Capítulo 29

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Keira.

Los sollozos no me permitían hablar, me limité a sostener su frágil mano y a acariciar su cabello con delicadeza. Ella me miró, extrañada.

—¿Quién eres?

Su voz llegó a mí como una vieja canción que antes amabas escuchar, pero con el tiempo la olvidaste y vuelve a ti, llenándote de recuerdos. Sin poder evitarlo, sollocé más.

—Soy yo, mamá —musité.

Frunció el ceño.

—Yo no soy mamá, mi nombre es Olivia.

Sentí una presión en el pecho y tomé una profunda respiración, intentando controlarme.

«Tú puedes hacerlo. Esto no es nuevo para ti. Vamos».

—Soy Keira, mamá. Tu hija.

Su mirada permaneció observándome, confundida.

—¿Tengo una hija?

Quería soltarme a llorar.

—Prueba con algo que sea importante para ella —sugirió Danielle.

Suspiré, mirando alrededor de la habitación, pensando en alguna idea. Me detuve al mirar sobre un pequeño estante del lado derecho de la cama, en el, había pertenencias de mi madre y, entre ellas, una foto. Caminé hacia a ella y la tomé para observarla con atención, al instante, comencé a llorar de nuevo: mamá, Kade y yo sonreíamos, los tres estábamos sentados en el suelo, el pino de navidad estaba detrás nuestro y unos cuantos regalos estaban debajo de él.

Recuerdo perfectamente ese día. Fue nuestra última navidad juntos y el último día que yo celebré esa fecha también.

—Mira —me acerqué a ella, mostrándole la foto—. ¿Quién es ella? —la señalé a ella misma en la foto.

Sus ojos se desviaron en la dirección que le mostré y ladeó su cabeza, curiosa.

—Soy yo.

Asentí, sonriente.

—¿Y él? —señalé a Kade.

Su ceño se frunció, marcando las arrugas sobre su frente.

—No lo sé.

—¿A quién se parece? —inquirí.

Lo dudó unos segundos.

—A mí...

Mi sonrisa se hizo más grande.

—¡Sí! Él es Kade, es tu hijo.

—¿Mi hijo? —parpadeó, sorprendida.

—Así es. ¿Y ella quién es? —me señalé.

Desvió su mirada de mí hacia la foto un par de veces, intentando unir las piezas.

—Eres tú.

—¡Perfecto! Yo soy Keira, tu hija.

—Keira... —pronunció mi nombre como si lo estuviera saboreando en su paladar—. Keira...

La dejé que lo asimilara unos breves segundos. De pronto, algo cambió en su mirada y sus ojos destellaron un brillo que me recordó a cuando éramos felices. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos y me miró, esperanzada. Sus manos acariciaron mi cara, palpándome, asegurándose de que fuera real.

Sunshine. Mi Sunshine..., ¿realmente eres tú? —dijo en un hilo de voz.

Al igual que ella, mis ojos se llenaron de lágrimas y asentí, tocando sus manos que aún seguían sobre mi cara.

Atrápame si puedes (Completa✔️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora