¿Qué más queda?

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¿Qué más queda?

El fin de esto es simplemente poder contar una pequeña parte de mi vida que marcó en gran manera cierta etapa de mi vida. No puedo asegurar que te identifiques por completo con lo que voy a contarte porque no todos pasamos las mismas situaciones, tal vez similares, pero no iguales. De igual manera puede haber ciertas partes en las que dirás <<me pasa lo mismo>> y mi única intención es hacerte saber que no eres el único, que no estás solo en la lucha.

La gente no habla de sus fracasos, preferimos guardarlos en el fondo de nuestra mente, en lo más profundo de nuestros baúles esperando que éstos no vuelvan a salir a la luz, que nadie más sea capaz de verlos, si quiera de escucharlos o suponerlos. Creemos que por haber fracasado ahora estamos relegados al final de la fila con los indeseados, con los inútiles, y no es así.

El problema no reside en si somos lo suficientemente capaces, si obtuvimos cinco o diez años de estudios especializados en economía, negocios, marketing o un sinfín de otros estudios que podrían ser de ayuda para tener un negocio de éxito. El problema no es qué hubieras podido hacer hace dos años, dos meses, una semana atrás para evitar tu fracaso, para evitar la dura caída de la que ahora tal vez no has podido levantarte aún.

Cuando le cuentas a alguien tu experiencia, lo haces con la intensión de poder desahogarte, de librar tu mente y un poco el peso que aún está sobre tus hombros, inexplicablemente como un cargo de conciencia de un crimen que no cometiste, pero se siente así. Normalmente ellos no responden como quisiéramos, a veces esperamos que la gente nos diga <<que lastima, tranquilo que la próxima sí podrás lograrlo>> en cambio la gente nos dice << ¿pero por qué no hiciste esto otro?>> y no saben que es lo que nos preguntamos día y noche sin descanso a tal extremo que hay noches en las que no podemos dormir, y si lo hacemos, soñamos con ello. Es como una pesadilla infinita, una mezcla de querer olvidar, de querer dormir para no pensar, pero cuando duermes, sueñas con ello y cuando estas despierto, piensas en ello, ¿entonces cuál es la solución? Podríamos buscar una distracción, buscamos hacer algo que nos guste, ya sea leer, ver películas, descargamos algún juego nuevo con tal de buscar despejar la mente, pero resulta imposible porque nuestra mente se ha convertido en nuestro peor enemigo.

Nuestra mente pasa a jugar un papel tan pero tan importante que no vamos a poder llegar a imaginar la gran capacidad que tiene, tanto para hacer cosas buenas, darnos ideas y ayudarnos en todo, como para destruirnos. Sin imaginarlo poco a poco nuestra comienza a señalarnos, comienza dentro de nosotros mismos en nuestro cerebro, el primer dedo que apunta es el propio, nosotros mismos señalando nuestro fracaso, nuestras fallas y no solo es cosa de una vez, en cambio se convierte en una bola de nieve que minuto a minuto va creciendo y se hace mucho más grande, y cuando lo pensamos, ya estamos corriendo en círculos intentando escapar del impacto.

En medio de pensamientos, de búsquedas de medios para dejar de pensar, de buscar soluciones y revolcarnos en nuestro dolor lamiendo nuestras heridas contemplando el pasado y pensando en <<qué hubiera sido sí...>> llega la depresión, no la esperamos porque tal vez nunca nos ha pasado o no hemos conocido a alguien que la haya sufrido, y aunque conozcamos a alguna persona que haya tenido la mala suerte de sufrir de depresión no creemos que sea algo que pueda pasarnos a nosotros, creemos que somos mucho más fuertes, que tenemos una personalidad bien definida y que nuestra mente es fuerte porque hemos sido capaces de hacer cosas que otros no, hemos tenido éxito. Poco le interesa a la depresión quienes somos, qué hemos hecho, qué hemos logrado, quienes son nuestros padres y qué bien hemos hecho o si hemos hecho daño a alguien, no se fija, no hay un patrón. Pero te llega, en muchas ocasiones se toma la molestia de hacer un lento, pero tan efectivo trabajo, una bomba de tiempo. En otras puede ser de golpe, te da un revés y de repente solo te das cuenta que estás perdido y sin sentido.

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