12. La Mano de La Mano del Rey

1.1K 88 34
                                    

Desembarco del Rey era tal como Artys la recordaba, una ciudad de grandes murallas a la que se accedía por siete puertas que conducían a un sinfín de callejones más o menos bonitos, siempre que no se acabara en el Lecho de Pulgas, un lugar donde nadie en su sano juicio entraría. El halcón recordaba la curiosidad que sentía por aquel sitio cuando era niño, en aquella época se pasaba los días entre las paredes de la Fortaleza Roja y lo que más ansiaba era salir.

Pasaron por una calle que llevaba a ese lugar, Lord Arryn se quedó observando la zona desde su caballo.

—Ni lo pienses. —dijo Ned a su sobrino desde el carro en el que viajaba con sus hijas.

—No sé de qué me estás hablando.

—Ni se te ocurra, Artys.

—Ni se me ocurre... —bufó a regañadientes mientras sus primas se reían de la situación.

Poco después llegaron a la Fortaleza Roja, un grupo de personas estaban esperándolos. La nueva Mano del Rey se marchó directamente a una reunión con el consejo, las jóvenes Stark fueron a sus habitaciones, del mismo modo Artys también lo hizo.

Nada más entrar abrió la ventana y colocó una pluma en el alfeizar, para que Ícaro supiera encontrar el lugar, como siempre el animal era muy independiente, Artys sabía que siempre estaba cerca, pero nunca sabía exactamente dónde.

Oyó como la puerta se cerró a sus espaldas, al girarse vio a la reina allí parada.

— ¿A qué se debe esta grata visita, majestad? —preguntó con sarcasmo que Cersei opto por obviar.

—Me habéis estado evitando.

—Sí. —cruzó los brazos. — ¿Os sorprende?

—Cuidad vuestra altivez, recordad que habláis con vuestra reina. —empezó a caminar por la habitación, como un león acecha a su presa. — ¿Estáis molesto conmigo por lo sucedido con esa bestia?

—Esa bestia, como la llamáis, era una loba huargo y su nombre era Dama. Era inocente.

—Nada es inocente. —se acercó desafiante al halcón. — ¿Este cambio por un mugriento lobo? Es una estupidez.

—Lo que es una estupidez es que creyera que no erais lo que se decía, que no erais como el resto de Lannister. Pero ahora, ahora puedo oír vuestro rugido. —hizo una pausa y encaró a la reina. —Sansa lleva días llorando por vuestro capricho.

— ¿Todo esto es por la niña Stark?

—No, es por vos, porque ni después de hacer lo que hicisteis os mostráis arrepentida o tenéis remordimientos.

— ¿Arrepentida? ¿De qué queréis que me sienta arrepentida, de proteger a mi hijo? ¿Queréis que me arrepienta de luchar por los míos? Pensé que vos más que nadie lo entendería, a fin de cuentas sois mitad Tully, "Familia, Deber, Honor". Me culpáis por algo por lo que los de vuestra propia sangre se vanaglorian.

—Malinterpretáis todo. —Cersei se acercó a él, volviendo a quedar igual de cercanos que aquella noche en la tienda del halcón.

—No todo, a vos os interpreto muy bien.

—Me alegro, puesto que yo carezco de esa habilidad. Si me disculpáis, majestad. —inclinó ligeramente la cabeza hacía la reina y después salió por la puerta.

Cersei intentó tranquilizarse, esa situación la ponía de los nervios, y todo gracias a la pelirroja y a su estúpida mascota, pero no se arrepentía, y nunca lo haría, no le importaban los sentimientos de los Stark ni la muerte de la loba. Lo que si le importaba era la reciente actitud del Arryn hacia ella, no era tonta, esperaba algo de frialdad y de enfado, pero no hasta ese nivel.

El Halcón Dorado |GoT|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora