Capítulo 3: Recuerdos

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El olor a desesperación y dolor. Era lo único que todas estas tierras tenían.

El rey era déspota, cruel, despiadado y teníamos que buscar la manera de sobrevivir. Los aldeanos peleaban entre sí, se mataban si era necesario para robar y poder pagarle los impuestos al rey que vivía muy bien a costillas de nosotros.

Odio a todo tipo de nobles, en especial a la realeza.

Cada semana llegaban a mi hogar a exigir dinero. Mi padre falleció hace unos años debido a una enfermedad, pero un mes después de su muerte mi madre se dio cuenta que estaba embarazada y decidió  tener a mi hermano menor, pero quedó muy débil de salud.

Amo a mi familia. Al ser el hijo mayor siempre salía a buscar trabajo. Cualquier cosa estaría bien siempre y cuando pudiera llevarle algo de comer a mi mamá y hermano.

Aunque solo tuviera 10 años sabia que tenia que ayudar y contribuir con todo lo que pudiera en mi hogar. Mi hermano solo tiene 7 años, pero incluso siendo tan joven intenta cuidar a nuestra madre lo mejor que puede, darle compañía, cariño y un auténtico amor.

Ese día había decidido salir a cazar. Mi hermano quería comer carne, pero comprarla saldría demasiado costoso en el pueblo así que iría a conseguirlo por mi cuenta. Soy fuerte a pesar de mi edad, mi madre antes de enfermar era una gran guerrera y me mostró mucho, incluso mi magia.

No todos nacen con poder mágico, pero mi madre poseía ese don y yo lo heredé, pero aún no estaba desarrollado por lo que empezó enseñándome lo más básico de batallas cuerpo a cuerpo.

Logré conseguir un venado de tamaño decente.

Ya estaba empezando a oscurecer, así que amarre las patas del animal y lo lleve a rastras pensando en la cara de mi hermanito y lo emocionado que estaría.

Pero cuando me estaba acercando al pueblo pude visualizar a lo lejos como parecía que se estaba quemando, se escuchaban los gritos de desesperación.

Solte al animal y empecé a correr hacia mi hogar. Todas las personas del pueblo corrían horrorizados mientras que los guardias reales los estaba cazando y matando.

Como animales.

Solo el pensamiento me hizo sentir enfermo. Corrí por la multitud y llegué a casa.

Entre rápidamente y vi a mi precioso hermano menor siendo atravesado por una espada... justo en su corazón.

Mi madre estaba siendo retenida por dos guardias mientras lloraba descontroladamente y junto a ellos estaba un hombre muy bien vestido, con una mirada de superioridad.

El maldito rey.

-¿Oh? No sabia que tenias otro hijo. Te niegas a brindarme tus servicios en la cama pero bien que tienes dos hijos, maldita ramera.

Corrí intentando alcanzar a mi madre, ayudarla, lo que sea. Uno de los dos guardias soltó a mi madre y se abalanzó sobre mi con su espada.

Pero entonces los ojos de mi madre brillaron con determinación. Tomó al otro guardia del brazo y lo empujo directamente al rey.

Yo logré desarmar al guardia y mi madre tomó un cuchillo de la cocina que estaba cerca y se lo clavo en el cuello.

-Maldita, si me vas a desobedecer no me sirves de nada. Lo único interesante que tienes es tu cuerpo y ni eso quieres ceder MATENLA Y A SU MALDITO HIJO TAMBIÉN. - el rey gritó completamente enfurecido.

El asesino del Black DeckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora