•· Capítulo 14 ·•

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LAS OBRAS DE TEATRO, A VECES NO SON SOLO TEATRO

KATIE ANDERSON

—Me veo... Fascinante...—suspiré impresionada por el trabajo de mi mejor amiga.

—Tú eres fascinante —respondió Lindsay terminando mi maquillaje, mientras nos alistabamos en los vestidores de Belmont.

Ambas sonreímos a boca cerrada, pues nos estábamos demorando. Exactamente en diez minutos comenzaban las presentaciones.

Mi vestuario era algo sencillo, un vestido rosado clásico —que Lindsay me convenció de usar—, unos tacos de punta de aguja del mismo color, altura media. Mi cabello, era una especie de peinado antiguo, todo recogido con algunos accesorios que le daban un aire de aquellos años pero a su vez, natural, Lucas y yo decidimos hacer el guión de la obra basado en la época de los años sesenta y setenta.

Ahora, me pregunto... ¿Dónde diablos está Lucas?

Mi mejor amiga, después de transformar mi aspecto luego de dos largas horas, se decidió por ocuparse de su vestimenta, que para ser sinceros era todo lo contrario a la mía.

Ya una vez lista, salí de la sala en busca del castaño y me puse a husmear por lo pasillos, pero no había rastro del chico.

¿Era tan descabellado para perderse la obra?

Bueno, desde el inicio no estuvo de acuerdo, es posible.

Negué rápidamente con la cabeza, alejando los pensamientos locos que siempre me invaden. Y en cuestión de segundos un cuerpo más alto que el mío chocó contra sí.

En medio de que mi frente estaba plasmada en el pecho de alguien, no bastó para darme cachetadas mentales consecutivas del por qué siempre tengo que chocar con alguien. ¿Es que acaso no veían por delante o qué?

Al alzar la vista, mis ojos de perdieron con los claros de aquél chico castaño, que me observaba con cautela mirándome como si algo raro habitase en mí.

—¡¿Aún no estás listo?! —agregué viéndolo con un suéter desgastado y unos pantalones rasgados.

Curvó la ceja izquierda y replicó —Primero, hola. Y segundo, si no paras de gritar como loca juro que ese escenario no tendrá mis huellas.

Ante sus palabras decisivas no me quedó de otra que fruncir el ceño y callarme.

—Ahora, acompáñame. Quiero que veas algo —ordeñó.

—Y ese algo, ¿se puede saber qué sería? —inquirí.

—Si continuas con las preguntas ya no será sorpresa —contestó.

—Nunca dijiste que era sorpresa —corregí viéndolo de reojo, caminando.

—Vale, ya cállate. Solo sígueme Stitch.

Cada que nombraba el sobrenombre (algo ridículo), me revolvía el estómago de una manera extraña. Y no podía descubrir el motivo. Quizá porque no era ningún secreto que Smith me gustaba, y mucho.

Pero había más en él, que no me dejaba conocerlo por completo, sabía por dentro que él ocultaba algo y que eso lo cambiaría todo. Pero en ese momento no me importó en absoluto.

Tomé firmemente su mano y nos dirigimos a la parte trasera de Belmont una que casi nadie visitaba, incluyendo mi persona.

Eso no era lo raro, lo extraño sucedió después. Cuando vi que Lindsay y Jacob nos esperaban en el jardín.

Repeticiones de ¿Qué está pasando? Retumbaban en mi cabeza preguntándome que mierda se suponía que hacían. En minutos tendríamos que estar bajo las cortinas que dividían el salón de eventos.

Mi vida, mis reglas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora