UNA COLINA PÚRPURA TOCANDO EL CIELO

CAPÍTULO 77. DALIA AZUL

Lan Xichen se encontraba en la biblioteca de Yunmeng Jiang, conociendo más a profundidad las historia y técnicas propias de la secta. Encontraba fascinante cada detalle trazado en esas hojas pues se notaba el respeto y cariño que se le tenía a los ancestrales inicios de una secta que poco a poco se fue posicionando como una de las más importantes del mundo cultivador.

Jiang Chi había tenido siempre muy claros sus objetivos y así los hizo saber al ir perfeccionando cada una de sus técnicas e implementar el lema que describía cabalmente la valentía, decisión y fortaleza de sus discípulos. Desde que había escuchado sobre Yunmeng Jiang, había quedado intrigado por su lema, pues no alcanzaba a comprender la magnitud de las palabras, pero mientras fue conociendo más sobre Jiang Cheng, su manera de ser y cómo fue educado, comenzaba a comprender un poco de lo que se trataba. Y como última muestra del verdadero significado de «Intentar lo Imposible», la cátedra de resiliencia que habían dado los pocos sobrevivientes de la caída de Muelle de Loto, que junto a su nuevo líder se levantaron con más fuerza, sin duda habían intentado y conquistado lo imposible por el amor a su secta, por esas ansias de continuar un legado que desde siempre tuvo cultivadores prestigiosos.

Le parecía admirable la dedicación puesta a la reconstrucción de la secta, tanto en lo material como al nivel de cultivación. De hecho, al igual que Gusu Lan, se habían recuperado de las peores circunstancias, pero quizá porque conocía las dudas y luchas de su esposo, le parecía que Yunmeng tenía más mérito, porque Jiang Cheng se aventuró a reiniciar desde las cenizas aún con las dudas y la falta de confianza en sí mismo, logrando algo superior a lo que había hecho su padre. Quizá el amor que sentía por él hacía ensalzar más sus logros, pero sabía que cualquiera sabiendo lo que enfrentó y lo que había logrado pensaría que es un hombre excepcional a todas luces.

Necesitaba empaparse de todo lo referente a Yunmeng Jiang para ser un digno líder consorte porque su intención era aportar y construir dentro de la secta, hacer de las múltiples cargas de Jiang Cheng fueran distribuidas y además que se sintiera acompañado. Quería amar a esa secta tanto como amaba a su líder.

El sonido de Lan Jingyi moviéndose le hizo desviar la vista. Había pedido estar junto a su padre lo más posible porque se había enterado de que pronto dejaría Muelle de Loto para ocuparse de unos asuntos, así que lo acompañaba prácticamente a todos lados, sin embargo, la visita a la biblioteca no era de su agrado, al menos no del todo, porque era un sitio donde debía guardar silencio y compostura, así que se aburría con facilidad, prueba de ellos es que dormía plácidamente sobre un par de cojines. Lan Xichen se puso de pie para acomodar la ligera manta que lo cobijaba y de paso acariciar su mejilla. Su hermoso hijo, ya no parecía más un bebé, había crecido bastante en todo este tiempo, e increíblemente sentía nostalgia de los primeros encuentros en el Receso de las Nubes y hubiera deseado poder disfrutarlo más en sus tiernos años. No solo por Jiang Cheng quería llevar a cabo el plan para acorralar a Meng Yao y dar por terminado el desasosiego que había causado, sino también por A-Yi, porque necesitaba crecer con sus padres en completa seguridad y felicidad. Merecía una vida llena de compañía, de mucho amor. Precisamente por eso iba a luchar.

Sonrió enternecido cuando A-Yi suspiró en medio de su descanso y esbozó una tímida sonrisa, seguro estaba soñando con algo muy hermoso. Se agachó para besar su frente y así volver a la mesita donde revisaba los libros.

Tiempo después, Jiang Cheng llegó a la biblioteca y tan solo saludó con un pequeño gesto de complacencia al verlos tan concentrados en sus respectivas tareas. Por el momento, permitiría que su Lan Yi tomara una siesta ahí pero luego tendría que acostumbrarse que ese era un sitio solo para estudiar, y obvio tenía planeado que le dedicara tiempo a su educación con total seriedad.