012

1.4K 171 11
                                    


Sus pasos sonaban pesadamente sobre la vieja madera, aquel hombre se paseaba delante de ellos con una postura erguida y soberbia, luego de interminables segundos detuvo sus pasos y miró por sobre su hombro a los presentes en la gran habitación.

—Entiendan que aquí mando yo. Deben respetarme y obedecerme cada momento de sus miserables vidas. —Se burló alzando la voz. —Me importa una mierda si les gusta o no, ustedes obedecerán sin importar qué. Además, saben bien que no saldrán de acá jamás, será mejor que no lo intenten, no vale la pena intentarlo siquiera. —Sonrió de lado y volvió a dirigir su mirada hacia el pequeño chico que yacía colgado desde unos grilletes desde lo más alto de la pared, sujetado a un viejo reloj de madera para que no intente bajarse, aunque su lamentable estado se lo impediría. —Si tienen alguna esperanza de salir de aquí, pueden preguntarle a TaeHyung si tienen alguna oportunidad de hacerlo ¿cierto, princesita? —Preguntó con ironía.

TaeHyung no contestó, aun inconsciente desde que habían regresado de aquella fiesta de navidad y Park no se había preocupado siquiera si aún seguía respirando. La falta de disciplina del chico le costaría millones y él se lo cobraría al pequeño ser.

El hombre había arrastrado a TaeHyung por ese lujoso lugar. Lo llevó tomándolo de sus largos rizos dorados y lo arrastró frente a los ojos de todos esos hombres, lo subió al auto y siguió golpeándolo hasta que llegaron a la casona. TaeHyung se había desvanecido debido al dolor, cediendo todas sus fuerzas y dejando de gritar por ayuda.

Al llegar a la vieja mansión, Park no tuvo mejor idea que mostrar el castigo impuesto a su preferido ante los demás. Tomó el cuerpo lastimado de TaeHyung y lo desnudó por completo, notó entonces la cantidad de sangre que el pequeño estaba perdiendo debido a las numerosas heridas en su cuerpo, cubriéndole desde el rostro hasta las piernas. El hombre sonrió al ver su hazaña, no había otro mejor ejemplo que mostrar el lamentable estado de su consentido, un castigo ejemplar para que nadie se atreva a desafiarlo ni buscar alguna salida.

Con ayuda de Yen, lo sostuvieron de ambas muñecas en lo alto de un viejo reloj de piso. El cuerpo de TaeHyung era pequeño, sus pies no alcanzaban a tocar la madera debajo de él y debido a la postura y los grilletes, sus muñecas se molían aún más.

—Quiero que entiendan y que se graben muy bien en esas cabezas huecas que tienen, que aquí se hace lo que yo digo. —Siguió diciendo, volviendo a pasearse por el amplio pasillo ante los pequeños niños delante de él. —No correrán con la suerte de TaeHyung si intentan algo, acabaré con ustedes sin siquiera tomarlo en consideración.

Los niños y adolescentes en el salón se quedaron en silencio y sin moverse en su lugar, no se atrevían a levantar el rostro ni rebatir las palabras de tan vil hombre.

Park sonrió ante su propia ocurrencia. —Bueno, ya tienen su árbol de navidad. —Comentó. —Sólo faltan las luces y los adornos, pero al menos ya tiene los colores. —Sus carcajadas se escucharon fuertes en la amplia habitación. —Sólo son detalles. —Susurró encogiéndose de hombros.

Los presentes sollozaron ante la cruel broma de su captor.

—Bien, quiero que vayan a sus habitaciones y sean buenos niños. —Pidió endulzando su voz, los niños se apresuraron a obedecer a la orden del mayor. 

Cada uno de ellos se apresuraron a salir del lugar. Todos menos uno de ellos.

—S-Si lo deja... —El chico se aclaró la garganta al sentir su voz áspera por la impresión de ver a TaeHyung en aquella situación. —Si lo deja ahí puede morir, sus heridas se infectarán o podría m-morirá desangrado. —Dijo evitando mirar el cuerpo maltrecho del niño, él había visto a TaeHyung esa misma mañana y lo había tratado mal, TaeHyung había insistido que aquella habitación era de su amigo y que él no debía seguir intentando arruinarla. El chico simplemente lo regañó y echó del lugar.

No name ❀ KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora