Te idealizaste con las tramas de las historias románticas. Te acurrucabas en la falsa esperanza, mientras pretendías con una sonrisa fingida cuando los demás preguntaban. Llegabas a tu casa pretendiendo que todo estaba bien, cuando no.
Te enamoraste del amor verdadero.
Es ahora cuando te encuentras encerrada en el calabozo del anciano. No sabes por qué.
En qué momento permitiste ser prohibida.
Regresas en tus memorias, cuando el joven príncipe era quien te amaba.
¿Acaso no querías que alguien te vea? ¿No eras tú quien pedía ser amada? ¿No pediste eso?
Recorriste los pasillos de su mazmorra, te engañaste. Te negaste a mirar las señales. Seguías recorriendo.
Ahora estás encerrada. Te obligaron a entender todo el panorama.
El joven príncipe es la misma persona que el anciano. No serás feliz hasta que ames las dos caras de la moneda.
¿Estas dispuesta a luchar por el joven príncipe? ¿O prefieres encerrarte en el calabozo del anciano?
