Todas las vidas deben ser contadas desde el nacimiento... pero sería muy aburrido ver un bebé caminando con torpeza y aprendiendo torpemente a hablar.
En Neburia, las historias legendarias nacen desde el día en que la vida verdaderamente comienza, el día en que los niños encuentran su alma emplumada en una majestuosa criatura alada.
-¿Ya viste ese neburí rojo? ¿No es increíble?- decían varios niños frente la estatua gigante de la Diosa Hylia mirando hacia el cielo.
Aves grandes de picos simpáticos como los de un pelícano con plumajes desde los más brillantes a los más obscuros, buscaban encontrar al dueño al que acompañarían.
-Ese rojo es indomable, nadie ha podido montarlo jamás, dicen que no tiene un alma par... -dijo Gondo, un chico joven que llevaba a su prima pequeña, puesto que tenía cierta tendencia a perderse por sí sola.
-¡Yo seré quien lo monte! ¡Ya lo verán! Ese neburí rojo es mío- gritó un pequeño testarudo de cabello pelirrojo.
-Vamos Link, ¡démonos prisa! ¿Por qué te quedas así callado mirando el cielo?- y ahí iban los dos amigos inseparables, Zelda, energética como siempre y el adorable Link que parecía extrañar aún su camita.
-Quiero ir!!! -exclamó Gwendolin desde la mano de su primo, Gondo, dando pequeños saltitos.
-Bien, bien... sólo recuerda no separarte y seguir las instrucciones okay? Si algo te pasa mamá no estará nada contenta conmigo... -Gondo y su madre habían recibido a Gwen recientemente, aparentemente era una prima lejana pero sus padres habían muerto, ahora era su responsabilidad.
-¡Lo prometo!- dijo y simplemente corrió con los otros niños.
Gondo, creyendo que con eso era suficiente y que los maestros de la academia y la brigada de seguridad la cuidarían, se fue.
Entonces los neburí comenzaron a descender buscando a sus amos, varios niñitos ya estaban encarando con asombro su compañero de vida.
-Hola amiguito... -sonrió Zelda acariciando al neburí azul que la había escogido y ahora la seguía a todos lados.
-Ese rojo... me causa una sensación extraña... -decía Link mirando al cielo.
-Hoy haz actuado muy raro Link... -le dijo su amiga.
Entonces, Gwen vio algo inusual, un pájaro que estaba a lado, sin volar buscando un dueño, completamente solo.
-¿Ya vieron eso...?-
-Oh, papá dice que cuando algunos neburí están enfermos se alejan de su grupo, para ellos su dueño es tan importante como ellos mismos, así que no quieren arriesgarlos...- dijo Zelda.
-¿Pero y si necesita ayuda?-
-Mejor ten cuidado... cuando un neburí escoge su jinete es para siempre, ya bajará uno por ti...-
-Bueno...- ella suspiró y siguió observando el cielo, estaba tardando mucho, ningún neburí bajaba por ella, lo único que le consolaba era que Link estaba en las mismas. Al menos así era hasta que ese dichoso neburí rojo voló en picada de forma majestuosa hacia el pequeño rubio. El alboroto se calmó por unos momentos, como si una leyenda acabara de nacer, esos dos se miraron como si ya se conocieran.
Link ni siquiera habló, pero parecía estarse comunicando con su neburí, lo abrazó y contrario a muchos otros, el ave no protestó siquiera un poco, era impresionante, de un rojo brillante e intenso, con la cola un poco más larga que las de los otros. Link trató de subirse a él y de forma impresionante el animal se mostró dócil y le permitió subirse.
-OH! Qué envidia -dijo Zelda impresionada- ¿Y tú dónde aprendiste a montar neburíes?-
-No lo sé... -Link sonrió y acarició el plumaje de su ave con familiaridad y cariño, tenía un brillo excepcional en los ojos.
-¿Sabes volar Link?- pronto se había visto rodeado de amiguitos curiosos por el extraño encuentro con el ave.
-No en realidad... -dijo y movió las piernas a los costados del ave, pronto su neburí se elevó un poco, sonrió y se sujetó con más fuerza mientras todos exclamaban.
Gwen retrocedió un poco para observar el vuelo del ave roja, y justo cuando su pequeño talón estaba flotando porque se le había acabado la tierra escuchó el graznido de un neburí como si la estuviera regañando. Cuando volteó a mirar, el neburí arrinconado que había observado hace poco estaba ahí frente a ella.
Lo observó detenidamente, tenía las plumas de un color anaranjado cobrizo realmente hermoso, sin embargo, había algo distinto en su mirada; a diferencia de los otros neburí que seguían a sus dueños con la mirada, este tenía los ojos en blanco, de hecho de un color de iris pálido.
Gwen acercó su mano al animal y lo acarició, aunque no protestó no la miró, entonces se dio cuenta de lo que le habían dicho: estaba enfermo.
-Tú... ¿no puedes ver?... - dijo alejándose de la orilla mirándolo con atención. No había bajado volando como los otros, ¿ése era su neburí? Como niña pequeña, no pudo evitar sentir que le había tocado un pájaro enfermo, sin embargo... si lo pensaba bien, le había salvado la vida, así que le sonrió aunque no pudiera verla y lo abrazó.
~
El tener un neburí ciego no era cosa sencilla, tenía a menudo que soportar muchos regaños cuando por poco chocaba con otros de sus compañeros que aprendían a volar. Su tía incluso pensaba que ese pájaro la seguía porque andaba de enfermera y no porque fuera su dueña.
Fue muy duro acostumbrarse a su montura y muchas veces regresaba frustrada a casa. Entonces se le ocurrió una idea, que no le dijo a Gondo para no preocuparlo.
La única forma de que no la vieran entrenar ni se burlaran de ella era hacerlo en la noche, se decía que los neburí no veían bien de noche, pero si el suyo estaba ciego no debería de haber gran diferencia.
Al principio se cayó tantas veces que la brigada especial de seguridad ya la conocía de memoria y hasta eran amigos suyos que se la pasaban cuidándola.
Pero con el tiempo su neburí se volvió realmente adiestrado y aprendió a montarlo correctamente.
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Si viviera en el cielo
FanfictionEsta es una historia de algunos escenarios que se me han ocurrido de Skyward Sword porque es lo que he estado jugando últimamente. No tengo bien estructurado lo que pasará pero ese mundo es tan sorprendente que bastan algunas descripciones detallada...