El acantilado

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El olor a pino, el agua golpeando las piedras cuando cae y se forma parte del mar, el suave murmuro del viento golpeando con mi cara y para mí, el hermoso canto de los pájaros que volaban no tan legos.

Por fin dejaría ir todo atrás, las malas vibras, los malos tratos, todo. Las personas que algunas vez me maltrataron de todo tipo de formas ya no están, no las veré nunca más, la paz que me traía este lugar era tan cegadora que me impulsaban a quedarme hay, parado por el resto de mi vida.

Mire a Raúl a los ojos, quienes me inspiraban confianza y seguridad para después volver a mirar al frente, sintiéndome la peor persona al obligarlo a hacer algo como esto. Pero, otra parte de mí se sentía bien, acompañada, por fin sentía ese pequeño sentimiento que me impulsaba a vivir, a sonreírle a la vida, a poner la otra mejilla ante un golpe.

Desafortunadamente, ese pequeño sentimiento no era suficiente…, el miedo, la soledad…la tristeza y la desesperación llenaban casi todo mi corazón.

Una lagrima cayo de mis ojos, seguida de otras más, hasta llenar mi cara de una lluvia salada. Los sentimientos de valentía desaparecían y los empezaban a sustituir el miedo.

Entonces me pregunte, ¿Enserio lo vale? Dejar todo atrás, dejar a mi pobre perrita Amaya, sola, dejar mis estudios a medias, perder la oportunidad de ser ese gran doctor psiquiátrico que siempre soñé.

Todo me confundía, la liga tan peligrosa de sentimientos solo me motivaba aún más a cometer tan estúpida decisión.

Llevaste a tu querida perrita en un centro adoptivo, no eres lo suficientemente capaz para criarla. 

¿Estudios? ¿En serio crees que serás alguien en la vida?

Tu madre a gastado más de 25 mil pesos en ti, solo haces que las personas a tu alrededor sufran.

Patético.

Inservible.

No sirves para nada.

— ¿Sabes?, siempre pensé que el cometer un suicidio es el acto más cobarde que necesita más valentía. —susurro Raúl, haciendo que lo mire a través de mis ojos empapados de lágrimas. —Sé que te prometí que no diría ninguna palabra en todo el proceso, pero, verte tan inundado en tus pensamientos, creando tus propias malditas conclusiones y alejándote cada vez más de mí…, del mundo. Todo eso hace que algo en mi me suplique porque te proteja, no quiero verte llorando, no quiero que sonrías falsamente, quiero que tu rostro demuestre paz absoluta, quiero que me consideres la cura para tus dolores.

«—Quiero que tú y yo seamos dos almas unidas cuando estemos en el piso, desangrándonos. —se arrodillo frente a mí. Sorprendiéndome. —me siento como un total idiota por pedirte algo como esto en un momento como este, pero si este será nuestro último momento, quiero que sea inolvidable. —suspiro sacando un anillo de una caja. —Así que, ¿Qué opinas, Darwin d’ Paul? ¿Quieres morir con mi anillo en tu dedo y siendo yo parte de tu sufrimiento?»

Fin.

Un acantilado, dos hombres enamorados, uno roto totalmente, necesitado a amor y  buenos tratos, y otro queriendo profundamente ser la persona que le brinde todo lo que le falta.

Dos almas con totalmente distintas crianzas, pero el mismo futuro, la muerte.

"Dos personas rotas no pueden ser pareja"

Darwin necesitaba a Raúl.

Raúl necesitaba a Darwin.

¿Por qué el destino fue tan cruel?

 
  

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