No derramó ni una sola lágrima.
Cuando el director del penal donde se encontraba su madre lo había llamado esta mañana para darle la noticia de que esta había muerto electrocutada en las duchas, Alan no había mostrado ningún ápice de tristeza.
«La abogada Cassidy Cook es encontrada muerta en las duchas de la prisión de máxima seguridad de Rikers Island».
«Se descubren otros crímenes de Cassidy Cook».
«La historia de Hazel Rice, el mejor documental para Netflix».
«Hazel Rice lucha por su vida en un hospital de Pensilvania, su antigua doctora relata el por qué decidieron trasladarla».
Hoy es la primera vez que los titulares de los medios de comunicación hablaban la realidad.
Alan dejó el móvil a un lado del tablero de ajedrez y comenzó a estudiar a dónde había movido el peón su padre, desde luego una muy mala decisión para la salud de su torre que la había dejado a la intemperie. Sonriendo, mueve el caballo hacia adelante.
—Jaque mate.
—Por trigésima vez consecutiva esta semana —Niega su padre con la cabeza —. No te pasará nada si me dejas ganar aunque sea una vez.
Alan se ríe, pero luego su sonrisa se desvanece lentamente.
—No creo que Hazel salga de esta —confiesa de repente —. Tampoco creo soportar si le llega a pasar algo.
Su padre lo mira con ojos tristes, él tampoco se imaginaba una vida sin su hijo, por eso entendía a Alan.
—Se va a recuperar, ten fe, la esperanza es lo último que se pierde —le dijo colocando una mano en su hombro para transmitirle un poco de consuelo.
— ¿Tú crees? —pregunta él esperanzado.
— ¡Claro que sí! Por cierto, hay muchas cosas que tenemos que contarnos.
Alan lo miró y sonrió, sabía que esta conversación llegaría algún día.
—Tu madre no era la persona que nosotros pensábamos. Lo único que hizo todos estos años fue manipular y chantajear a todo el que tenía a su alrededor para que hicieran lo que ella quería, y yo estaba ciego —repuso Oliver indignado —. Lo que hizo con Serena no tenía perdón de dios, y mucho menos lo de Hazel.
— ¿Qué le hizo a Serena? —preguntó Alan extrañado.
—Hijo, tu madre envió a Austin a matarla, pero ella se defendió y no pudo concretarlo.
Alan estaba horrorizado. Tanto odio de su madre hacia Serena no era nuevo, sino que venia de tiempo atrás y él ni siquiera estaba enterado. De pronto recordó las palabras de Serena.
—Papá, es mucho peor que eso… Austin intentó abusar de ella, en ningún momento quiso matarla.
Ambos se miraron, hasta que Alan desvió su mirada llena de lágrimas saladas hacia un lado, tratando de calma su dolor observando los rayos del cálido sol de la última hora del día.
—Tu madre era una mala persona y nadie lo había notado —sentenció Oliver.
Alan y Oliver decidieron no hablar más del asunto, en sus casas jamás volvería a mencionarse el nombre de Cassidy, era algo prohibido. Serena no estaba presente en esa conversación porque quería darle espacio a padre e hijo, pero ya no pudo aguantar más la intriga y entró en la terraza con mucha decisión. Hacia una semana que se habían mudado a Pensilvania, porque Cooper había pagado el mejor hospital de la ciudad para tratamiento de niños con Aplasia Medular. Serena y Alan estaban eternamente agradecidos con esa noticia, ni en un millón de años podrían pagarle todo eso a Cooper.
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Mi Pequeña Pelirroja © (En edición)
RomantizmA veces la felicidad también viene en rojo. COMPLETA Serena odia los pelirrojos, tanto, que acaba borracha y desproticando contra ellos en un bar de Nueva York. El dueño del bar, Alan Cook la escucha y decide bajarle los humos, porque claro, su cab...