Vecinos Entre El Apocalipsis.

Introducción.

¿Qué es lo que se busca cuando la muerte toca a la puerta de nuestras vidas?, ¿A quién esperamos cuando no podemos dar un paso más?, ¿Realmente disfruté lo último que comí?, ¿Hay perros en el cielo?, ¿A dónde iré después de esto?, ¿Le dije realmente lo que sentía por ella?, ¿Cuánto dinero me queda en la tarjeta?, ¿Le cerré a la llave del agua?

Todo esto pasaba rápidamente por mi cabeza antes de caer al vacío al intentar saltar al edificio vecino, buscando escapar de las garras de esas cosas. Unos caminaban lentamente, otros dejaban caer pedazos de carne al suelo y hacían que los de atrás resbalaran con esa porquería.

Zombies. Jamás pensé que este día llegaría y ahora muero de la forma más estúpida posible... o al menos eso pensé antes de enredarme en los cables que salían de una ventana del séptimo piso, observando cómo cada maldito zombie caía al suelo mientras yo colgaba, esperando ser rescatado.

¿Ya me presenté? No, lo olvidé por completo mientras pensaba en mi supuesta muerte en picada. Pero, ¿qué más da?

Mi nombre es Morgan, tengo veintidós años, cabello negro, piel morena, soy repartidor de comida mexicana y en mis tiempos libres, fotógrafo para un libro de recetas que escribe mi madre. Pero basta de mí.

El mundo se está acabando, los zombies se propagan rápidamente y no sé realmente lo que tengo que hacer más que esperar a que me lleven de vuelta a casa para darme una ducha y comer algo.

Esto es patético y raro a la vez. Los apocalipsis zombie solo eran ficción en historietas y películas, incluso en anime, pero a algún idiota le pareció buena idea hacerlo realidad. Ahora... probablemente él o ellos estén muertos o quizá resguardándose en algún búnker subterráneo con todos los lujos, esperando que estas cosas acaben con nosotros.

Mi brazo comenzaba a acalambrarse por la fuerte presión que ejercían los gruesos cables enredados en mí. Y ahora, ¿cómo demonios voy a subir? La distancia que me separa del borde de la ventana es como de dos metros. Estoy justo encima de la ventana del piso de abajo, que tiene una protección de metal con afiladas puntas en su borde superior.

¿A qué maldito loco se le ocurrió que era buena idea hacer esa porquería? Digo, si pones protección es porque no quieres que nadie se cuele en tu apartamento, pero dudo que alguien esté dispuesto a escalar el muro solo para robar las cosas de este lugar.

No lo sabré. La gente está jodidamente loca. Probablemente también se llevarían la protección para venderla o proteger sus propias ventanas.

El sol comenzaba a bajar, las calles repletas de esas bestias me esperaban ansiosas. Era como si pudieran olerme porque un gran grupo se amontonaba justo donde yo me mantenía suspendido. ¿Qué hago? La caída no parecía tan mal siempre y cuando me matara al instante.

–¡Morgan!– se escuchó la voz desesperada de Aby al verme desde la ventana de arriba, colgado como si fuera una maldita piñata.

–¡Espera! Iré por algo para subirte– dijo con terror y apuro, preocupándome un poco al entrar nuevamente a la habitación.

Unas sábanas sucias, amarradas una a la otra, parecían bastante resistentes cuando las lanzó en mi dirección para que las tomara y luego subir.

–¡Eres un maldito loco! ¡Qué mierda tienes en la cabeza, por Dios! Pudiste haber muerto–.

–Oye... yo me alegro de que estés bien– terminé, mientras ella se arrojaba a mis brazos soltando el llanto y uno que otro moco por la desesperación.

–Mírame– la tomé por las mejillas, atrapando esos ojos rojos e hinchados–. Ya estoy aquí. Tú sabes muy bien que soy un cabrón difícil de comer–.

–Lo sé, pero por Dios, Morgan, ¿en qué estabas pensando?– terminó tristemente mientras me tomaba de las manos.

–Yo... solo pensé una cosa. Si voy a morir... al menos me hubiera gustado saber que intenté reunirme contigo.

O al menos eso le diría si tuviera el valor de decirle la verdad. Aún en estas circunstancias no puedo. Pero ciertamente lo prefiero así.Esta es mi historia.

Lo olvidaba, aún hay zombies subiendo por las escaleras, pero no quiero arruinar el momento.