PRÓLOGO

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Los cuentos para niñas siempre mencionaban a las parejas destinadas, a ese alfa fuerte y bondadoso conocido como el príncipe que llegaba a salvar a la tierna Omega de belleza inigualable conocida como la princesa. Ambos pasaban por muchos problemas, luchas, hechizos y búsquedas inimaginables antes de que la magia del amor los ayudará a cumplir el ya conocido 'felices para siempre'.

Levi siempre pensó en algo así para cuándo fuera mayor. Aunque lo negara, muy dentro de su corazón y gracias a su revoltoso y cariñoso Omega, deseaba encontrar a esa persona que portaba la otra punta de su hilo rojo.

Fue inmensamente feliz cuando por fin lo hayó.

Tuvo suerte, y no creyó que su época en la preparatoria fuera la más feliz. Siempre se imaginó de una manera normal, con sus amigos de siempre hasta terminar. Pero fue ahí cuando lo vió por primera vez. Era un par de años mayor que él, así que cuando entró, su destinado estaba en último año.

Hablaron por primera vez cuando en un acto cívico sus grupos quedaron uno al lado del otro, y pudo ver qué en uno de sus brazos el alto chico de ojos hermosos tenía un tatuaje referente a 'Sons of anarchy', una serie que a él le encantaba. Después de eso, todo fue como de película. Ambos sintieron ese palpitar recio en sus corazones, las típicas mariposas en el estómago y la necesidad de estar cerca del otro todo el tiempo, que iba incrementando más y más cada vez que se veían. Se hicieron amigos, salieron en citas, se conocieron y al final, terminó marcado por el chico que le gustaba, su alma gemela y quien juraba que le daría una vida de ensueño.

Todo se fue por la borda al entrar a la universidad.

Cuando su pareja se graduó del instituto todo iba relativamente bien. Fue así los siguientes dos años hasta que el menor también se graduó. Ambos decidieron inscribirse en la misma universidad para estar más cerca y poderse ver, pero ver a Erwin en esos momentos era lo último que Levi quería hacer.

¿Por qué si le prometió a él bajarle la luna y las estrellas, estaba besando a otro Omega?

Con el ceño fruncido se dio media vuelta en el pasillo y se largó. No tenía porque ver eso.

Se fue hasta su salón de clases ignorando el fuerte dolor en su pecho y la pesadez de su corazón. En ningún momento habló de eso con el rubio, prefería estar en su burbuja de relación perfecta aún cuando la mayoría sabía que Erwin lo engañaba con cualquier Omega que se le pusiera enfrente y se le ofreciera.

Lo peor vino al año siguiente. Si bien eran pareja, no vivían juntos, o al menos así lo había decidido el mayor hacía unos meses. Mientras estaba en su departamento, Levi pudo sentir claramente como algo se rompía dentro de él. Estaba cocinando, terminando de preparar su almuerzo cuando unas inmensas ganas de llorar le abordaron, su corazón comenzó a doler y simplemente se dejó caer en el suelo haciéndose un ovillo. Por suerte había apagado la estufa.

Su lobo rasguñaba su interior porque algo le hacía mal. No sabía qué, solo podía sentir que se estaba rompiendo.

Ese mismo día, cuando el alfa llegó de visita a su departamento por la tarde, él olía a Omega. Su ropa, su piel, todo él tenía un aroma que no era el de Levi, no era el de su predestinado. Conversaron, pero ninguno tocó el tema. El azabache no le dijo acerca del horrible dolor que había sentido por la tarde y el rubio no mencionó el porqué de su humor tan alegre mientras cenaban. Más tarde, cuando Erwin se fue, Levi decidió llamar a una amiga para hablar. Necesitaba desahogarse. Y así fue como contactó a Petra, una agradable Omega con la que compartía algunas clases.

Le dijo todo. Lo que veía, lo que sentía y como su autoestima estaba cayéndose a pedazos. También le habló de la repentina tristeza que no le había llegado ese día, y ella le dijo que de seguro aquel alfa estúpido había marcado a otro u otra Omega, pero el lazo no había sido concretado de una manera correcta. Levi lloró, mucho. Creía que toda su vida sería como en un cuento de hadas, pero no era así. Definitivamente aquel no era un cuenta de hadas, ni algo que se le pareciera. No había un galante alfa dispuesto a dar su vida por la princesa, y no había un tierno Omega enamorado hasta el alma de su príncipe.

No sabía que hacer, era joven y ahí fue donde se lamentó haber cometido el peor error de su vida. Se dejó marcar guiándose por sus sentimientos y emociones, ató su vida con la de una persona, que aún siendo su destinado, lo estaba destruyendo. Tenía que hacer algo, no quería seguir de esa manera. Lástima que los omegas eran personas dependientes de sus relaciones con sus alfas, aún si estos los trataban como la peor escoria del universo.

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It's not a fairy taleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora