1. Perro doméstico

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—No pedí esta vida, yo no la pedí. Esa sopa de dudosa procedencia, esos baños llenos de polvo y semen, si fuera mío o tuyo no me quejaría ¡Pero no es mío, Jeon. Y estoy seguro que tuyo tampoco!

¿Tan seguro estaba de ello? Ni siquiera me atreví a bromear, siendo conciente de que el que acabaría con dolor de cabeza aquí sería yo.

El castaño se mantuvo golpeando repetidas veces la pared gris con la pequeña pelota de tenis, sosteniendola con agilidad al ser devuelta por el rebote.

—Dos meses, dos meses ¿A quién se le ocurrió esa estúpida idea? Pudieron sacarnos de aquí el primer día si quisieran ¡Pero no! Tuvieron que ser unos malditos imbéciles desagradecidos.

Un doceabo suspiro salió de entre mis labios. Intentando mantener la calma, llevé mi cabello hacia atrás y cerré los ojos por unos segundos.

"Es taehyung, tu amigo. No puedes matarlo, no puedes matarlo." Repetía sucesivamente en mi cabeza.

–Si creen que después de este martirio los compensaré con un buen trato y mis bellos sentimientos, están equivocados ¡Esto es peor que una maldita infidelidad! El primero en caer será Hoseok, claro que lo será. No rogó lo suficiente por mí y la necesidad de mi presencia. Ese chico me las pagará.

Un golpe en seco contra la pared fué lo que hizo que Taehyung volteara, así logrando que su pelota rebotara contra su hombro y cayera al suelo.

No estaba molesto, sino emocionalmente desgastado. Ya tenía suficiente con escuchar los berrinches de Taehyung como para que ahora volviera a nombre a Hoseok.
Jung Hoseok, la persona que me abrió los ojos y me hizo darme cuenta de lo que soy capaz por Kim, pero de lo que él no es capaz por mí ¿Odiarlo solo por eso me hace una mala persona? Me abrió los ojos cuando yo no quería que nadie me los abriera, estoy en mi derecho.

—Una palabra más, Taehyung, y te juro que tomaré tu sopa y la llenaré de la mugre del baño para después hacer que te la tragues de un puto sorbo –la pausa fue notable.

Volteé hacia él al sentir que su silencio duró más de lo esperado. Al verlo, bajé mi puño resignado y suspiré una última vez. Esperaba que fuera la última.

Una sonrisa satisfactoria fué lo único que conseguí de respuesta. Su cuerpo se acercó al mío con el mínimo de pasos. Debido a la pequeñez de la celda, era fácil estar cerca uno del otro, y eso me volvía loco.

—Que buen día para odiarnos, ¿no? –comentó burlón.

—Es beneficioso, con simpleza podría empujarte antes de que te escapes, que te atrapen y yo huir tras de mi libertad. Tengo un excusa preparada, por cierto –contesté, tomando nuevamente distancia de él, dejando caer mi cuerpo en una de las camas de la litera.

Éramos cuatro en una celda, los últimos dos estando la mayoría del tiempo fuera, con su pandilla de "chicos malos", seguramente buscando con quién entrenar los puños. Claro, nosotros no éramos la primera opción ni de lejos, recibiamos un golpe y eran concientes de que nuestro queridísimo jefe los tendría al ojo. A no ser de que antes Taehyung tuviera el ánimo de cortar sus dedos o cualquier parte de sus extremidades. Si fuera así, ahí nadie podría salvarlos.

—¿Tienes alguna idea de cuánto más tenemos que estar en la celda? Presiento que la señal que supuestamente nos darán, nunca llegará –habló Kim, con voz baja y una expresión más desgastada que la anterior, apoyando uno de sus brazos sobre las escaleras de la litera.

—Namjoon kim lo sabe, sabe que ya hicimos nuestra parte del trabajo. No desconfíes, saldremos de aquí.

—¿Que no desconfíe de él? ¿En serio me lo estás diciendo, Jeon? Eres un imbécil.

El cambio de humor en su expresión se notó al instante, percatandome de como evitó cruzar miradas conmigo y mantener la suya sobre uno de los muros.

Llegaba a sentirme apenado por el esfuerzo de Nam y a la vez dando toda la razón al castaño de su comportamiento. Mi team no estaba dividido, sabía que yo siempre estaría a la disposición de Taehyung, creyendo que quizás yo era el único lazo que mantenía a esos dos juntos. Pero no era hora de pensar en eso, no en un momento como este. Estábamos al borde de conseguir cadena perpetua o la libertad.

—Solo olvídalo por un segundo ¿Sí? No te comas la cabeza con sus cosas en un momento como este.

Me levanté del colchón y revolví el cabello del chico, notando su satisfacción y como volvía a entrar en un aura de paz. Parecía un perro doméstico.

Uh, sería bueno decirlo en voz alta.

—Bulldog.

En pocos segundos el puño del contrario se elevó dispuesto a golpearme, pero el repentino rechinar de las rejas de la celda hicieron que nos paralizaramos en nuestra posición.

—¿Kim y Jeon? —habló una voz desconocida, a un pie de estar dentro de nuestra "habitación".

Voz ligera, tranquila pero con pesadez de querer que nadie lo escuché más que nosotros. Un "sí" salió de mis labios, más grave y serio de lo que esperaba. Nuestras miradas seguían entre nosotros, pero por el rabillo de mi ojo mantenía la atención en el tercero.

El desconocido elevó su gorra de policía, dejando a simple vista unos mechones rubios que acabaron cayendo por su frente, una leve cortada en su ceja y unos ojos oscuros y penetrantes, sintiendo la pesadez de ellos en nosotros. Al apreciar como su lengua pasaba por sus abultados labios pude ser testigo de su nerviosismo, pero a la vez la seguridad de sus movimientos me hacían creer lo contrario. Era una mezcla de todo.
Claro, Taehyung no podía verlo al estar de espaldas. Seguramente pensaba que era un señor de tres metros en busca de dar cabezasos.

—Ya es hora.

El puño de Tae se tensó, pero esta vez para celebrar, adueñandome de su atención y este dando a notar una amplia sonrisa. Me rodeó con sus brazos por encima de mis hombros y dió un que otro salto mientras hacía que nuestros cuerpos giraran en un mismo eje.

"Te lo dije, no debías desconfiar" Susurró en mi oído al acabar de celebrar, ganándose un manotazo en su espalda en ese mismo instante.

En otras circunstancias, escuchar su voz susurrada en mi oído hubiera hecho que me desvaneciera.

Nuestra atención volvió al rubio después de unos pocos segundos y este volteó, dando a entender que le siguieramos. Y dios, santo Dios, ahora sí que me desvanecí.

En el momento que fijamos nuestra atención en él los dos tragamos al unisono, nuestras miradas sin poder evitarlo, escaneando de principio a fin la silueta del chico. Pude sentir una especia de electricidad la cual sabía que Kim también había percibido.

—Lo ví primero.

—A tí no te gustan rubios, imbécil –protesté.

—No te quedes en el pasado, este es el presente, amigou –de forma burlesca, dió dos palmadas sobre mi hombro y siguió obediente al más bajo.

Ya veremos, Kim. Ya veremos.

...

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DARKNESS 漫 VMINKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora