Cap 24. ESPERANZA AL AGUA

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Los meses habían pasado Akane no recordaba si eran tres o cuatro en parte se debía a su rutina del día a día, desde temprano las clases en la universidad, por las tardes sus prácticas clínicas y en la noche los entrenamientos en Tora que no podía dejar de lado, había escrito un par de cartas a Ryu con la esperanza que el no dejará de responderle.

Las prácticas estaban por terminar y con ellas el ciclo escolar, las vacaciones estaban en puerta y la oportunidad de que Akane se reuniera con su padre estaba más cerca.

EN NERIMA

El doctor Tofu se despedía de un posible comprador mientras una joven con una bolsa cargada del mercado se venía acercando por la calle.

—Buenos días doctor ¿Cómo le fue? —Saludó con una sonrisa.

—Hola Kasumi, parece que por fin voy a vender esto —respondió mirando el consultorio.

—Debe estar feliz ya podrá regresar a Osaka. —agregó la joven.

—Bastante —sonrió volteando a verla— ¿Y tú Kasumi? ¿Estarías feliz?.

—¿Que dice? Por supuesto que si doctor.—contestó apenada.

—Eso es porque me estimas ¿no es cierto? —cuestionó con miedo tratando que la seguridad y confianza que con años había adquirido no se le disolviera de las manos.

—Claro doctor aquí lo apreciamos bastante. —le dijo.

—Kasumi hablo exclusivamente de ti, ¿Tú me quieres? —preguntó sintiendo las orejas hervir.

—No sé de lo que está hablando —fingió desviando la mirada.

—Tal vez tú en tu vasta experiencia cuidando de una casa podrías explicarme ¿por qué mi consultorio se está cayendo por fuera y por dentro sigue impecable?.

—Debe ser que el polvo no tiene por dónde entrar. —comentó nerviosa.

—O más bien será que alguien entra y limpia mis viejos muebles dejando un aroma familiar. —sonrío mirándola.

—No me imagino quien pudiera hacer  tal cosa, me disculpa debo ir a preparar la comida. —se excusó tratando de seguir su camino.

—¿Por qué no lo admites Kasumi?, has venido con regularidad a limpiar y dejas el mismo aroma de tu casa, puedo reconocerlo muy fácilmente. —mencionó estirando su mano tras ella.

—Yo solo quería que estuviese listo, por si usted volvía. —contestó girando su cuerpo para verlo.

—¿No era más fácil que me llamarás y dijeras que volviera? —le preguntó a ella.

—Jamás lo habría hecho fui sincera con usted entonces, mi padre me necesita, no puedo abandonar a mi familia y seguir mis deseos. —confesó evitando su mirada.

—Nunca te pedí que los dejarás, solo quería que me incluyeras en tu vida, te esperé hasta el último minuto en la estación del tren con la esperanza que usarás el boleto que te dejé —externó con el corazón acongojado.

—No podía irme así aunque quisiera —suspiró bajando la mirada.

—Cuando venda esto me iré definitivamente a Osaka, mi proposición sigue en pie quiero que seas mi familia.

EN FUKUSHIMA

Mientras tanto muy lejos de ahí un doctor revisaba a un pelimorado en un consultorio modesto.

—Sin duda podría decir que se trata de migraña ocular —explicó el hombre de baja estatura y bata blanca.

—¿Eso es grave? —preguntó consternado.

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