EXTRA 100K | AHORA SOMOS CUATRO

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Thomas Drew


— Adara, junta tus juguetes.

El tono que emplea Melissa casi hace que yo mismo junte los juguetes, miro a mi hija poner los ojos en blanco y bufar yendo hacia el pasillo, donde todos sus juguetes estaban esparcidos.

— No puedo creerlo, podría haber tropezado con una Barbie y morir.

— No seas exagerada mamá.

— No lo soy, ten en mente que podrías asesinarme la próxima vez que tires tus juguetes.

Adara se ríe y yo también desde mi lugar, Melissa no tarda en aparecer en el umbral de la sala con los brazos en jarra, su enorme vientre siendo el principal objetivo de mis ojos.

Los casi nueve meses de embarazo la hacían lucir más hermosa de lo que ya era, aunque ella no paraba de quejarse diciendo que estaba horrible y que sus pies parecían los del Yeti, por grandes.

— ¿Y tú de qué te ríes?

— De que cada día me sales con una ocurrencia nueva.

Me levanto del sofá y me acerco a ella, colocando las manos en su vientre.

— Me encanta ser tu payaso. – responde sarcásticamente.

— A mí me encanta ser tu marido. – beso sus labios y todo el drama que tenía encima se evapora, siempre que la beso calmo a la fiera.

— Ewww. – Adara entra a la sala con una mueca de desagrado y nos pasa por al lado.

Con sus cuatro años recién cumplidos ya me pasa la rodilla y su inteligencia es tan alta que me resulta increíble. Andrew dice que es tan inteligente que ni siquiera parece mi hija.

Suelto a mi mujer y alzó en brazos a mi pequeña, que se ríe a carcajadas mientras le hago cosquillas.

— El monstro de las cosquillas no, por favor. – grita entre risas y mi corazón parece a punto de salir de mi pecho ante la felicidad que siento en cada momento parecido a este.

(…)

El olor a jazmín llega a mis fosas nasales y el calor que emana su cuerpo cubre el mío. Sus brazos me envuelven con calidez mientras el sol se adentra en la habitación.
La respiración de Melissa es tranquila, acompasada con el latir de mi corazón.

— Buenos días. – habla contra mi cuello y mis brazos se aferran más a su cuerpo.

— Buenos días.

— ¿Acabas de despertar?

Asiento y muevo mis caricias hacia su vientre, dónde nuestro hijo me responde moviéndose.

— Creo que también se despertó. – su risa llega a mis oídos y una sonrisa boba se instala en mi cara mientras reparto besos por su cabello hasta que ella se levanta alegando que debe de hacer pis.

La veo levantarse y alejarse de mis brazos, la posición no era la más cómoda para mí debido a que el vientre ya es muy grande pero el tenerla cerca quita cualquier incomodidad que podría sentir.

Propuesta Millonaria © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora