No lo quiero cerca

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Aveces sientes que el mundo a tu alrededor, es diferente a ti; lo que es normal, lo que es común, lo que le pasa millones de veces a miles de personas, como a Danielle. La chica que no tiene la mejor reputación del mundo, los profesores la regañan, la oveja negra del curso... y todo tiene una historia, todos tienen su historia, ¿y el final es lo importante? Sin historia, sin narración, no hay un final...

NARRA DANIELLE:

Otro día, otra mañana, otro inútil día de escuela, siempre lo mismo, ¿no?. El inicio de clases después de relajantes vacaciones, una pesadilla, levantarme temprano no era lo mejor del mundo para mi. Llegué a la entrada de mi escuela, la mochila colgaba de mi hombro derecho, en la mano llevaba mi celular y los audífonos conectados a el, un auricular en cada oído mío, estaba escuchando rock, la música me aislaba de la cruda realidad, los estudiantes caminaban y hablaban entre ellos, mientras yo simplemente prefería caminar sola hasta mi aula de clases...

Mis amigas eran unas creídas, pero eran simpáticas y por eso estaba con ellas, gracias a esas chicas era que los demás ya no se burlaban de mi por ser una chica rara, le debía mucho a mis amigas. Mientras ellas parloteaban en el aula, yo esperaba aburrida a que apareciera el profesor, mi mirada fija en el reloj que colgaba encima del pizarrón, las manecillas parecían burlarse de mi, iban cada vez más rápido y sabía que se aproximaba la hora de la primera clase, cuando quería que el tiempo se detuviera, corría velozmente, cuando quería que pasara rápido, se hacía lento.

-Buenos días, alumnos- saludó el profesor que entraba con el libro de clases en la mano.

-Buenos días, profesor- saludaron todos al unísono, como robots, tan sincronizados.

No me molesté en saludar, sabía que tenía compañeros que lo hacían por mi, un saludo menos no marcaba la diferencia, al menos no para mi. Y así comenzó la clase, fue la típica presentación del profesor, lo que me hizo caer dormida, por suerte mía, reaccioné al instante, o sino sería la burla de muchos, otra vez. Hasta que entró un chico que no había visto antes al aula, el profesor lo observó y sonrió con satisfacción.

-Buenos días, tu debes de ser Kyle, si no me equivoco- dijo el profesor dirigiéndose al que sería un nuevo alumno.

-Sí, buenos días- saludó él firme.

Kyle, ¿eh? Interesante nombre, pero no era lo suficiente para ser aceptado, debía pasar la prueba que le tenderían los demás estudiantes, siempre era lo mismo, no pasas la prueba, prepárate para ser humillado por el resto de tu estancia en el colegio.

-Sientante, por favor- le dijo el profesor.

En ese momento me lamenté de pies a cabeza, todos los asientos estaban ocupados, a excepción del mío, ya que no me gustaba tener compañero de puesto, pero sabía que eso no convencería al profesor. Kyle se sentó a mi lado, dejó su mochila al lado de su silla y me dedicó una sonrisa, a lo que yo respondí con un bufido y una mirada amenazadora. Estúpido Kyle, si no pasaba la "prueba", se convertiría en un miserable, y yo sería su compañera, lo que me haría ser burlada igualmente, y eso era lo menos que quería ahora.

-¿Tiene algún problema, señorita?- se dirigió hacia mi el profesor al darse cuenta de que no prestaba atención a su clase.

-Para que sepa, tengo nombre, me llamo Danielle- le dije fríamente, a lo que por lo que pude observar, al profesor le dio un escalofrío, siempre pasaba cuando yo hablaba, se le podía llamar mi don, supongo.

Se escuchó la ruidosa campana, lo que significaba que empezaba el recreo. El profesor se despidió y todos los alumnos se levantaron de sus respectivos asientos, menos uno, Kyle.

-¿Qué haces? Ya es recreo- le dije sin mirarlo, estaba concentrada en guardar mis cosas en mi mochila.

-Te llamas Danielle, ¿verdad?- me preguntó tímido.

Con lo tímido que era ese chico, estaba segura de que no pasaría esa estúpida e inútil "prueba" que le tenían los estudiantes, por lo que obviamente, si le hablaba, yo también tendría problemas.

-Ya se lo dije antes al profesor, ¿O acaso eres sordo?- concluí firme.

Me fui del aula y me dirigí a inspectoría. Ahí, me dieron el número y contraseña de mi casillero, yo cambiaría la clave luego. Caminé por los pasillos, revisaba de reojo los casilleros, no encontraba el mío, tan lejos no podía estar. Hasta que lo encontré, tenía garabatos imposibles de descifrar escritos, tenía una pegatina de una carita feliz, por dentro estaba vacío, sólo necesitaba limpiar un poco la puerta. Guardé mis libros y cambié la clave. Vaya forma de empezar las clases... aburrido.

NARRA KYLE:

Llegar tarde a mi primer día de clases en una nueva escuela, sentarme al lado de una chica rara y que mi casillero quedé al lado del matón del curso. Nunca pensé que mi vida empezara así, 15 años y jamás pensé que mi suerte podía llegar a ser tan mala.

Al instante que se escuchó la primera campana del día, que daba a conocer que era el primer recreo, todos los alumnos se levantaron de su respectiva silla, al igual que mi compañera. Se veía concentrada en guardar sus cosas en su mochila. Me detuve a observarla un momento. Cabello liso, tomado en una trenza un tanto desordenada, tenía el flequillo a un lado; era delgada, tenía que admitir que era plana por frente para ser una chica de su 15 años; llevaba puesto unos jeans, una blusa café y unas zapatillas gastadas.

-¿Qué haces? Ya es recreo- me dijo ella sin siquiera mirarme.

-Te llamas Danielle, ¿verdad?- había escuchado su nombre antes, pero quería conversar un rato con ella.

-Ya se lo dije antes al profesor, ¿O acaso eres sordo?- dijo fríamente y se fue.

Sí, era rara. Tomé mis cosas y me fui del aula. Ya había preguntado por mi casillero, así que lo encontré rápidamente, obviamente me espanté un poco al saber que a mi lado estaba el casillero del chico rudo de la escuela. Caminé sin rumbo por los pasillos, hasta que encontré a Danielle, estaba guardando sus libros en su casillero, noté como cambiaba la clave, cerró su casillero enfadada, hizo que el ruido retumbara en los pasillos. Mejor no me relacionaba con ella, quería caerle bien a los demás y sabía que esa chica no traía más que problemas.

Lo que nunca sospechamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora