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Su cabeza daba vueltas por la frustración. No había sido un buen día, definitivamente estaba cansado; quería llegar a ver a su novio y simplemente pasar el rato, no más, no quería hablar, no quería desgastarse de ninguna otra manera.

Sus pasos avanzaron con cierta rapidez al adentrarse al edificio dónde vivía. No era el lugar más caro, ni elegante, simplemente era lo que podía permitirse pagar y compartir con su novio universitario. Ambos habían salido de Jeju, Kim había ingresado a la universidad de Seúl,  y él quería encontrar un buen trabajo, al menos hasta poder aplicar el examen nuevamente a la universidad.

Era un poco jodido, incluso frustrante, no por él, no porque sintiera celos, sino que se sentía fuera de lugar, además de los comentarios en voz baja de sus conocidos le  añadían cierta presión e incomodidad a la relación que poseía con su novio; rematando con una verdad dolorosa, no era el primer año de Youngjae aplicando el examen y fallando.

Colocó la clave de ingreso, para después deslizar sus pies dentro del pequeño departamento.

Se quitó los zapatos, al tiempo que buscaba la luz para tener la posibilidad de distinguir algo. Dio un largo suspiro, encontrándose con la nada, seguramente YuGyeom le había mandado algún mensaje para decirle que llegaría tarde.

Quizá podía tomar el tiempo para estudiar o parecido, aunque no era lo que deseaba hacer. Se tiró sobre el sofá, refunfuñando, pensando que quizá lo mejor en esos momentos era que YuGyeom no estuviera presente, aún era un niño para atormentarlo con sus problemas.

Kim se caracterizaba por esa personalidad juguetona y dulzona, un tanto despistado del mundo en sí, pero ganándose el corazón de su novio, quién poseía características similares, simplemente que éste era el más serio de los dos.

Youngjae se obligó a sí mismo a crecer rápidamente, a separarse un poco de su novio, llevándolo al punto donde estaba. Haciendo creer a Kim YuGyeom que todo estaba bien entre los dos.

La vida se volvía en un punto dura, el cuento de hadas dejaba de existir, las parejas se separaban, el mundo seguía, y dejabas de centrarte en tus sueños para meterte en el mundo real, donde dejaban de existir.

Recientemente tuvo ese golpe de realidad, para ser más exactos era la razón por la cual su ánimo estaba decaído. Aquella extraña conversación por un simple papel que no había salido como el jefe quería, fue la excusa perfecta para que le dieran un discurso de cómo era la vida.

Primero, según su jefe, debía dejar de tener la mente en las nubes, creyendo que podía estudiar lo que quería, que era libre para hacer lo que deseaba, cuando la realidad no era así; segunda, su novio, sería el peor problema si lo conservaba, los celos, el poder, lo llevarían a la ruina y lo mejor para YoungJae era conocer alguien de su nivel.

Hundió su cabeza sobre el cojín, odiaba aquello, odiaba crecer y tener que enfrentarse al mundo.

La puerta se abrió, escuchándose la risa de Kim relucir en todo su esplendor. No venía solo y eso le daba una sensación de extrañeza, nunca nadie lo había acompañado, siempre le llamaba a él para irlo a buscar. Se tensó levemente, pensando en esa larga conversación que tuvo en el día.

—Nos vemos JinYoung. —se despidió.

Escuchó la puerta cerrarse, apretó los ojos y respiró hondo para recibirlo con una cálida sonrisa, como si todo estuviese bien, como si justo ahora no tuviese problemas en la cabeza.

—YoungJae... —habló, buscando por su persona favorita en el mundo.

—Hey.

—Llegaste temprano, pensé que hoy salías tarde.

300 days;; yugjaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora