Capítulo 4 La Oscuridad Repentina

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La fábrica de armas químicas oculta en la represa Hoover, la cual era propiedad de la organización L.O.U.N.D.E.S.T ahora mismo dejó de serlo y se convirtió en una pesadilla. Fuego y explosiones por todos lados, gente saliendo de las instalaciones cubiertos en llamas y gritos de agonía que eran desgarradores. Era el infierno en la tierra.

Por suerte, Linclon logró caer en una pila de cajas de cartón. De inmediato se puso de pie y observó el lugar. Era un espacio pequeño, como el de una cancha de tenis ; las paredes eran de color marron y naranja, al igual que las montañas. En el centro de la zona estaba estacionada una avioneta de color balnco con alas azules, una franja de color naranja en forma horizontal y su hélice de color rojo.

A un lado de la avioneta se encontraban un montón de cajas metálicas con calaveras rojas y el mensaje de "Peligro tóxico". Rápidamente Linclon se dirigió hacia la avioneta y se subió en ella. Hacía ya tiempo que él no piloteaba una de estas, sin embargo logró hacer que funcionase en dos segundos. La hélice de la aeronave empezó a girar rápidamente, la nave estaba lista.

Pero había un problema y era que delante había una enorme compuerta de metal la cual se hayaba cerrada. No podría pasar a menos que alguien desde la sala de mando le abriera la compuerta, ya que no se encontraba ningún interruptor. De repente, Linclon escuhó una explosión donde él había caído. Lincoln abrió la puerta de la avioneta y miró hacia atrás. Linclon vió que la zona se estaba incendiando y que el fuego se expandía muy rápido. Si el fuego llegaba a propagarse hasta la avioneta, sería en fin para él.

No podía hacer nada; el fuego se propagaba rapido y si arrancara la avioneta probablemente chocaría contra la compuerta de mateal y destruiría su única manera de escapar. La habitación se convirtió en una bola de fuego y humo; parecía que no pordría salir del infierno que él mismo había provocado.

De pronto la compuerta de metal hizo un ruido metálico y acto seguido, comenzó a abrirse. Linclon vió la única oportunidad de su escape y sin pensarlo dos veces puso la avioneta en marcha. Ésta comenzó a avanzar mientras la puerta se seguía abriendo. ¿Podría lograr pasar la avioneta sin que se le haga pedazos un ala?, ¿Podría realmente escapar de esta situación?

La compuerta de metal se abrió por completo y la avioneta despegó. Al principio a Linclon le costó manejarla, pero al final consiguió que tomara vuelo y logró escapar.

Mientras Lincoln piloteaba la nave, se le formaron varias preguntas en la mente: ¿quién abrió la compuerta?, ¿era para que el escapara o para alguien más? y si alguien quería que Linclon viviera, ¿para qué?, ya lo tenían contra las cuerdas sin siquiera que ellos hicieran algo. ¿Por qué no lo dejaron morir?

Linclon miró a su izquierda y por la ventana vió la represa Hoover cubierta de humo por todos lados. Era un desastre. Linclon al instante desvío la mirada de aquella represa que le había quitado a su mejor amigo. Todavía tenía ese recuerdo de Luan disparandole a Clyde, lo atormentaba. El ya había perdido amigos en misiones anteriores, pero ninguna de esas perdidas fue tan brutal y grave como la de Clyde. Ahora su mejor amigo de la infancia está muerto y atrapado en un infierno.

Linclon por un momento tuvo un poco de paz, hasta que escucho el sonido de un arma cargarse y acto seguido sintió una presión en la parte trasera de su cabeza. Linclon miró el  medidor de combustible y  vió el reflejo de una cara conocida. Ahí estaba la figura de piel pálida, ropa negra y un cabello negro el cual le cubrian los ojos.

Linclon suspiró y dijo :

—Madam Lucy—.

—Que alegría verte de nuevo Linclon Loud—dijo Madam Lucy con su característica voz ronca y sin expresión alguna.

The Golden LoudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora