El cantar de los grillos y las grandes letras de Vinewood eran lo único que acompañaban al pequeño de cresta. Preso del insomnio y de malos pensamientos había acabado allí. Sentarse por la noche a pensar, a respirar, a intentar buscar esa claridad que en la mayoría de ocasiones parecía inexistente, era de las pocas costumbres que no habían cambiado en su vida.
Miraba hacia la ciudad y creía verse a sí mismo sobre ese puente, ese puente del que había intentado tirarse hace tan solo unos días. La esperanza de llegar a esa luz al fondo del túnel parecía nula, porque, mejor dicho, ya no veía la maldita luz. ¿Qué se supone que debería de hacer? ¿Seguir luchando e intentando para no llevarse absolutamente nada? ¿Dejar que una vez más que la frustración le hundiese entre sus densos pensamientos? ¿Intentar vencer a un monstruo que no puede ver? ¿Intentar vencerse a sí mismo?
¿Tan mal lo hizo? ¿Tan malo es sentir? ¿Tan malo es querer ser tú mismo, ser feliz? ¿Tan difícil era que le dijeran que valía la pena? ¿Tan difícil era dejar de ponerle trabas en su camino lleno de baches? ¿Por qué nadie se puso en su lugar? ¿Tan poco vale Horacio?
Se sentía egoísta, había conseguido que Volkov volviese ¿Por qué se seguía sintiendo solo?
¿A quién quería engañar? ¿Volver para ayudarle en la investigación? Menuda excusa barata para decir "Ayuda, me hundo"
El húmedo aire acariciaba su cara con cuidado, como si tratase de consolarle, de hacerle compañía en silencio. En su amplia sudadera negra escondía sus manos, intentando conservar todo el calor posible, parecía en vano, pues la calidez se esfumaba como arena entre sus dedos.
Con las puntas de los dedos que asomaban de las mangas de su sudadera empezó a acariciar con parsimonia la hierba sobre la que estaba sentado. "Es suave" pensó. Iba a acercar la mano a una pequeña y blanca flor que asomaba entre el verde suelo, pero sus actos se vieron interrumpidos por el rugido de un motor de un coche que parecía estacionar allí.
Curioso irguió su espalda para intentar descifrar quién era la persona que allí paraba. Un hombre muy alto de cabellera platinada, vestido con un pantalón de chándal gris, unas zapatillas de deporte negras y una camiseta del mismo color se acercaba hasta su posición.
-Priviet, ¿Me puedo sentar? – Preguntó Viktor con un tono de voz suave
Asintió y el ruso, ayudándose de su diestra, se posicionó al lado de Horacio, a pocos centímetros
– ¿Cómo me has encontrado? - preguntó con una voz apenas audible
-Como no sales de servicio eres fácilmente localizable- dijo con una pequeña sonrisa mirando hacia el suelo - ¿En qué piensas?- preguntó preocupado
Horacio dejó caer su cabeza en el hombro del ruso con sumo cuidado y se quedó hecho una bolita a su lado
-Pienso en que no soy capaz de ver la puta luz al final del túnel- dijo con la voz a punto de romperse
-Horacio, escúchame- dijo mientras se movía posicionándose de rodillas en frente del menor
-No, escúchame tú a mi- dijo levantando la vista hacia la contraria y agarrando la camiseta del ruso por los costados de la cintura. No con violencia, solo para darse fuerza a sí mismo para seguir hablando y poder sentir el contacto.
-Sé que debería pensar que todo va a estar bien, y que esto va a servir de algo, pero no soy capaz, no puedo, pasan los días y no mejora nada, nada, todo son problemas, todo empeora. Volkov, dime, dime, ¿Qué más puedo hacer? He intentado afrontar todo con una sonrisa, me he levantado de lo que pensé que sería lo más profundo, pero no, me hundo más y más. Hasta he rezado a un dios que probablemente ni exista, he probado de todo, he buscado esperanza en lo que no la hay y no consigo absolutamente nada. – las palabras salían con nerviosismo, unas atropellaban a las otras. Las lágrimas no se quedaban atrás, pues acompañaban alegremente tanto al director como al ex comisario.
Volkov estaba asustado y su cara de absoluta preocupación le delataba.
-Te lo prometo, lo juro, no quiero morir, solo quiero parar de estar mal, de sentirme basura, de sentir que estoy haciendo mal todo, de que nada me salga bien
y todo lo que intento se vaya a la mierda, quiero que las personas a las que quiero no les pase nada, no quiero sentirme solo... Lo intento y lo intento, pero no puedo más...- En los orbes del moreno no había brillo, no había luz, solo se podía ver una angustia indescriptible.
-Horacio...-
- Viktor, no puedo más-
Esas cuatro palabras calaron más en el ruso de lo que cualquiera creería, sentía una impotencia arrasadora. Intentando luchar contra esta, dirigió sus manos temblorosas a los costados de la cara del menor y con sus pulgares empezó a quitar las lágrimas de su cara, aunque no sirvió de mucho, ya que estas no cesaban.
-Hache...- respiró profundamente intentando hablar sin ser interrumpido por sus sollozos- no voy a dejar que caigas, no voy a dejarte solo- Bajó su mano derecha hacia el cuello de la camiseta del menor por la parte del hombro, y la apretó con fuerza
-Por favor... no te rindas. No lo hagas... - las lágrimas caían esta vez con más frecuencia por el rostro del ruso mientras negaba con su rostro con fuerza – Por favor...- dijo en un susurro. Le aterraba la idea de perder al moreno. Actualmente era lo mejor en su vida, su razón de existir, no podía perderle, a él no.
-Va-vale - dijo justo antes de apoyarse en sus rodillas para rodear por el cuello al más alto
El ruso con fuerza le rodeó por su espalda baja atrayéndole lo máximo posible a sí mismo. Aspirando el familiar aroma del menor y empañándose de esa calidez que solo le podían dar sus abrazos.
-Gracias- espetó el ruso entre sollozos -Eres un puto héroe. La persona más fuerte que conozco. Gracias-
Horacio solo pudo aferrarse más a la espalda del contrario y llorar, desahogarse de una manera de la que hace mucho no podía, sintiéndose escuchado y apoyado al completo.
Se abrazaron durante largos minutos, no querían soltarse y tampoco tenían planeado hacerlo. Al fin y al cavo eran la razón de ser del contrario. Siempre había sido así y ahora no cambiaría.
-Viktor, te quiero-
-Yo... yo también te quiero Horacio-
ESTÁS LEYENDO
··It's not too late to build it back·· VOLKACIO
Fanfiction-Viktor, no puedo más.- -No dejes de luchar...-