1-Fantasía Roja

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NYC - Suite Presidencial.

Camila Dumont

Me encuentro despierta, mirando hacia el techo de la suite, presiento que el tiempo ni si quiera a transcurrido.

Todo se encuentra en total silencio, y en una oscuridad apenas perfecta, la cual es interrumpida por la tenue luz de la luna, entrando por la ventana,la cual da una perfecta vista a la ciudad.

Me remuevo entre las sábanas para salir de la cama, y busco mi vestido,ya que estoy segura que debe estar por alguna parte de la habitación.

Al sentir la tela entre mis dedos , lo tomo y me lo colocó. Al sentarme en la cama, mi mirada cae en el cuerpo que se encuentra durmiendo al otro extremo de mi. Recorro con mi mirada su perfecto torso, mentiría si dijera que no era un tipo apuesto, pero pasando de ello, tenía un pequeño, pero muy pequeño problema, y ese era su miembro diminuto.

Aun recuerdo el gran sentimiento de decepción cuando me dijo que ya la tenía entera dentro de mí.

Eso arruinó mi noche de una manera horrorosa.

Dejo escapar un suspiro pesado mientras intento abrocharme los tacones de nuevo. Carajo, no veo ni una mierda. Enciendo la luz de la mesita de noche y puedo notar como se mueve entre gruñidos. Necesito salir lo más rápido de aquí.

Ni siquiera ha durado dos minutos.Me recuerda mi subconsciente molestándome aún más. Vaya pérdida de tiempo.

Cayó rendido después de haberse corrido dentro del peservativo, ni siquiera he sido
capaz de llegar al orgasmo y tengo un malestar en la entrepierna horrible.

Salió de mí y se durmió a los pocos segundos. ¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿Tener que preguntarles el jodido tamaño cada vez que quiera follar? Eso sí que es increíble. Ahora tendría más cuidado respecto con quién
irme a la cama.

—¿Te vas? –me pregunta cuando oye la puerta de la habitación abrirse.

Claro que me voy.

—¿Creías que iba a quedarme?

Asiente. Pobre imbécil.

—Quédate cariño, mañana podríamos hacer algo y acabar de nuevo en la cama–reprimo las ganas de reírme ante el último comentario y me sostengo del marco de la puerta.

—Vuelve a llamarme así y te corto los testículos –no es que me moleste el apodo ,si no el momento y el que se crea que tiene derecho a no sé qué mierda, después de este espantoso suceso.

Ni su miembro es tan grande como su ego.

Sonríe ante mis palabras. Se ha preocupado tan solo por él y su pene. Ni siquiera
pienso en su propuesta, y me permito una última repasada en el espejo mientras
arreglo el desastre en mi cabellera castaña.

—Gracias por nada – grito saliendo por la puerta de la habitación con la intención de
perderlo de vista, pero me sigue hacia la salida.

—Te llamaré – se interpone entre más puertas del ascensor, él insiste y me rio por
dentro, realmente no recuerdo el que yo le hubiese dado mi número, así que si él quisiera hacerlo igual, no podría.

—Olvídame.

Nunca pasó nada entre tu y yo.

Ni siquiera quiero ver su reacción, y oprimo el botón rápidamente para que la puertas
del ascensor se cierren, mientras que él con el torso desnudo me mira alejándose un
poco de las puertas.

—Pero la pasamos bien– ahora sí que me permito reírme, haciendo que su cara se
desfigure un poco, al parecer no entiende.

—No, nada bien – bajo la vista hacia su pene pequeño, y él se da cuenta poniendo
sus manos sobre él. Por suerte eran altas horas de la noche, así nadie más podría ver
sus desgracias.

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⏰ Última actualización: Aug 26, 2021 ⏰

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