C a t o r c e

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CORREGIDO

N A R R A ________

Después del almuerzo todos nos encontramos en la sala, afortunadamente es Sábado por lo cual no tenemos que hacer nada, hablo con Klaus quien me explica su sueño y el cómo lo interpreto mientras yo me carcajeo. Enserio este chico es... increíble. Con Klaus decidimos que haremos el resto de la tarde así que, llamando la atención de todos aplaudo varias veces montándome en la mesa de en medio.

—Te vas a caer —advierte Cinco sin mirarme, ruedo los ojos y trato de ignorarlo.

—Tengo una idea —comienzo con una sonrisa—. ¿Hace cuanto no salimos, hermanos míos?

—El otro día salimos —contesta Luther.

—Por algo que no fuera una misión —terminó la frase mirándole mal—. No me interrumpas. Les tengo una propuesta.

—Habla rápido —pide Diego así que suspiro.

—Bien, bien. Con Klaus pensamos que sería una buena idea que saliéramos, todos, juntos. —explícitamente propongo no queriendo dejar a nadie fuera.

—¿Y a donde podríamos ir? —pregunta Luther.

—Podemos comer donas donde siempre —dice Allison, hago una mueca.

—No —la corto, ella me mira con una ceja alzada—. ¡Allison! ¡Acabo de iniciar la dieta! ¡Apoya la causa!

La morena rueda los ojos y me mira con gracia.

—Boba, una dieta se comienza en lunes, ¡lunes! —exclama—. El lunes comienzas, yo la hago contigo.

Entorno los ojos.

—¿Segura?

—Segura.

Sonrió y comienzo a bajarme, estiro la mano en dirección de Cinco y me sostengo levemente de el hasta estar en piso firme.

—¡Decidido! —salta Klaus—. Vamos, todos arréglense, pónganse lindos, no me avergüencen, ¡y traigan dinero!

Emocionada tomó de la muñeca a Cinco y comienzo a arrastrarlo hacia las habitaciones, lo empujó dentro de la suya y comienzo a rebuscar debajo de la mesa por dinero.

El se queda inmóvil.

—¿Todavía tienes el dinero que deje aquí? —preguntó, el asiente y se agacha junto a mi para buscarlo.

(. . .)

Todos nos sentamos en una mesa cerca de la ventana, reímos mientras hablamos de cosas triviales de la semana. Hace mucho tiempo no pasaba un rato así con todos.

Me siento junto a Cinco y comienzo a señalarle las diferentes comidas, el me señala otras.

—Buenas tardes —saluda un chico que parece uno o dos años mayor que nosotros. Dejo de señalar las cosas para poder prestar atención—. Estaré anotando lo que les gustaría hoy, ¿están listos para pedir?

Klaus es el primero en hablar.

—Por supuesto, a mi, dame tres donas de chocolate, de relleno de mora y otra de chantilly. También una malteada de oreo —le miró esperando a que diga la palabra mágica—. Por favor y gracias.

Nuestra historia real [Cinco y tu] ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora