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Feyre, Rhys y su círculo más íntimo de amigos están muy ocupados reconstruyendo la Corte de la Noche y el vasto mundo que la rodea. Pero el Solsticio del Invierno finalmente se acerca, y con él, cierto alivio ganado con mucho esfuerzo. No obstante, esta atmósfera festiva no conseguirá detener las sombras del pasado que acechan sin tregua.
Mientras Feyre transita su primer solsticio de invierno como Alta Dama, descubre que sus seres queridos tienen más heridas de las que había imaginado: cicatrices que impactarán de manera irrefrenable en el futuro de su Corte.
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  Sarah J. Maas
Una corte de hielo y estrellas
Una corte de rosas y espinas - 3.1 ePub r1.0
Titivillus 17-05-2019
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Título original: A Court of Frost and Starlight Sarah J. Maas, 2018
Traducción: Gastón Navarro & Mirta Rosenberg
Editor digital: Titivillus ePub base r2.1
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  A los lectores
que alzan los ojos a las estrellas y piden un deseo .
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  CAPÍTULO 1
Feyre
La primera nieve del invierno había empezado a azotar Velaris una hora antes.
Finalmente, el suelo se había convertido en hielo sólido la semana pasada, y para el momento en que había terminado de devorar mi desayuno de tostada y tocino, que había bajado con una estimulante taza de té, los pálidos adoquines estaban rociados con un polvo fino y blanco.
No tenía idea de dónde estaba Rhys. No estaba en la cama cuando desperté, y el colchón de su lado ya se encontraba frío. Nada inusual, pues en los últimos días estábamos tan ocupados que terminábamos exhaustos.
Sentada ante la larga mesa de madera de cerezo de la casa de la ciudad, fruncí el ceño a la nieve que se arremolinaba detrás de las ventanas con vitral.
Una vez le había temido a esa primera nieve, había vivido aterrada de los largos y duros inviernos.
Pero había sido un invierno largo y brutal el que me había llevado a la profundidad de los bosques, aquel día hace casi dos años. Un largo invierno brutal, que me había hecho sentir tan desesperada como para matar un lobo, y que finalmente me condujo aquí... a esta vida, a esta... felicidad.
La nieve se acumulaba, densos copos caían silenciosamente sobre el pasto seco del diminuto jardín del frente, cubriendo las puntas y los arcos de la cerca decorativa que estaba más allá.
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Dentro de mí, alzándose con cada copo arremolinado, se agitaba un poder brillante y duro. Yo era la Suprema Alta Dama de la Corte de la Noche, sí, pero también alguien bendecida con los dones de todas las cortes. Parecía que el Invierno ahora quería jugar.
Por fin, suficientemente despierta como para estar coherente, bajé el escudo negro y firme que protegía mi mente y lancé un pensamiento por el puente del alma que se extendía entre Rhys y yo. ¿Adónde saliste volando tan temprano?
Mi pregunta se desvaneció en la negrura. Un seguro signo de que Rhys no se encontraba para nada cerca de Velaris. Probablemente ni siquiera dentro de los límites de la Corte de la Noche. Algo que no era inusual: había estado visitando a nuestros aliados de guerra durante estos meses para solidificar nuestras relaciones, aumentar el comercio y vigilar sus intenciones de posguerra. Cuando mi propio trabajo lo permitía, yo solía acompañarlo.
Levanté mi plato, bebí el té hasta la última gota y entré sigilosamente a la cocina. Jugar con hielo y nieve podía esperar.
Nuala ya estaba preparando el almuerzo en la mesa de trabajo y no había signos de su melliza, Cerridwen. Le hice una seña para que se fuera cuando intentó tomar mis platos.
—Yo puedo lavarlos —le dije, como saludo.
Con los brazos hundidos hasta los codos preparando alguna clase de pastel de carne, la semiespectro me ofreció una sonrisa agradecida y me dejó hacerlo. Era una mujer de pocas palabras, pese a que ninguna de las mellizas podía considerarse tímida. Por cierto, no cuando trabajaban —espiaban— tanto para Rhys como para Azriel.
—Todavía está nevando —observé mirando a través de la ventana de la cocina hacia el jardín que estaba más allá mientras enjabonaba el plato, el tenedor y la taza. Elain ya había preparado el jardín para el invierno, cubriendo los arbustos y canteros más delicados con arpillera—. Me pregunto si esta nieve va a amainar en algún momento.
Nuala puso la corteza adornada y cuadriculada sobre el pastel y empezó a juntar los bordes, sus sombríos dedos hacían el trabajo con rapidez y destreza.
—Sería lindo tener un Solsticio blanco —dijo con voz cadenciosa pero suave. Llena de susurros y sombras—. Algunos años, suele ser bastante benigno.
Verdad. El Solsticio de Invierno. En una semana. Todavía era tan nueva como Suprema Dama que no tenía idea cuál sería mi rol formal. Ni si
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⏰ Last updated: Aug 18, 2021 ⏰

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