Caídos

Prefacio

¿Cuántas veces se puede morir? ¿Qué hace falta para estar muerto? ¿Dejar de sentir? ¿Ver? ¿Pensar? ¿Para estar muerto tu corazón tiene que dejar de latir y tus pulmones de respirar?

¿Eso es todo?

Yo no lo creo. ¿Qué hay de lo demás?

¿Donde quedan los sueños? ¿Las metas? ¿Los deseos? ¿La motivación que te levanta cada mañana, o la utopía que imaginas cada noche?

¿La pasión? ¿La esperanza? ¿Los sentimientos?

¿El amor?

Cuando ya no te queda nada de eso, ¿estás realmente vivo? Tus pulmones respiran, sí y tu corazón late, también. Pero cuando ya no tienes alma en el cuerpo, cuando ya no tienes nada que ofrecer, cuando ya estás vacío; ¿estás vivo?

No, eso no es vivir, eso es existir; y al menos estoy consciente de ello.

Soy una muñeca, hermosa y vacía.

Cuando no posees la libertad de decisión en tu vida, ¿es realmente tuya, o es la prolongación de la vida de alguien más? Cuando no puedes elegir nada, desde que te vas a poner hoy, hasta la persona a amar, ¿tú eres tuyo, o eres de otro? Todos dicen que sí, ¿pero tienes opción?

Siendo sinceros, nada de eso importa. Al fin y al cabo, hay personas que pasan su vida viviendo esa ilusión y son felices, ¿no? Sí, lo son. Mientras crean en ella.

¿Pero qué pasa si despiertas? ¿Que elegirías? ¿Volver a cerrar los ojos o escapar de ella? ¿Te quitarías la venda y te lo cuestionarías todo?

¿Tu sociedad? ¿Tus creencias? ¿Tu vida?

¿Y si no puedes? ¿Y si no lo logras? ¿Y si despiertas pero te impiden escapar? No te dejan.

La verdadera pregunta sería, ¿ella es tu enemiga o tu amiga? ¿Ella te ayuda o te perjudica?

Si es la única que te ofrese libertad, ¿por qué no?