Capítulo 63

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Arqueé una ceja hacia Marcie quién me miró divertida para que luego una expresión petulante se grabara en su rostro.

-¿Disfrutan el espectáculo muchachos?- preguntó mi amiga descaradamente y soltó una risita seductora.

Los tres hombres se quedaron sin habla. Fruncí el ceño y comencé a sentirme incómoda. ¿Qué haces cuando tienes a tres tipos calientes y uno de ellos es tu novio? Y ni sugieran la opción pervertida.

Geoffrey pareció salir de su shock y se acercó hacia mí, arrastrándome a sus brazos.

-¿Podemos irnos ya?- preguntó en voz baja y entredientes. Sonreí y jugué con sus dedos. 

-Por supuesto.

El intentó evitar su expresión de emoción y alivio, pero no lo logró.

Cuando di media vuelta para despedirme de mi amiga, me encontré a una ferviente pareja rubia, casi devorándose a los besos bruscos y apasionados.

Zayn seguía en su mismo sitio, arqueando una ceja.

-Hmmm… sólo encárguense de cerrar el estudio más tarde- dije intentando no entrometerme en el asuntillo de Marcie y Niall.

Mi amiga balbuceó algo parecido a un “ajá”. 

Geoffrey me miró intentando contener la risa y luego entrelazó nuestros dedos. Zayn se rascó la barbilla.

-¿Vienes Zayn?

-Iré en mi coche- respondió automáticamente y luego nos observó: -Gracias de todos modos.

Me encogí de hombros y me despedí de todos alzando la mano, aunque estaba bastante segura de que Marcie y Niall ya ni siquiera recordaban nuestra presencia allí.

(…)

-He estado carcomiéndome la cabeza pensando en qué hacer, Geoffrey- confesé luego de darme por vencida tras el tercer intento de mi novio de que le dijera que me tenía preocupada.

El acarició mi vientre por encima de la tela y pese a todo, yo entrelacé mis dedos con los de él, justo allí.

-Puedes empezar diciéndome qué es lo que se supone que tienes que hacer- dijo el tranquilamente mientras con su pulgar acariciaba el hueso de mi cadera. Me estremecí. 

Estábamos en un parque dónde frecuentaban las parejas adolescentes y desde lejos podía sentirse toda el aura de romanticismo en aquel sitio. Sin embargo, me sentía como dentro de una burbuja.

Como si el resto no existiera. No era consciente de nada que no fuera Geoffrey y la calidez y suavidad de sus manos, su fuerte abdomen contra mi espalda, y su barbilla a la altura de mi sien. 

Él se encontraba recostado contra un viejo roble, y yo en su regazo, de espalda a él.

-Es… un hogar. Un sitio al que voy hace casi un año.

-Un hogar- repitió él y luego dudó: -¿En el que alojan niños huérfanos?

Asentí y él esperó en silencio a que continuara.

-Todo ha ido tan bien siempre. Pero ahora su economía está por los suelos- expliqué mirando las nubles que de a poco iban desapareciendo. –He intentado ayudarles pero ahora ya no dispongo del efectivo. Y las pocas personas que contribuían ya no son tan frecuentes. 

-¿Y por qué no dispones del dinero, cielo?- preguntó él distraídamente y yo me tensé. Entonces me miró entre sorprendido y apenado.

-¿El dinero de Anacks?

Mi silencio fue su respuesta. Cerró los ojos con fuerza y gruñó en voz baja.

-¿Por qué no me lo has dicho antes, _________?- cuestionó en un murmullo y desvío la mirada cuando di media vuelta. 

-¿El qué?

Sus labios formaron una línea recta.

-Que aquel dinero ayudaba a un hogar. Jamás te hubiera pedido que lo abandones si hubiera sabido que iba destinado a una causa tan noble. Me siento como un condenado egoísta… soy un condenado egoísta- rectificó apesumbrado y con el brazo se cubrió los ojos.

-Hey, tú no eres egoísta- le dije en voz baja intentando quitarle la obstrucción de esas bellas gemas verdes. El se resistió y no pude mover ni un centímetro su brazo de aquel lugar. –Geoffrey, no entré a Anacks específicamente para ayudar al hogar- admití algo avergonzada por el falso buen concepto que se había hecho de mí en tan sólo unos segundos. –Cuando conocí a los niños del lugar hace unos meses, decidí contribuir e ir a visitarlos de vez en cuando, pero no fue hasta que gané grandes sumas de dinero, que empecé con las donaciones.

El se quitó el brazo de los ojos y me observó. 

-¿Y cómo los ayudaremos ahora? ¿Volverás a Anacks?

Su voz sonaba mortificada, sabiendo que a él no le agradaría en absoluto que yo volviera a aquel antro de mala muerte. No obstante, me agradó el ‘ayudaremos’.

-No volveré a Anacks, Geoffrey- dije con firmeza y alivio destelló en sus ojos pese a que no dijo nada. –Ya se me ocurrirá algo- añadí intentando convencerme más a mi misma que a él.

El rizado se quedó pensativo, con sus brazos alrededor de mi cadera, y su barbilla sobre mi cabeza.

-¿Y si le sacas provecho a ese estudio?

-¿Cómo?

El se aclaró la garganta.

-Podrías enseñarles ballet o cualquier otra danza a las niñas del hogar, y luego hacer obras con el objetivo de recaudar fondos para caridad. Sería algo bonito de ver y el dinero les serviría al menos hasta que se nos ocurra algo más.

Sonreí animada. Era una magnífica idea.

-A veces me pregunto qué he hecho para tener a alguien tan bueno como tú- dije negando con la cabeza y atrayéndolo hacia mí. El soltó una risita.

-Debes haber sido un ángel en otra vida- bromeó adecuándose a mi cambio de humor. Se acercó a mis labios y lo detuve.

-¿En otra vida? ¿Y en ésta no?- pregunté divertida dándole un beso a la punta de su nariz.

El soltó una risa sofocada y negó con la cabeza.

-No me hagas responder a esa pregunta- contestó y tomó mi rostro entre sus grandes manos. –“__________ diablilla Liejett”- rió antes de besarme.

One and Only (Prince Royce&Tú )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora