Viejas anécdotas embisten este día el baúl de recuerdos olvidados, mi senil memoria evocando un relato que fue consumido por el sigiloso pasar de los años. Los testigos presentes que podrían dictar veracidad, yacen bajo elegantes pilares de concreto, queda en su criterio aceptar esta historia o simplemente tomarme como un viejo confundido.
La juventud en su máximo apogeo se desbordaba por cada poro de mi ser, era una tranquila noche a mediados de la década de los 50s, yo iba de camino a casa de mis abuelos, transitando por una pequeña vereda iluminada por el majestuoso brillo del cielo nocturno, cuando una joven se interpuso delante de mí, su mirada hechizante intimidaba a cualquiera que fijara sus ojos en ella. Recuerdo bien que tomo mi hombro susurrando un par de palabras mismas que no fueron comprendidas por mi oído ya que mi cerebro se quedó pasmado con tremenda dama.
Al siguiente día me encontraba decidido a recabar pistas para encontrar a la hermosa joven, pregunte con amigos y vecinos, la busque hasta por debajo de las piedras, pero mis esfuerzos eran en vano nadie asociaba la descripción que esa dama poseía con algún habitante de la localidad.
Los días fueron pasando sin respuesta alguna de la chica de hermosa mirada y adopté una costumbre de salir a caminar al caer el sol, mi corazón ansiaba verla una vez más, pero todo resultaba inútil, de esta manera tuve que hacerme a la idea y arrancar esa imagen de mi subconsciente más sin embargo, el mítico guiño del destino volvió a ponerla frente a mí, lentamente se aproximó y coincidimos cara a cara mientras nuestras miradas se conectaron y por un momento la paz domino mi existencia, acaricio mi mejilla se acercó a mi pecho y me regalo un abrazo tan grande como el mismo universo, los segunderos que marcan nuestra realidad por un instante quedaron congelados, jamás había sentido algo similar.
Era como si la conociera de toda la vida en sus palabras encontraba tanta calidez como la de un infante en los brazos de su madre, esa noche los grillos se vistieron de gala deleitándonos con su hermosa melodía, las estrellas brillaban más que nunca en espera de nuestro mágico encuentro.
Sus labios rosaban con los míos y mi aliento abandonaba mi cuerpo, y al sentirlos por completo me di cuenta que no importa si hay un cielo o un infierno porque sé que no hay nada más grande que ese sentimiento.Empezó a decirme su nombre y yo no podía comprenderlo, todo se puso blanco y su voz se desvaneció en el silencio, me di cuenta que esto no era un cuento tan solo estaba muriendo y en el último instante mi cerebro se aferró a su recuerdo, aquella dama que me acompaño hasta mi ultimo aliento.
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gotas de la libreta
RandomBásicamente son pequeños relatos que escribo en el dia a día no están centrados en un genero en especial si no mas bien lo que ese dia mi pluma quiera escribir