de cabello castaño y más bajita que él, delicada como una rosa y tan elegante como una reina.
No fue así.
Definitivamente no fue así, ese día estaba haciendo mucho calor, si algo llegaba a cruzarse en su nariz sería probablemente el olor a sudor de sus propios estudiantes. Mew había decidido ser profesor, después de haber terminado su doctorado, le habían propuesto un trabajo para su propia universidad. Era un trabajo bien pagado, así que no tenía algo por lo cual negarse. Eran buenos chicos, más estudiosos que unos, más perezosos que otros. ¿Cómo había acabado en esa situación de excursión con sus alumnos? Debía darles todos los créditos a sus queridos compañeros de trabajo.
Nunca imaginó que su compañera, la señorita Apinya, le pediría que le acompañase a esa excursión. "Es una buena idea para que puedan ver la estructura de un parque botánico, sería algo asombroso para su siguiente clase". Era su superior, Mew no pudo negarse.
El lugar era muy bonito, aunque se sentía algo sofocado con la corbata que era necesario llevar cada que estuvieran con los estudiantes. Según el directivo les daba una presencia respetable, aunque él no lo veía necesario, no era por presumir, pero... sus estudiantes prestaban atención con su sola presencia. Quizás se debía a lo "feroz" que era en el aula, no le gustaba aquellos que no le prestaban atención.
—Doctor Suppasit, ¿se siente bien? — la voz de la profesora le sacó de sus pensamientos. Mew sonrió asintiendo, jaló un poco de su corbata como si se estuviera sofocando, aunque no se sentía de esa manera.
—Un poco, iré a refrescarme... no se preocupe, estoy bien. Continúen. —dijo Mew retirándose de ahí, se dirigió a los sanitarios, se quitó esa estorbosa corbata. Suponía que podrían lidiar con los estudiantes sin él durante una hora, seguramente harían su recorrido en aquella área de plantas exóticas. Miró la hora, podría pasear un poco a su antojo y después volvería con sus compañeros diciendo alguna excusa de su tardanza, algo como que se había perdido o que no los encontraba. Lo pensaría después, no es que fuera un profesor irresponsable, pero era un profesor joven en su día libre, y atascado aun en trabajo. Quería distraerse un poco.
Su caminar era lento, sin prisa. No sabía por dónde comenzar, la primavera era muy bonita las plantas daban sus mejores poses para captar la atención de sus visitantes. Los colores eran un deleite para la pupila de las personas y sobre todo de Mew, sin mencionar el olor tan agradable que inundaba el lugar.
