Guitarra (Stony One Shot)

GUITARRA (Stony)

Sinopsis: Tony se siente abandonado, al igual que la antigua guitarra de su expareja.

Smut?: Si UwU            Tipo: One Shot                

ADVERTENCIAS: Mención de masturbación, smut, maybe ANGST.

✿✧*•.✿✧*•.✿✧*•.✿✧*•.✿

Aburrido, soso, soporífero, estúpido... eran unos de los adjetivos que podría utilizar para aquel momento, como se encontraba y sentía; Solitario y tedioso.

En su habitación, sobre su cama junto a una triste y abandonada guitarra acústica.

Ambos, tristes y abandonados. Un conjunto que en aquel instante, él mismo describió como total y ridículamente estúpidos y aburridos.

Tony miraba perdido hacia el techo, sintiendo las sábanas rozar con su cuerpo a medio vestir, pensando en mil cosas y a la vez en sólo una:

Lo aburridos, tristes y abandonados que se encontraban él y aquella guitarra negra. Por el mismo hombre; Steve Rogers. Claro que, con diferencia de tiempo y motivos.

La guitarra por el tiempo y reemplazo por el mismo tipo de instrumento pero en eléctrico.

Él por el tiempo y el reemplazo por una exnovia de preparatoria, o sólo mala suerte.

Ensimismado acerca su mano a la guitarra, acariciando lenta y suavemente su costado, y ascendiendo a la tapa, rozándola con las yemas de sus dedos.

En un movimiento desinteresado y simple guía su dedo índice a la cuerda más cercana; la sexta -o como Steve le llamaba: de nota MI-, y lo pasa desde la mitad del mástil hasta la boca. Sintiendo la rasposa textura de la cuerda bajo su tacto, haciendo un chirrido suave y casi insonoro. Para luego levantar su dedo y bajarlo, ejerciendo presión sobre el filamento y soltando; causando un sonido grave y casi desgarrador.

Aunque no tanto como la vibración que había causado a su alrededor.

El sonido grave creando tal terremoto en su cama, erizando la piel de su espalda y excitando los nervios de su ser.

Si. Excitando.

Las ondas que sintió tras tal acción recorrieron toda su anatomía, llegando a los oídos el grave acorde de guitarra, rematando con las cosquillas en su tórax por las frecuencias penetrantes del sonido y del eco.

Se vio en la obligación de repetirlo, volviendo a acariciar la cuerda -ahora lasciva y sugestivamente- sintiendo la aniquiladora ansiedad del chirrido del filamento de cobre. Volviendo a bajar y soltar; causando el sonido grave del instrumento.

Y otra vez la sensación. Ahora viajando inconsistente a su abdomen bajo.

Se sentía ridículo y sucio, enfermo, insano. Pero... era demasiado agobiante y placentera tal vibración. Recorriendo hormigueante de la caja sonora de la guitarra al colchón y del colchón y sus resortes a él, a su piel y más sensibles nervios.

¿Tan abandonado estaba como para hacer eso?

Bajó de nuevo su dedo a la cuerda, causando el mismo sonido grueso y estridente, calándole hasta el fondo, sintiendo cosquillas por la piel y su hombría endurecerse. Santa mierda.

Volteó a ver la guitarra, la misma guitarra con la que le dedicaron canciones, la misma guitarra que grandes manos tocaron bajo la luz incandescente de un cuarto adolescente, la misma guitarra que pasó años bajo polvo y oscuridad en un armario.