Eres mío

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He Lian Yi, confiaba en plenitud en su amado primo, Zhou Zishu

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He Lian Yi, confiaba en plenitud en su amado primo, Zhou Zishu. Solo sus ancestros, sabían los crímenes que había cometido en nombre del amor y la obsesión; cuando ascendió al trono, se negó a tomar a una concubina cualquiera como emperatriz, nadie en su harem era digno de ese título honorifico; nadie más que Zhou Zishu, era digno de ser llamado así.

Zhou Zishu, solo podía tomar un marido y ese iba a ser él. Emperatriz Zhou, primer y único marido del Emperador He Lian Yi.

El príncipe Jin, solía reírse en la soledad de sus habitaciones, mientras se ahogaba en vino. Repitiendo una y otra vez, el magnífico nombre de su primo. El plato de loza se estrelló contra el suelo, rompiéndose en varios pesados por la fuerza con la que fue arrojado; el hombre jadeaba y sus ojos estaban expandidos al punto de la locura. ¿Por qué? ¿por qué había nacido como su primo? Zhou Zishu, era su alma gemela estaba seguro de ello, los ancianos y monjes que había convocado a su palacio lo habían confirmado; entonces, ¿era una cruel broma del destino? ¿poner a Zhou Zishu en su camino y no poder tenerle? ¡que idiotez! Él era el príncipe Jin, un soberano con el ejército más poderoso y fuerte en el oeste de China, no le temía a nada.

Si Zhou Zishu, no fuera el líder del Pabellón de la Montaña Si Ji, ya lo hubiera tomado como su esposo; por eso comenzó a trazar un plan, primero traería a Zishu a la seguridad de su corte imperial, teniéndolo cerca; podría tener conocimiento de todos los movimientos y acciones del omega. Por ello, nada más llegar a su palacio le dio las habitaciones aledañas a las propias; solo ellos dos vivían en todo ese piso. Cuando se despedían y Zishu se encerraba en sus cuartos, He Lian Yi esperaba; se deslizaba por un pasadizo secreto que daba a las habitaciones donde dormía Zhou Zishu. A través de una pintura que abarcaba toda la pared, desde el pasaje el Príncipe Jin, deslizaba un cerrojo que dejaba ver entre dos huecos; haciendo estos los ojos de un demonio pintado en el mural, daba vista directa a la cama con dosel donde su omega dormía.

Se quedaba largo tiempo observándole, su Zishu era desvergonzado con su cuerpo al dormir; las túnicas que utilizaba para su descanso eran de una tela suave y semi transparente, dejando nada a la imaginación del excitado príncipe. 

Había memorizado cada parte del cuerpo omega, desde sus cicatrices hasta las estrellas esparcidas por la blanca superficie de jade como lunares, ¡oh cuanto deseaba pintar hermosas obras o crear bellos poemas dedicados de su amado! Estaba seguro de que dedicarías largas estrofas, a esas fatales y seductoras piernas; como deseaba ser quien se zambullera entre ellas, besarlas y dejar la marca de sus dientes. Quería que todos supieran que Zhou Zishu, pertenencia al Príncipe Jin a nadie más; el principal propósito de llevar a Zishu al palacio era alejarlo de esos bastardos, esos alfas que decían querer protegerlo, pero sobre todo de ese que se hacía llamar hermano jurado, Qin Jiu Xiao. ¡Oh, cuanto lo odiaba!

Definitivamente no había nada más delicioso, que ver descansar tan relajadamente a su Zishu; solamente había algo que le ganaba por cantidades enormes en oro, ni el palacio más celestial podría igualarlo, y eso era ver a su omega dándose placer. 

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