Mark
Escuché la alarma sonar, ese sonido que tanto odio escuchar por las mañanas, sobretodo porque hoy es el primer día de clase y la mayoría de gente estaría emocionada o contenta al respecto pero yo no. Nunca me a entusiasmado la idea de volver a la rutina diaria pero hay cosas que no se pueden cambiar.
Mientras escucho ese odioso y desagradable pitido me tapo la cabeza con la almohada intentando ignorarlo pero desafortunadamente, mi madre me grita desde abajo - Mark porfavor haz el favor de levantarte, vas a llegar tarde tu primer día, y te aseguro que como sea así...- Noto que su tono de voz va bajando y empiezo a escuchar sus pasos por las escaleras.
NO HAY NADA EN EL MUNDO que de más miedo que mi madre cuando sube las escaleras enfadada.
Rápidamente me incorporo quedando sentado en la orilla de la cama y levantándome de un salto, estiro el brazo todo lo que puedo para apagar la alarma, ya me estaba empezando a doler la cabeza de tanto *prrrri prrrri*
Mi madre abre la puerta de golpe dándome un susto - Te dije que te dieran prisa, ¿No me oíste o que?-
-Claro que si, ya me preparo- Se da la vuelta y se va dejando la puerta entre abierta, como no.
A veces pienso que la vida es demasiado.... ¿Como explicarlo? Normal, rutinaria, o penosa en mi caso. Quiero que se me recuerde por algo, no quiero hacer lo que todo o casi todo el mundo hace desde que nace hasta que muere "colegio, secundaria, universidad, trabajar la mayor parte de tu vida, y después de muchísimos años jubilarte y descansar solo en una casita de campo con tus dos perros y una chimenea de leña" creo que me estoy empezando a emparanoiar.
Abro mi armario y me pongo lo primero que veo, aunque creo que es el día perfecto para estrenar esa camiseta Nike que me compré el viernes pasado.
Cogí unos pantalones cortos negros que iban con la camiseta también negra, y corriendo voy al baño a acomodarme el pelo rubio, por las mañanas parece un nido de pájaros. Salgo del baño derrapando y resbalando por el suelo con mis pantuflas.
Hay dios mío resbalan demasiado, voy a caer por las escaleras, y........ -Hay, Huy, Uhg, Auch!!- demasiado tarde, he caído escaleras abajo y todo por culpa de esas odiosas pantuflas.
Después de creerme super man y haber terminado todo dolorido por hacer el tonto, solo me queda desayunar lo más rápido que puedo, no quiero llegar tarde el primer día y que mi madre pase vergüenza por mi culpa
Aunque lo que me preocupa realmente es hacer el ridículo en mitad de la clase, por desgracia cagarla es uno de mis talentos.
Agarro mi mochila y me la dejo colgando de un hombro, presiento que queda más guay, siempre me han dicho que las primeras impresiones son importantes y en este caso NO voy a ignorar eso.
Abro la puerta para irme mientras me despido de mi madre y ella me desea un buen día.
-
-Tío no me puedo creer que ya hayan pasado tres meses- me dijo Noah, mi mejor amigo de la infancia, entrábamos juntos a clase mientras hablábamos del verano.
-Ya te digo, pero no hemos cambiado nada, no creo que vayamos a tener este año nuestro glow up-.
-Bueno crack tu has cambiado la forma de vestir-.
-¿Cómo? Sabes que siempre me a gustado Nike- empiezo a escanearme de arriba a abajo y casi se me cae la cara de vergüenza cuando las veo. Hecho una mirada de preocupación a Noah y el suelta una pequeña carcajada.
No me puede estar pasando esto a mí, hoy no. Con las prisas se me olvidó cambiarme las pantuflas, HAY DIOS ME VA A DAR ALGO.
Quedan menos de cinco minutos para entrar a clases y tengo una crisis existencial
Solo tengo dos opciones:
1- Correr lo más rápido que pueda a mi casa cambiarme los zapatos, volver y llegar tarde y sudado
2-Ir a clase con las pantuflas hacer el ridículo y ganarme apodos extraños de todo el instituto durante todo el curso.Las dos opciones eran igual de malas. Pero por ahorrarme tiempo y una ducha elegí ir a clase con las dichosas zapatillas de estar por casa ¿Podría empeorar algo más?
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la hoja en blanco
Roman pour Adolescents¡Hey! Detente - escuché su voz gritar a mi espalda mientras corría hacia mí - hey, ¿Pensabas despedirte?- me dijo jadeando. Claro que quería despedirme pero no podía, porque cada vez que la miraba a los ojos me perdía en ellos y no sabía volver a la...