•· Capítulo 13 ·•

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PENSAMIENTOS, ADVERTENCIAS Y SECRETOS DESCUBIERTOS

KATIE ANDERSON

Tardé unos segundos en asimilar lo que tenía en frente, Erick, estaba nervioso invitándome a una fiesta a la cual ni pensaba ir y por alguna razón creía que eso quería preguntarme Lucas. Pero descarté todo pensamiento al notar que el sudoroso y atlético chico esperaba por mi respuesta dudosa.

—Entonces... ¿Qué dices?, ¿aceptas? —alzó una de sus marcadas cejas y me miró cauteloso.

—Ahm, lo pensaré —hice un esfuerzo por dedicarle una sonrisa que resultó muy forzada.

—Bien, pero solo quedan dos días —inquirió.

—Lo sé —guiñé con mi ojo derecho para luego darme la vuelta.

Al regresar a las gradas donde estaba mi amigo pasivo, ya no había rastro de él.

¿Donde diablos pudo haber ido?

Y como si leyera mi mente, en ese pequeño instante Lucas apareció sentándose nuevamente en las gradas a mi lado.

—Oh, disculpa. Fui a baño —añadió el castaño con voz gélida.

Asentí y lo miré.

—Oye... ¿Qué querías preguntar? —quise curiosear.

—Uhm. No recuerdo —se limitó a responder.

Hundí el entrecejo y preferí no insistir. En fin, no sabía si había escuchado la conversación con Erick pero al parecer sí.

¿Qué le molestaba de aquél chico?

Los celos.

Al carajo.

El ambiente con Lucas se volvió distante aunque estuviésemos uno al lado del otro, pero el castaño en silencio era algo extraño.

¿Se habría enojado porque no lo dejé formular su pregunta?

¿Pero por qué?

Y de nuevo con las preguntas. Estaba comenzando a considerar que en vez de cerebro tenía un cuestionario.

El equipo de Austin logró en el primer tiempo anotar más puntos que el de Jacob, las chicas chillaban a más no poder. Un acto molestoso.

Intentaba poner atención al juego, pues en una semana tendría que comenzar a entrenar con el equipo del Instituto.

Hoy después del partido tendría el último ensayo para la obra con Lucas, y todo permanecía más incómodo que nunca.

—¡Oh lo siento tanto! —solo bastó alzar mi vista para lograr observar a Ruth derramando un batido en mi falda logrando que poco a poco empezara a sentirse viscoso y pegajoso.

Que asco, maldición. Olía horrible. No tenía ningún aspecto de ser un batido.

Lucas abrió sus ojos mirándola incrédulo y yo solo fruncí mis labios haciéndole un gesto con la mano restándole importancia.

Me levanté frustrada directo al baño más cercano y sentí pasos detrás de mí.

—¡Hey! —en un movimiento rápido gire sobre mis pies hacia donde yacía la voz para encontrarme con Lindsay en sus peores fachas.

—¿Lindsay? —chisté—, ¿que haces aquí?

—Que pensabas, yo nunca me perdería el primer partido del año —mofó.

Recordé las palabras de Thomas y reí.

—Y... ¿Qué ocurrió con tu falda? —la señaló con un mohín de desagrado.

Mi vida, mis reglas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora