Carta para Manuel

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Manuel Aguirre: 

No sé por donde empezar a explicar todo lo que siento por vos, no soy muy buena para estas cosas ¿quizás deba comenzar por el principio? 

Te puedo asegurar que desde el día en que te vi algo en mi cambio por completo.

Toda mi vida había jugado a enamorarme, soñaba con encontrar a mi chico ideal, a ese príncipe de los cuentos que papá me leía. Yo soñaba con vivir un amor tan fuerte como el de mis padres, ellos se conocieron a mi edad. Pero luego de varios intentos fallidos llegue a creer que el chico de mis sueños no existía, jamás me había enamorado realmente, ni siquiera podía conocer a alguien que me interese.

Los chicos me aburrían, todos me parecían iguales, ninguno llegaba a gustarme por más que lo intente. La mayoría eran idiotas presumidos, los hombres de hoy son tan estúpidos...

 Comencé a perder toda esperanza de enamorarme, pero apareciste vos Manuel, llegando tarde al salón en tu primer día de clases, una mañana de otoño.

Entraste empapado de pies a cabeza al salón, era un día gris y lluvioso, llegaste media hora más tarde al aula y creo que todos se rieron de vos... excepto yo, yo te miraba como si fueras lo más lindo que había visto, tal vez lo eras. Tu carita de enojado y tu mal humor me llamaron la atención desde el primer momento. Desde el minuto cero.

 Ese día puse mis ojos en vos y jamás logre sacarlos de ahí. No fue amor a primera vista, es ridículo llamarlo así cuando fue algo mucho más fuerte y especial.

Yo ese día había guardado en mi mochila una toalla, sabía que podía llover y que mi cabello iba a mojarse en el trayecto de la puerta de la escuela hasta el auto, mi toalla era fucsia y de Barbie, quizás es algo infantil para una chica de quince, casi dieciséis años pero no me importó, me acerque con toda la vergüenza del mundo hacía vos y te la ofrecí. Jamás voy a olvidar ese rose de tu mano y la mía, cuando la electricidad invadió todo mi cuerpo y una ola de calor me recorrió.

 Lamentablemente las risas de todos me hicieron volver a la realidad, me puse colorada como un tomate y salí corriendo sin siquiera presentarme. Pero a vos no te importó en lo absoluto, te pusiste la toalla a tu alrededor con orgullo y me sonreíste.

Me sonreíste Manuel, y esa sonrisa, esa maldita sonrisa me hizo dar cuenta que ya estaba perdida, estaba perdidamente flechada por vos y esta vez era real. Todo mi grupo de amigos se burlo de mi por mi toalla y por ayudar al "chico raro", mis ganas de estar a tu lado en tu primer día eran fuertes, pero mi miedo al que dirán me supero. 

Yo soy la chica más popular, lo soy desde hace años y tengo una reputación que mantener, no podía vincularme con alguien así, tengo que cuidar mi imagen pero no puedo evitar derretirme por vos. Cuando tus ojitos color chocolate me miran con esa dulzura y ese "no se que", puedo olvidarme hasta de mi nombre.

Me morí de celos cuando vi que esa chica, Marizza, se sentó con vos y te hizo tomar mate. Odiaba el mate y la odiaba a ella, odiaba no poder tener la valentía suficiente como para hablarte. Desde que conocí a Marizza siempre la odie, que ella ahora este siempre cerca tuyo es el colmo. Este era mi karma.

De ese día pasaron tres meses, tres malditos meses en los que no avanzamos ni un poquito, vos pasaste de ser el chico raro a ser uno de los más populares, aunque no te juntas con los de mi grupo. Yo por mi parte sigo siendo yo, y eso es muy difícil. 

Tuvimos muy pocas conversaciones, usualmente se basan en un "¿me pasas la tarea?" de mi parte y un "¿Tienes hora?" de la tuya. Es irónico porque yo siempre tengo la tarea hecha pero igual te la pido a vos y se vos siempre tenes hora, vi que tenes un reloj en tu mano derecha, se que siempre llevas el celular encima y para colmo te recuerdo que hay un reloj enorme que marca perfectamente la hora sobre el pizarrón del aula. Pero me gusta pensar que lo haces porque buscas una excusa para hablarme.

¿Y cómo olvidar el día que me saludaste por mi cumpleaños? vos te sentas en una esquina del salón y yo en el medio junto a mi grupo, cuando me senté y te mire, vos me sonreíste y modulaste con tus labios casi perfectos "feliz cumple". Por suerte estabas lejos y no viste como patee por debajo de la mesa repetidas veces a Felicitas debido a mi emoción, mi amiga casi me asesina.

Se que debes pensar que soy inmadura (en realidad no lo podes pensar porque no estas leyendo esto) pero no lo soy, siempre fui muy madura para mi edad (excepto por la toalla), la realidad es que desde que te conozco me pasan cosas que me cuestan comprender, me siento tan distinta y ridícula, soy como una nenita tonta. De repente tengo diez años otra vez. Causas cosas tan raras en mi, es todo tan extraño.

Me desespera no saber que hacer, nunca antes sentí algo así, realmente todo es nuevo para mi, no se como actuar, no se como acercarme a vos y a veces siento que tanto amor no me cabe en el cuerpo, siento que mi corazón va a explotar en mil pedacitos cada vez que oigo tu voz y ese acentito que me enloquece.

No puedo expresarte lo que siento si ni siquiera tenemos relación, no puedo contárselo a mis amigos porque se reirían y jamás se lo contaría a mi papá claramente, por eso decidí empezar a escribirte cartas que posiblemente nunca leas. Siento que si sigo guardando todo esto dentro mío voy a perder la poca cordura que me queda.

Esta va a ser mi manera de hablarte sin necesidad de hablar, mi manera de estar cerca tuyo sin estarlo, la forma de poco a poco, carta a carta, ir descargando todo esto que llevo dentro mío.

Te quiere, Mia Colucci.

Tomé el pedazo de papel y con mi labial rosa favorito le planté un beso junto a la firma, lo metí en un sobre y guarde carta en una cajita de zapatos que yo misma decore, era morado, como el color favorito de Manuel y tenía un pequeño corazón blanco al frente de la caja. Nadie jamás podría encontrar esto, que todos se enteren lo que siento por Manuel sería mi fin.

Este iba a ser mi pequeño secretito.

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Hola chiquis, espero que les guste, en unos minutos subo el segundo capitulo <3


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