Capítulo 17

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Alana:

La noche anterior había visto una de las pelis y debía decir que no era para nada mala, pero preferí no verlas todas una sola noche ya que bajarlas era muy difícil, me tomaba todo el día. Mis tíos debían hacer algo por mejorar el internet de la granja. Sin Derek no tenía mucho que hacer por no decir que nada y era patético, la verdad.

Como no se me ocurrió nada más, ahí estaba sobre el sofá disfrutando de un libro, por suerte se podía leer sin conexión y pues básicamente en eso consistió mi día. Me metí en varios mundos diferentes a lo largo del día, perdiéndome entre letras. Cuando me di cuenta había leído casi tres libros y era de noche. Me levanté con todo el cuerpo adolorido y subí a mi habitación para dejar el celular cargando.

Luego de comer me fui al granero para esperar a Derek, se suponía que volvería en la noche pero no me dijo una hora exacta. Pasé mucho tiempo esperándolo y al final acabé dormida sin darme cuenta, fue tío Héctor quien a alguna hora de la madrugada fue a buscarme y me llevó cargada hasta mi habitación. 

— No va a volver ¿cierto? —susurré antes de que él se marchara.

— Parece que no cielo —respondió —. Sabes que es mejor que se quede con su manada.

— Lo sé —dije dándome la vuelta y dejándome llevar de nuevo por el sueño  

(…)

— ¿Qué tarjeta es? —pregunté sujetando mi móvil contra mi oído y mi hombro mientras miraba las diez tarjetas que habían dentro del bolso de tía Fi.

— La roja y blanca.

— Listo, ya la tengo —avisé tomando la que me decía.

— Ahora dime el número que aparece en ella —pidió.

— Es 19,21… —terminé de dictarle el número y tras pedirle que trajera helado para mí, me despedí de mi tía. 

Era un poco más de medio día y aun llevaba mi pijama puesto, no tenía ganas de hacer absolutamente nada. Los mensajes de David seguían llegando, en ellos juraba amarme y me decía que todo había sido un malentendido. Claramente no pensaba creerle, porque había entendido muy bien que intento tragarse la boca de la que yo creía mi amiga.

Luego de merendar decidí contestarle a Helena y Gretzy, estaban realmente preocupadas y ellas no tenían la culpa de nada de lo que estaba pasando. Si a esto le sumamos que me sentía muy dolida por el hecho de que Derek no hubiera vuelto, podía asegurar que solo quería lanzarme a llorar como una estúpida. Entendía que Derek tenía que estar con su manada pero mi pecho ardía cuando recordaba que había pasado horas esperándolo. Era muy cruel que me hubiera asegurado que iba a regresar para después no hacerlo. ¿Por qué me dolía tanto? Apenas le conocía desde hacía un par de días. Quizás pensé que el sería diferente, pero había comprobado que tarde o temprano todos te fallan.     

Sacudí mi cabeza cuando sentí una lágrima mojar mi mejilla. Pensar en esas cosas no me ayudaba en nada. Subí de vuelta a mi habitación dispuesta a cambiarme de ropa para buscar a tío Héctor y ayudarle en cualquier cosa. 

(…)

En la cena mis tíos intentaron hacerme hablar pero no tenía ganas y ambos lo entendieron y me dieron mi espacio. Iba a regresar a mi habitación cuando me llegaron un par de mensajes de David. Frustrada salí por la puerta de la cocina buscando algo de señal para mandarlo a la mierda y luego bloquearlo, estaba harta de él. Me senté en los escalones y a mi mente llego el día que Derek y yo almorzamos juntos ahí. Dolió recordar y cerré los ojos tratando de alejar las imágenes.

Le mande un mensaje a David exigiéndole que se olvidara de que una vez me conoció, segundos después ya lo había bloqueado y se sentía muy bien saber que no tendría que ver sus mensajes. Borre su chat y todo lo que tuviera que ver con él. Me puse en pie con la idea de irme a dormir pero mis pies tomaron otro camino. Se dirigieron al granero y me quede parada frente a la puerta.

La noche estaba fresca y dentro estaba muy oscuro. Añoré ver la luz naranja que alumbraba el lugar en las noches, ver a Derek ignorarme mientras comía y contarle cuanto pensamiento loco pasaba por mi cabeza.

— Te necesito aquí D —susurré para mí misma. Luego me di la vuelta y corrí de vuelta a la casa.

(…)

— ¡Vamos Alana despierta! — escuché gritar a mi tío y me di la vuelta mascullando un vete —. Nada de eso señorita, vas a vestirte y nos iremos a montar a caballo.

— No me gustan los caballos —mentí

— Eso no importa, igual vas —avisó tirando de la manta que cubría mi cuerpo.

Y fue así como comencé a odiar a mi tío.

Hora y media después me tenía subida en un estúpido caballo. Quizás mentí antes cuando dije que no me gustaba pero estaba gruñona esa mañana. ME HABIA LEVANTADO A LAS NUEVE DE LA MAÑANA, ¡era indignante! ¿Es que ya no se podía ni dormir en paz?

— Una carrera, ¡el último en darle la vuelta a la granja hace el almuerzo! —gritó mi tío antes de salir disparado. No me quedó de otra que seguirlo.

_— ¿Pero de eso no se encarga tía Fi? —pregunté gritando yo también, pues él iba un par de metros por delante.

— ¡La hija de su mejor amiga nació hoy y está en el hospital con ellas! —explicó

¡Diablos, pues ya le valía a mi tío perder! ¡Yo no sabía ni calentar agua!

Esa noche le conté bastante animada a mi tía como tío Héctor había incendiado el sartén, ¿Cómo? Ni la menor idea. Pero me había reído mucho luego de que consiguiera apagarlo. Tía Fiona por su parte lo miraba seria mientras este sonreía inocente.

No sé muy bien por qué luego de cenar salí por la puerta de la cocina y llegué hasta el granero. La nostalgia me invadió, ya ni siquiera estaba molesta porque D no hubiera vuelto. Como dije entendía que tenía razones muy fuertes para quedarse. Era realmente masoquista, ahí estaba con la ilusión de verlo aparecer aún cuando me había dado cuenta de que no iba a volver.

— Vas a resfriarte como sigas aquí afuera —escuché una voz a mis espaldas y rápidamente me di la vuelta sin poder creerlo.

— ¡Derek! —chillé emocionada, él abrió sus brazos y corrí en su dirección para fundirnos en un cálido abrazo.

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