Después del regalo inesperado se fue Daniel, dejándome sola otra ves. Me pasé las pocas horas que me quedaban viendo tele y comiendo chucherías. Al rato llegó mi mamá y se puso ha hacer no se que en su cuarto.
Ya llegó la hora de vestirme para la ocasión, subo a mi cuarto y me pongo un vestido floreado con tirantes, me ajusta hasta las caderas para después soltarce asta la mitad de mis muslos, muy bonito pero no es mi estilo, bueno mi mamá me lo había comprado hoy así que me lo estrené. Me puse unas bailarinas de color rosa vieja y me hice una coleta dejando flequillos caer por mi rostro.
Bajé a la sala donde mi mamá me estaba esperando con impaciencia. Llevaba puesto un lindo vestido azul cielo con adornos blancos sin tirantes que le marcaba todo el cuerpo y unos tacones blancos no muy altos. Su pelo se disponía de una cebolla muy sencilla con un poco de flequillos por los lados de la cara. Parece una reina.
-¿Lista?- preguntó un poco apurada.
-Si mamá, ya vámonos- le respondí rodeando los ojos.
Nos dirigimos a su coche, un Mercedes rojo. Mi mamá siempre a tenido buenos gustos para los coches. El salario de una doctora le alcanza bastante bien para pagar el apartamento, hacer las compras mensuales, y uno que otro capricho de las dos.
Me coloco en el asiento del copiloto y me pongo el cinturón. Mi madre arranca el coche y salimos del aparcamiento en dirección a la carretera.
Según lo que mi madre me a contado, son personas un poco estrictas. Al parecer el señor Steven es el director del hospital donde trabaja ella. También me contó que tenía esposa e hijos. Como mi mamá es una persona muy agradable no dudo que se llevara bien con ellos.
El trayecto del viaje duró unos 30 minutos como mínimo, no quedaba tan lejos. La casa estaba apartada de la ciudad, no tenían vecinos porque ellos son los únicos que habitan ese lugar.
Al llegar a la entrada tocamos el timbre. Un hombre de unos cuarenta y tantos nos hace una reverencia en modo de bienvenida. Me detengo un momento con la intención de saludarlo pero mi madre me detiene.
-No es él- me susurra lo suficientemente alto para yo escucharlo pero no para que el lo hiciera.
Ups casi lo saludo como el señor de la casa. Valla, si el mayordomo está vestido elegantemente no me imagino el dueño de la mansión. Si, lo que leíste "mansión". El interior esta constituido por una sala sorprendentemente . A la derecha hay un sofá muy largo de color carmesí con dos sillones a juego en los costados, en las esquinas se ven lámparas que brillan no muy fuerte, una mesita del mismo color de los muebles y un televisor pantalla plana del largo del mismo sofá gindado en la pared. Las paredes pintadas de un color crema y el piso de caoba oscuro. A la izquierda se veía detalladamente una pequeña chimenea hecha de ladrillos rojos y blancos . Frente a ella un haciendo en solitario y a la izquierda un sofá carmesí un poco más pequeño que el anterior. Al frente de mí, había un largo y ancho pasillo que nos llevaba a las siguientes habitaciones.
No se si soy experta en esto de los ricos pero no creo que el salario del director del hospital cargue con todo esto, de seguro la esposa también trabaja en algo que proporcione bastante dinero.
-Por favor siganme- nos dice mientras camina hacia el jardín trasero- el señor Steven quiere que la sena se prepare en el invernadero. No se preocupen esta fumigado contra los mosquitos e insectos desagradables
¿En el invernadero? ¿Que clase de cena es esta? Al parecer el señor de la casa tiene gustos un poco extraños. Ignoro mis pensamientos y sigo al sujeto con traje negro.
Al llegar a dicho lugar, mi madre y yo compartimos una mirada de asombro. Me encuentro rodeada por distintos tipos de plantas desde altas hasta bajas, desde helechos asta arbustos frutosos, medicinales, flores y rosas. En el medio del lugar una mesa larga con manteles color hueso, sillas a juego, y como si no hubiese suficiente Flora en este lugar, tres bucaros pequeños con rosas rojas oscuras como centro de mesa.
Nos sentamos con la idea de esperar a los anfitriones de dicha reunión pero al momento hicieron acto de presencia en el invernadero. El señor Steven llevaba un conjunto color gris oscuro y corbata negra, su pelo peinado en un solo lado, disponía de unos lentes con aumento, muy elegante. Su esposa traía un mono de hilo rojo con una sola manga de pantalones largos y estrechos, con zapatos de saco, se había dejado el pelo suelto, parecía modelo.
Nos sonrieron con un gesto amigable y ocuparon cada uno un asiento, el señor Steven quedando en uno de los extremos de la mesa y su esposa a su lado. Más adelante llegó una muchacha que aparentaba un poco menos de edad que yo acompañada de una princesita con unos 7 años si no me equivoco. Ambas vestidas iguales con distintas tallas de ropa, usaban vestidos color rosa vieja. Nos saludaron con la mano y una amplia sonrisa. La mayor se sentó al lado mío y la pequeña se propuso hacerle compañía a su madre.
Que bonita familia.
-Le damos la bienvenida a la señora Castillo y su hija Liliana- dijo rompiendo el silencio que hace unos segundos vagaba por el lugar- es un placer tenerlas este día aquí. María... ¿Puedo llamarte así?- le preguntó a mi madre.
-Porsupuesto- dijo.mi madre en un tono moderado.
-Maria, que bonito nombre- habla por primera ves la señora Steven- en verdad falta mi hijo pero creo que va a demorar un poco, le sucedió un imprevisto a última hora- dijo justificando a su hijo.
El señor Steven se raspa la garganta y prosigue- bueno, estas son mis hijas, Marta- dijo dirigiéndose a la mayor- Lucía- se llama la pequeña- y mi esposa Hanna- le acaricia la mano cariñosamente a su mujer.- Como decía, María es una de las mejores doctoras que hay en el centro, es muy destacada respecto a su trabajo. Quería invitarla ha cenar hoy con nosotros como agradecimiento por no irse del hospital a pesar de tener grandes oportunidades en otros lugares del país.
-Le doy gracias a usted y a su familia por la hospitalidad que nos dan a ambas- dijo señalandonos con la mano.