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Los humanos perdieron la guerra.

No, fue solo una ciudad, los humanos esparcidos por el mundo se enteraron horas después, tal vez cuando el sol salió y las pocas personas que lograron escapar corrieron por ayuda, topándose con trampas mortales puestas por los oscuros. Gracioso que esas trampas eran usadas de forma contraria. Fue casi un parpadeo en el que el mundo dio vuelta, colocando la situación con resultados muy distintos.

Baji caminó por el puente, recordando el ojo por ojo de hace tiempo. Estaba volviendo a ocurrir, como una predicción que ninguno pudo notar. Los oscuros eran vengativos, y los humanos no se quedaban atrás respondiendo a cada ataque dado por ellos. Era simple ver que esto no se quedaría así.

Su traje negro desentonaba con el manto celeste en el cielo, o el gris de los escombros. Él se vería como una pequeña mancha negra en el suelo, un hoyo profundo. Su triste mirada cayendo hasta el lago, donde se quedó por vario tiempo horas antes, suspirando en su momento de soledad.

—Mamá quiere que me despida ahora— La voz de Takemichi suena apagada, tan triste detrás suyo. Se gira con cuidado, mirándolo con aquella expresión que no ha dejado sus rostros en unos cuantos días. Takemichi extiende los brazos haciendo un pequeño puchero. Baji no espera mucho antes de exhalar una sonrisa e ir hasta él, fundiéndose en un cálido abrazo que ambos necesitan con desespero. —¿vas a estar bien?

—Tratare— Dice con la voz en pedazos rejuntados. Por un segundo siente que no podrá soltar a Takemichi, sus brazos simplemente se niegan a hacerlo. —Nos volveremos a ver...

—Eso espero, algún día.

Se quedan varios minutos en silencio, recordando lo que ocurrió noches antes, cuando los oscuros llenaron las calles y dieron su comunicado por el altavoz. Takemichi se escondió en la biblioteca, y ahí fue a donde Baji corrió cuando Chifuyu le exigió que se fuera por su seguridad. También fue el lugar donde encontró al abuelo. Malos momentos del pasado.

La madre de Takemichi era una gran mujer, de un carácter fuerte, tanto que no le importó obligar a su hijo a seguirla a otro lado, donde los oscuros no pudieran tocar a ninguno. Baji no estaba incluido en aquel plan, ni él ni...nadie más.

—Esta vez mantente a salvo— Murmura Baji por fin apartándose, dándole unas pequeñas palmadas en los hombros. Los ojos de Takemichi fueron un atentado contra el nudo en su garganta... El chico ya estaba dejando caer gruesas lágrimas. —No llores...

Y Takemichi llora con más amargura, volviendo a abrazar a Baji, respirando con agitación. Suspira, envolviéndolo en brazos sabiendo que eso es lo que su amigo necesita ahora.

—El abuelo...— Baji lo abraza con más fuerza, cerrando los ojos hasta ver puntos rojos en ellos. Había sido tan difícil dejar de llorar, y ahora quería volver a la esquina de la biblioteca y perderse en ello. —Mikey...

Mikey, otro grandísimo problema. ¿Dónde estaba Mikey? Tan destrozados.

—Solo ve con tu madre— Murmura. —Yo me encargare de esto.

Nada más que decir por parte de ambos, simplemente esperaron en silencio hasta que tuvieran la fuerza suficiente para alejarse, despidiéndose con pocas palabras. Takemichi fue quien comenzó a caminar de regreso, abandonando a Baji en el puente. Ninguno consiente de cuando seria la próxima vez que se encontraran de nuevo.

Ahora estaba casi completamente solo.

LII

El color rosado de los ojos de Inui se extiende por toda la habitación, un encantador color que choca contra la cara de Kisaki. El oscuro de ojos azules desvía la mirada, tratando de seguir su camino en dirección a las jaulas que mantienen en cautiverio a los humanos. Una melodiosa risa detuvo su paso.

Oscuro [Bajifuyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora