Capítulo 38

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Emilio:


—Tengo que irme.— me dice Joaquín mientras estamos en la cocina.—La muestra de ADN ha llegado esta mañana y tengo que dejarla en la clínica. Iré de paseo un rato con Maddie. ¿No quieres venir?
—Me encantaría pero tengo entrenamiento.— le digo.— Mi entrenador no debe tardar en llegar.
—Ahora que me acuerdo, compraré un regalo para Peyton.
—Oh, espera. Puedes usar esta.

Le digo caminando hacia un cajón donde guardo la tarjeta en una porta tarjetas de cuero para que no se raye.

—¿Qué es?.— pregunta cuando le pasó un tarjetero.
—Es una tarjeta de crédito. Sé que no necesitas una de estas pero tómala, compra todo lo que quieras, lo que quiera Maddie. No nos alcanzará la vida para gastarlo.
—¿Cómo carajos tienes una de estas?.— me pregunta.
—Bueno me costó mucho tenerla pero es nuestra. He hablado al banco y tienes una tarjeta adicional para pagar con ella.— le enseño ambas.—Das la mía a nombre de Emilio Bianchi y tienes que mostrar el código de la tuya a nombre de Joaquín Bondoni es como un acceso.
—¿No importa que diga tú nombre?.— pregunta.
—No me interesa, tú hazlo. Solo compra lo que quieras.
—¿Lo que yo quiera?.—pregunta cuando ve la tarjeta.
—Si. Compra lo que veas y te guste y si quieres comprarme algo, hazlo.— le pido y asiente.
—Bueno, entonces cuando haya terminado de comprar todo lo que me guste voy a volver.

Su mirada gélida y cautivadora me estudia unos segundos y después sonríe guardando la tarjeta.

Salimos de la habitación, y levanta a Maddie del piso.

—Vamos, Maddie. Tenemos cosas que hacer.— le habla y Maddie le extiende los brazos con emoción mientras aplaude.

La ha vestido de forma cómoda con un Hudson baby boby en color rosa pastel con filos amarillos. Y sus baby Converse blancos que a Joaquín le encanta ponerle aunque la haga tambalear mientras camina. Pero tiene la costumbre de golpear en cada paso que da.

Agarra una de sus cangureras porta bebés en color azul cielo y una pañalera. Lo acompañó a su auto y la abrocha en su asiento de bebés. Una vez que su auto desaparece de mi vista entro en la casa corriendo a cambiarme de ropa.

Cuando me detuve en la entrada de nuestra casa la realidad de lo mucho que había cambiado mi vida me lleno de placer y dicha. Todo seguía en su lugar como antes de que llegara Joaquín pero olía como un hogar, aún no sabía de dónde salía el olor a lavanda y moras pero ahí estaba.

Cualquiera que entrará justo detrás de mí sería consciente de que aquí vive una familia. Maddie deja juguetes acomodados sobre las repisas de mis muebles junto a mis trofeos y copas. Una de ellas está llena de patos amarillos y chiquitos. De la misma forma en que la he visto dejar patos flotando en la piscina.

Sonrió por la imagen de ella poniéndolos en ese lugar.

¿Cómo es que nunca pensé en esto? ¿Cuándo mi vida se volvió una mezcla de colores pastel, juguetes y pañales?

En lo que esperaba al entrenador me acerque a la repisa que estaba llena de fotos mías, de Joaquín y de Maddie. Fotos de nosotros tres.

Y las que me tenían dando vueltas eran las mías con mi hija. Se que me había perdido nueve meses desde su nacimiento y su gestación pero el amor inmenso que sentía por ella borraba todo eso, como si hubiera estado ahí cuando Joaquín supo el momento exacto en que la estaba esperando, cuando supo que era una niña y cuando la vió por primera vez.

Mr. Perfect Match || Emiliaco M-pregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora