BERENSTAIN
Ay, no recordaba que hoy volvía Juan Pérez y querrá saber por qué Sánchez sigue trabajando aquí, tan campante, después de la putiza que le acomodó y que dicho sea de paso, se merecía.
Independientemente de eso, sí debe ser molesta tanta impunidad ¿Pero qué hago? Las órdenes vienen desde arriba. Sánchez está blindado, no puedo intervenir aunque quiera y la verdad, es que ni siquiera me importa. Estos meses ha estado muy tranquilo, lo cual me lleva a la conclusión de que es Juan quien lo provoca, justo cómo él dijo.
—Doris, dile a Pérez que pase.
—De inmediato, señor.
JUAN
Ahora sí, te va a cargar la chingada, loco pendejo de mierda... Ojalá se te atore esa galleta que te estás tragando y te ahogues.
Entro al despacho de Julián Berenstain exagerando la cojera que me quedó. Davina me ha dado algunos trucos de actuación y pienso sacarles partido en este momento. Quién sabe, igual cambio de profesión y me convierto en un galán de telenovelas junto con ella. Al fin que ni siquiera necesito saber actuar.
—Juanito, buenos días, ¿Cómo estás?
—No puedo decir qué bien, solo sigo vivo.
—Ya vi. Has tenido mucha suerte, corrieron bastantes rumores acerca de que no lo lograrías.
—Pero aquí estoy, listo para la batalla. Aunque parece que no hubiera pasado nada. Ese criminal sigue trabajando aquí y me gustaría saber por qué.
La expresión de Berenstain es poco alentadora. Una mezcla de vergüenza e impotencia que me indigna mucho.
—Lo sé, Juan. Pero no puedo hacer nada.
—¡Eso es absurdo! ¡¿Casi me deja inválido y tengo que seguir viéndole la jeta diario?! —chillo de la forma más dramática que puedo.
—Lo único que voy a recomendarte, es que te mantengas alejado de Sánchez. Además, sabes que no está muy bien de sus facultades mentales. Mejor no le busques ruido al chicharrón. Digo, si quieres conservar tu trabajo.
—¡Pues entonces, si es un maldito loco, debe estar en un manicomio, no aquí! ¡Ya vieron que puede ser muy peligroso! ¡¿Esperan a que mate a alguien?!
—Mira, cálmate. La cosa es fácil, solo no te le acerques, no le hables, no lo provoques ni le respires cerca y ya está.
—¡¿Yo lo provoco?! —estallo— ¡¿Ahora es mi culpa?!
—Pues mira, Juan, todo este tiempo que no estuviste, las cosas han estado muy tranquilas, hasta el ambiente cambió, se volvió más ligero. Yo con Sánchez no tengo ningún problema cuando tú no estás, no se mete con otros porque no tiene broncas más que contigo
—¡Porque es un mustio y un hipócrita!
—¡Por lo que sea, Pérez! Es la última advertencia, tú sabrás.
Salgo de ahí peor, aunque no voy a permitir que se me note.
Ese estúpido sigue ahí, así que mejor sonrío triunfante, cómo si nada pasara.
BERENSTAIN
Nunca antes tuvimos problemas de este tipo. Al menos no con gente que no estuviera a cuadro. Actrices, conductores, etcétera... Pero esa lucha de egos se está convirtiendo en un problema bastante incómodo. Si Pérez continúa con esa actitud, tendré que despedirlo.
Mentiría si digo que no me preocupa. Los he visto varias veces enfrentarse con palabras, miradas y empujones en los pasillos o el estacionamiento y siempre es Juan el que le busca al otro.
Sánchez se ve que es más tranquilo, al menos tiene dominio de sí mismo y prefiere poner distancia de por medio, antes que iniciar una pelea, pero cómo decía mi abuela, «De las aguas mansas, líbranos, señor», más cuando Pérez no deja de joder.
Ahora temo que en lugar de calmar la situación con esa noticia sobre Eleodoro Sánchez, las cosas vayan a escalar a un nivel trágico.
ELEODORO
—¿Y entonces qué, Ele? ¿Vas o no vas a la posada?
Pregunta Trujillo de repente cuando revisamos los libretos.
—Todavía faltan tres meses, Gabriel —respondo con pereza y sin pizca de entusiasmo—. Odio esos eventos, odio el ruido y odio a toda esa estúpida gente que pretende divertirse, con sus todavía más estúpidas sonrisas fingidas.
—¡Válgame contigo! ¡Ve, wey! Te hace falta sacudirte el polvo, aunque sea un rato. Y los pelos... —me pasa la mano sobre el hombro para quitarme los pelos de Allan.
—Tengo mejores cosas qué hacer a esa hora —miento. Prefiero quedarme en mi cuarto a escribir, que asistir a un evento tan estridente.
—¿Qué? ¿Encerrarte en tu casa? Eso lo haces siempre, todos los días
—¿Tú cómo sabes? Hay vida fuera de aquí. Tengo amigos con los cuales pasar el rato. —Uno, recuerdo, pero cuenta por varios porque siempre tiene sorpresas para darme.
—Ah, sí, tu «fascinante vida interior», lo olvidaba. Deja de ser tan cliché, Ele. Eres joven todavía, no te portes como un anciano.
—¿Ahora soy cliché? —río, pero no me hace gracia. Y porsupuesto que no planeo ir —. Ándale, Gabriel, estamos muy atrasados con esto.
—Estás desperdiciando tu vida —sentencia sombrío. A veces me recuerda tanto a mi abuelo.
«Si no haces tal o cual cosa...»,y luego un montón de posibles consecuencias devastadoras. Gracias por tu contribución a mis ataques de ansiedad, abuelo.
—Según tú —respondo—, pero creo que la desperdiciaré más con cosas que no me complacen. Y esos eventos están muy lejos de hacerlo. Iría si me obligaran, pero no pueden.
—¿Si fuera a fuerza, irías? —pregunta pensativo, cómo tramando algo.
—Sí, pero no pueden obligarme —me aferro a mi argumento, aunque Gabriel no quita el dedo del renglón.
—Suponiendo...
—¿Si te digo que sí, dejarás de fregar? —exploto.
—¡Sí!
—¿Y por qué te interesa tanto que vaya? —Quise averiguar, pues era mucha insistencia ya. Me empieza a parecer sospechoso. No olvido «Carrie». Aunque pensándolo bien, podría resultar divertido si algo así pasara.
—Ele... —chasquea los dedos frente a mi cara.
—¿Qué?
—Quiero verte de otro modo, con otra ropa, arreglado, rasurado. Entiendo que lo de Davina te ha dejado la moral por el suelo, pero tienes que levantarte, Ele. No es la única mujer en el planeta.
—Ese asunto con Davina no existe, nunca existió y nunca existirá. Estoy decidido a olvidarme de ella para siempre —afirmo convencido. Al menos esa es la intención.
—Sí, cómo no —repone incrédulo.
—Estoy decidido. Voy a olvidarme de ella para siempre.
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ELE (Versión Extendida)
Romance(Ele, versión extendida). Un escritor inicia una relación clandestina con la esposa de su peor enemigo, mientras al mismo tiempo, descubre que siente algo más que una entrañable amistad por su amigo Nicolás. Lee este drama con toques finos de humor...