|Capítulo 74: "Almuerzo"|

528 41 3
                                    

Reproducir canción en todo el capítulo, gracias 🥰🧡

•••

Stella Rose

Sus manos en mi cintura me hacen soltar una risilla cuando succiona la piel de mi cuello y suelto un gemido ahogado sintiendo uno de sus dedo en mi húmedo sexo deslizándolo de arriba hacia abajo por mi clítoris haciéndome jadear con constancia mientras llegamos al pasillo y entre risas y besos me veo acorralada en la pared mientras escuchamos voces provenientes en el recibidor.

— ¿Quienes están en la casa? — pregunto jadeante girando mi rostro para ver detrás de él sombras en el suelo de siluetas de mujeres y algunas de personas más.

— Solo son los tour habituales que se dan a la mansión — responde lamiendo y respirando sobre mi oído introduciendo dos de sus dedos en mi sexo que me dejan sin habla.

— Este no es el pasillo de nuestra habitación — respondo en un gemido cuando abre una puerta en el momento que las voces se adentran al pasillo y cierra la puerta con seguro.

— Esta es una las casas más antiguas de la isla, se volvió un paradero turístico — responde pegándome contra la puerta con sus manos rodeando mis muñecas por encima de mi cabeza — Y esta es una de las habitaciones principales, digna de una poderosa pareja que murió con los años — responde besando mi cuello despacio haciéndome cerrar mis ojos.

— Esto es prohibido Dimitrio — respondo dejándome llevar por sus besos incitadores.

— ¿Desde cuando nos preocupa lo prohibido a nosotros? — inquiere sacándome una sonrisa cuando suelta mis manos y rodea mis piernas dejándome con pies entrelezados tras su espalda.

Mis manos toman su nuca y dejo que me envuelva en sus fogosos besos llenos de lascivia, incitándome a pecar con él, hundiéndome en el placer de sus brazos y sobre todo sus manos quemando mi piel como siempre suele hacerlo. Me deja sobre una mesa amplia y retira todos los objetos de un manotazo hasta dejarlos en el suelo, gimo cuando muerdo su labios y me abro de piernas dejando que sus dedos me recorran los pliegues humedecidos de mi sexo. Arqueo mi espalda y rasguño la piel de su torso deseando con todas mis ganas sentirlo pero solo me mira tomándome del cabello, obligándome a juntar su frente con la mía.

— Tu vas a ser mi reina Stella, mi θεά, mi mujer — murmura moviendo sus dedos en círculos en mi sexo causando que mis piernas tiemblen y mis gemidos aumenten dejándome perpleja.

La necesidad de gritar me despesera y me veo obligada a morder mi labio para evitar que las personas detrás de la puerta escuchen como Dimitrio Sarris me coloca nada más con sus dedos.

Coloca una de sus manos sobre mi boca evitando que grite su nombre y suelto sonidos guturales removiéndome sobre la mesa cuando junta su frente con la mía con una sonrisa llena de tanto placer que ignoro dándole más aliento para siga marturbándome. Dos de sus dedos entran y salen dejando un vaivén de sensaciones que me hacen recordar las veces que solía autosatisfacerme yo sola, pero esto no es nada comparado a lo que yo hacía. Frota sus dedos de nuevo haciendo que piense en otro tipo de cosas para evitar tener un orgasmo, mis pies rodean sus caderas mientras su mirada se mantiene fija en mí, intento tensar las piernas pero solo se detiene y me da un azote en el sexo advirtiéndome que no vuelva hacerlo. Gruñe introduciendo su lengua en mi boca dejando que mis labios lo busquen mientras unas ganas de hacer pis me amenazan y aunque intento retenerme se me es imposible, paso mis manos por sus hombros cuando se separa de mí hundiendo su rostro en mi cuello.

— Tengo que ir al baño detente — comento viendo que pasa su lengua por su labio superior disfrutando de como me encuentro gracias a él.

Dejo de tensar mis piernas cuando siento un dolor que me hace jadear, el sofocante calor me hace sentir mareada obligándome a darle lo que tanto he estado esperando, suelto diferentes insultos a su insistentes dedos cuando suelto un audible gemido liberándome del orgasmo. Mis pestañas rozan con las pestañas inferiores y mi corazón amenaza con salir de mi boca cuando sintiento que la tortura ya terminó, las piernas me tiemblan y agradezco haber estado sobre esta mesa, me encuentro en pensamientos delirantes hasta que el líquido entre mis piernas me hace volver a la realidad encontrándome a Dimitrio con los ojos fijos en mí rostro, las manos a cada lado de mis caderas y un brillo de fascinación que me deja asombrada de lo que estoy viendo. Noto que hay líquido en el suelo y tiene húmedo el bóxer, abro los ojos como platos sacudiendo la cabeza frenéticamente.

Entre Llamas Internas ✔1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora