Aiden se sentía fuera de sí, como si algo muy dentro de él se hubiese roto en mil pedazos. Siempre había sido una persona que se movía por impulsos, por deseo y muchas veces ambas cosas siempre acababan siendo una perdición para él mismo. Su estilo de vida des de que era joven que había sido un problema tras otro, haciendo que su vida fuera un constante malabar y que hubiese desarrollado la capacidad, como los felinos, de caer de cuatro patas y seguir su camino como si nada hubiese pasado. Era consciente de que era él mismo quien siempre acababa buscando el peligro, abandonando la tranquilidad que le habían brindado sus seres queridos que habían hecho que viviera en pequeños momentos una plácida existencia. Pero siempre llegaba algo a su vida que hacía que lo enviara todo a la mierda.
La burda mentira de tener que sobrevivir solo delinquiendo, cuando la opción más fácil hubiese sido pedir ayuda.
La amistad con Clay que estropeó lanzándose al vacío con todo el asunto de la estafa a los yakuza.
Y finalmente la pieza que faltaba en su puzzle pero que era la misma que lo había echado todo a perder: Yacob Sokolov.
Ese hombre entró en su vida como una droga adictiva que ni quiso ni fue incapaz de parar. La forma que tuvo de perseguirle, arrastrarle, llevarle a los rincones más oscuros de su propia persona y a la vez sentirse comprendido en todos los sentidos más tóxicos de su mísera existencia a base de una pasión, deseo arrolladores. Y si se podía clasificar así, un amor demasiado desmesurado y que le hizo perder el norte.
"Tampoco es que yo sea gilipollas del todo..." Aiden sonriendo vagamente con ironía, se quedó sentado en el suelo donde seguía esperando en la oscuridad de esa habitación donde le habían llevado los hombres de la hermandad. No era idiota, él mismo sabía donde se metía, el mismo Yacob le advirtió de una forma u otra de como era la vida a su lado y él la abrazó. Se lanzó al abismo con los brazos abiertos y a ciegas. Pero el enfrentamiento con Lev le había dejado una sensación demasiado agobiante en el cuerpo. "¿Somos iguales?"
Aiden sintió que la rabia recorría de nuevo su cuerpo, como las lágrimas se la acumulaban en las cuencas de los ojos y no podía hacer nada para reprimirlas. No le importaba de todos modos, estaba solo, nadie había ido a por él. No tenía a Wyat para que le echara bronca, estaba viviendo un bonito e idílico momento junto a Tyler como para estropearles esa eterna luna de miel. Clay estaba postrado en una cama luchando por su vida por en gran parte, su culpa. Si no hubiese claudicado ante Yacob, Dimitri no hubiese contactado con Clay y la maldita rueda de fatídicos sucesos se hubiese parado.
No tenía a Yacob, ese idiota con el ego más grande que su propia entrepierna estaba librando su propia guerra personal para reafirmar su postura y dejar atrás el pasado. O al menos eso creía, ya que en los últimos instantes estaba sopesando que a ese hombre, al igual que a él, le iban demasiado bien los problemas.
Elevando sus ojos oscuros cuando pudo ver que alguien entraba en la habitación, viendo los cabellos rubios del demonio y como ese cuerpo que normalmente se movía con elegancia y hasta a veces demasiada chulería, ahora parecía agotado. No moviéndose de su postura y observando como Yacob se acercaba a él con cuidado, como quien lo hace con un gato malherido que le va a saltar en el rostro para arañarle los ojos.
"¿Acabó tu venganza?" Aiden, sonriendo de medio lado, se llevó un cigarrillo a los labios mientras veía como Yacob con algunas vendas en su cuerpo, le miraba en silencio. Odiaba que se arrepintiera demasiado tarde, odiaba que ese hombre tan perfecto a sus ojos le hubiese abandonado en medio de la nada. "Al final... Lev tenía razón."
"Aiden no me jodas... cuanto te metiste en esto, cuando quisiste acompañarme en todo este embrollo de Sergey, sabías lo que podía pasar, nadie te obligó a venir." Yacob sin poder evitar seguir siendo gilipollas, no calmó al menor, le soltó esa parrafada tan sumamente preparada que hizo que su estómago se retorciera cuando el de cabellos negros le observó con una ceja enarcada. "No eres como Lev."
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Eternal.
RomanceAiden un camarero de un club exclusivo llamado Eternal que se cruzará con su perdición: Yacob, un mafioso que no será capaz de soltarle. Llevando a ambos a una espiral de pasión, perversión y sexo. Aflorando todas las inquietudes, miedos y deseos. ✨...