Sebastian Bower
Ganamos como era de esperarse. Tamara se fue con Ángela en la camioneta de Erick. Yo me quedo con Ben en los vestuarios para alistarnos. La fiesta va a ser en la casa del quarterback, que es de último año, y no está tan lejos de la universidad.
— Está noche va a ser una locura— exclama Pierce, el número 23.
— ¿Por qué lo dicen?— no es al primero que escucho decir eso.
— Novatos, ingenuos e inocentes novatos— se burla Connor, el quarterback — Las porristas empezaron con sus restos,— explica— cada año cambia, en una ocasión pusieron de reto que la que se acostara con más chicos del equipo sería la co-capitana, así que varios vamos a tener mucha acción esta noche— menciona chocando los cinco con Pierce.
Ah con que de eso se trataba lo del medio tiempo.
Bien por ellos y por ellas si es lo que quieren, a mí nunca me ha gustado perder mi tiempo de esa manera. Eso siempre se lo he dejado a Carter.
— ¿Saben que será este año?— interroga Ben, que está a mi lado.
—Ni idea, pero seguro será bueno.
Salimos casi todos juntos, rumbo a fiesta con nuestra otra camisa del equipo, pantalón de mezclilla o shorts. Yo me subo en el auto de mi compañero de departamento y cuando llegamos los vidrios retumban con la música que proviene de la inmensa casa de dos pisos.
La mayoría de la gente que estaba en el partido ya está en el lugar, se nota por la cantidad de vehículos estacionados y por todas las personas en el jardín delantero.
Avanzamos todos juntos como el equipo que somos dentro de la mansión. Todos se detienen para vernos pasar, nos aplauden y aclaman como a héroes.
El DJ para la música cuando estamos en la sala donde está la consola.
—¡Démosles la bienvenida a nuestro asombroso equipo que hasta ahora va invicto!— vocifera el chico que sostiene el micrófono, no lo conozco. Se dirige a Connor— ¡capitán unas palabras!
Le pasa el aparato para que hable.
—¡Este año el campeonato es nuestro! ¡Vamos cougars! — grita el castaño alzando los brazos.
La gente estalla en aplausos y la música vuelve a tronar en nuestros oídos. De la nada ya tengo una cerveza en la mano que bebo con gusto, después de un partido es bueno hidratar el cuerpo.
Busco con la mirada a mi novia, pero no hay señales de ella o de nuestros amigos. La casa es muy grande y hay muchas personas, el mensaje que le mande hace rato no me lo ha contestado.
Todos se ponen a tomar como si no hubiera mañana, las chicas en especial las porristas del equipo se roban la atención de todos, jugando con shots.
Veo una cabellera negra entre la multitud, me apresuro a ella. Quiero pasar rato con ella y saber que tenía antes del partido.
Le tocó su hombro para que voltee, pero no es quien yo creía.
—Lo siento Lana, estaba buscando a alguien más— me disculpo en cuanto se gira y no veo los ojos azules que me traen loco.
—No pasa nada ¿quieres bailar?
—No, lo siento, estoy buscando a mis amigos y a Tamara, ¿no los has visto?
—Creo que los vi en la cocina.
No sé por donde está la cocina, pero ella me guía lo cual agradezco. Pasamos por un montón de gente que nos saluda y chocan los cinco conmigo.
No es que sea fanático de llamar la atención, aunque admito que me gusta que la gente, en especial cuando les agradó por algo que gané con esfuerzo. En mi otra universidad tampoco pasaba desapercibido, siempre he sido conocido por una u otra cosa, pero aquí se siente diferente como si la gente de verdad esperara cosas buenas de mí, y más importante yo espero cosas buenas de mí.
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Entre besos y engaños.
Chick-LitÁngela Brown, ante los ojos de la gente siempre ha sido la chica perfecta, ahora en la universidad tiene todo lo que siempre ha deseado; vive con su mejor amiga, estudia en una de las universidades más prestigiosas del país, tiene un grupo de amigos...