𝙾𝙽𝙴

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Dejun se encontraba en su habitación mirando por el gran ventanal, en su opinión el cielo estaba precioso, habían pocas nubes que adornaban aquel cielo de color celeste.

-Disculpe, su madre le busca- dijo una de las encargadas de limpiar la mansión de dos pisos al entrar a la habitación de Dejun.

El chico de cabellos negros desvió la mirada a aquella mujer.

-Te he dicho muchas veces que puedes hablarme informalmente. Me conoces desde que nací, deja ya las formalidades- la mujer le dedicó una pequeña sonrisa para después dejar una carta sobre el mueble que se encontraba al lado de la puerta.

-Será mejor que bajes antes de que se enfade- dijo saliendo de la habitación, dejándo a un Dejun confundido.

-Esa mujer me da mala espina- dijo hablando para sí mismo refiriéndose a quien llamaba madre.

Se puso una ropa decente, para ser exactos un traje de color negro.

Su familia tenía mucho dinero, le habían criado de forma que casi pareciera que eran de la realeza. Siempre vestidos de forma perfecta, con un comportamiento exquisito y algo aburrido.

A la hora de hablar se comunicaban formalmente; también tenían pensamientos de otra época, según Dejun.

Xiao Dejun describía aquello como cringe. Sí, le daba cringe aquel comportamiento y forma de pensar de su familia en pleno siglo veintiuno.

Incluso tenía profesores que le enseñaban en casa. Su familia no quería que se juntara con gente pobre y asquerosa.

Agradecía que Meiqi, la mujer que anteriormente había ido a su habitación, le hubiera cuidado y básicamente criado desde que nació.

Su madre y padre siempre se encontraban trabajando en la grande empresa de la familia. Podría decirse que solamente tuvieron a Dejun para que alguien de la familia heredara aquella empresa en un futuro lejano.

El chico bajó las grandes escaleras hasta llegar al jardín, donde la mujer a quien llamaba madre se encontraba sentada mientras tomaba el té.

-¿Quería verme, madre?- dijo sentándose en el otro lado de la larga mesa.

-La familia Wong vendrá a cenar, espero que sepa comportarse, no como la última vez- dijo sin tan siquiera fijar la vista en su hijo.

-No recuerdo haberme comportado mal la última vez- dijo sabiendo que según su madre lo que dijo había sido de lo peor.

-No comience a decir tonterías, casi arruina su matrimonio con Wong Yuqi-

-Mi matrimonio con Yuqi está arruinado desde el día en el que decidisteis que nos íbamos a casar- dijo viendo como su madre dejaba la taza de té con delicadeza sobre la mesa.

-Más le vale que su padre no le escuche decir tal grosería-

-¿Grosería?, no sabía que decir la verdad se consideraba una grosería- dijo logrando que su madre le mirara por primera vez en aquella semana.

-Simplemente comportese como debe, se va a casar con Yuqi, quiera o no- la mujer se levantó de aquella cómoda silla para después dirigirse a su habitación.

Dejun apoyó su espalda en la silla dejándose escurrir un poco. Si su madre o padre le vieran en aquella postura le reprocharían.

El chico pensó en que era una verdadera lástima que no le vieran en aquel momento.

Poco después subió a su habitación recordando la carta que Meiqi había dejado sobre el mueble. Una vez llegó a su cuarto se puso ropa cómoda, se sentó en un cojín que había cerca de la ventana y abrió la carta.

𝘜𝘯 𝘢𝘮𝘰𝘳 (𝘪𝘮)𝘱𝘰𝘴𝘪𝘣𝘭𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora